¿Por qué no se reúnen Nosoträsh? ¿Por qué Lorena Álvarez no saca otro disco? ¿Por qué Alejandro Martínez de Klaus & Kinski no forma otro grupo tras la separación de estos? Desafortunadamente nadie tiene las respuestas para estas 3 preguntas, pero por suerte sí tenemos un nuevo grupo que va a dar una alegría a los seguidores de estos artistas. Tronco no cuentan con letras tan interesantes como las de Klaus & Kinski, ni tampoco con tanta variedad estilística, pero muchas de sus pistas sí pueden atraer a los seguidores de su faceta más country-pop, la de ‘Flashback al revés’ o ‘Mamá, no quiero ir al colegio’. La espontaneidad y el humor de Lorena Álvarez están más que presentes en las composiciones de Tronco (‘El helecho’ podría ser una canción suya), y también encontramos cierto espíritu «popema» en la duración y desarrollo de algunas de sus canciones más cotidianas. Solo falta la producción de Ibon Errazkin para que ‘Bombón de licor’, que retrata un romance de Año Nuevo, sea el nuevo ‘Corazón colilla’.
Tronco es un dúo formado por dos hermanos de Barcelona, Conxita Herrero, de 24 años, y Fermí Herrero, de 18, que empezaron a tocar juntos «porque sus habitaciones eran colindantes». Sobre todo ella, que ejerce de vocalista principal, es conocida por ser dibujante de cómics, haber publicado ‘Gran Bola de Helado‘ el año pasado y haber colaborado con Vice o Tentaciones. La biografía de él dice que «cuando sea mayor quiere ser actor y/o maquillador artístico y/o maquinista» y que mientras tanto «disfruta del buen tiempo, de la vida y de la fruta (…) Contestar los whatsapps no es algo que suela hacer a menudo. Coger el teléfono también le cuesta bastante». Por si esto fuera poca pista de por dónde van los tiros, se asegura que Tronco «escriben canciones para equilibrar el incremento del vacío».
Hay cuatro canciones en este debut ‘Abducida por formar una pareja’ que son puro amor a primera vista. La primera que conocimos fue el single ‘Pez en bicicleta’. En él, Conxita Herrero confunde a su chico con otro por la calle, pero aprovecha el estribillo para recalcar que pese a su despiste, y no sin cierto poso irónico, solo hay uno para ella: «Te juro que de espaldas era / Clavadito a ti / Como una calca de ti / Y no le he pedido matrimonio / Ni un hijo o diez / Porque eso te lo pediré a ti / Si no te cansas de mí». Y para quien vea cierta ausencia de feminismo en ese deseo de formar una familia tamaño Opus, hay una estrofa entera: no habrá enlace hasta que ella no consiga ser 100% independiente («Cuando llegue el momento / Tenga pasta y un sustento / Te lo diré a ti / Si no te cansas de mí»).
Y es que por supuesto hay cierto poso naíf en las letras del grupo, pero como las de Papá Topo, pueden esconder sorpresa. Es el caso de ‘Ni una gota de luz’. La canción parece el retrato íntimo de una escena de cama (“cuando me besaste en la boca por primera vez / nos acabábamos de despertar aunque eran las seis”), con un estribillo de nuevo totalmente acertado (“en esa habitación no había ni una gota de luz a no ser que yo ordenara “abran la ventana, suban la persiana, salgan al balcón, que se airee esta habitación”»); pero la historia consiente las suficientes lecturas como para permitir la remezcla de Die Katapult, más oscura, que cierra este disco: el protagonista masculino ya no está entre nosotros (“la distancia entre mi casa y tu casa está bien / si no estuvieras muerto te invitaría a café”). Igualmente ‘Urna de cristal’ trata el tema del recuerdo de otro muerto (o quizá el mismo).
Y mejor aún es la canción titular que abre el disco, con coros de pop vocal cincuentero. De nuevo un canto que enfrenta feminismo y romanticismo en ese “yo no quiero novios ni novias, ni nada susceptible de ser mentida, ser convencida, ser abducida por una pareja”. El miedo a la decepción, el deseo de ser independiente y el derecho a ser feliz simplemente con una misma se encuentran con el encanto de un chico que puede hacer temblar pilares (o no). ¿O será el de su gato?
La universalidad de las canciones se comprende cuando, aunque edita Elefant (La Casa Azul, La Bien Querida, Le Mans y Single), en sus referencias encontramos nombres ajenos al mundo indie como Martirio, Gloria Fuertes, The Beatles, las habaneras o Albert Plá. Tiene todo el sentido porque estas canciones tienen el gancho de la música popular que todos hemos tarareado desde pequeños. Y eso incluye letras que hablan de una prueba (‘El helecho’) o la composición, como es el caso de ‘Bienaventurado desconocido’, en la que una pareja aparentemente perfecta se rompe cuando ambos no se entienden en lo que concierne al arte. De nuevo, brillante estribillo: “no me quiero casar contigo / bienaventurado desconocido / serás muy guapo y tal / pero no entendiste nada de nuestra obra conceptual”.
Debido a ese carácter totalmente universal de música y letras, es una pena que no todas las canciones tengan la misma gracia (‘English Level’ baja algo el nivel) y que el acabado del producto no sea completamente pro. Eloy Bernal (Neleonard, Hibernales) y Anna Fredriksson (Die Katapult) ejercen de tímidos co-productores en momentos puntuales, pero parecen haber o bien tocado poco, o bien dejado que el carácter lo-fi a lo Moldy Peaches predominara por completo, por razones de lealtad al producto original. Una monada aunque sería una pena que este debut no llegara a oídos de una mayoría y se quedara en el nicho de un Sagrado Corazón de Jesús. Esperemos que a diferencia de Adam Green y Kimya Dawson, Tronco sigan trabajando juntos y desarrollándose como autores sin perder la frescura absoluta de estas primeras composiciones.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Abducida por formar una pareja’, ‘Bienaventurado desconocido’, ‘Pez en bicicleta’, ‘Ni una gota de luz’
Te gustará si te gustan: Moldy Peaches, Lorena Álvarez, los Klaus & Kinski más country-pop, Dos gajos, Matrimonio
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