Que Slowdive hayan decidido llamar su nuevo disco ‘Slowdive’ más de 25 años después de su debut ha de significar algo. Cuando un artista o un grupo decide llamar a una obra que no es la primera con su propio nombre suele querer decir que está ofreciendo una nueva y mejor versión de sí mismo. Fue el caso de ‘Beyoncé’, lo ha sido de ‘Arca‘ y lo es de la banda clásica de Neil Halstead, que por cierto sacaba antes de cualquier largo un EP llamado también ‘Slowdive’, encabezado por una canción llamada ‘Slowdive’.
El grupo fue, sin querer, uno de los más influyentes de la escena shoegaze. En su momento, con los tres discos que editaron entre 1991 y 1995, se sintieron ninguneados por la eclosión grunge primero y la eclosión Brit pop después. Su sonido se siguió escuchando en discos de gente tan dispar como Los Planetas (casi todo ‘Souvlaki’) o Mogwai (‘Primal’, de su debut), pero tampoco nadie pedía la reunión de una banda que solo había llegado al top 40 con su primer álbum, y que solía tocar para poco más que 400 personas. Hasta que llegó aproximadamente 2008 y las peticiones de reunión empezaron a abrumar a unos miembros que se habían desarrollado por su cuenta, especialmente su líder Neil Halstead, que había formado Mojave 3 y editado discos en solitario; el batería Simon Scott, autor de álbumes como ‘Navigare’; o Rachel Goswell, que el año pasado editaba álbum como Minor Victories.
Simon no se está tirando un farol cuando dice en las entrevistas que el grupo es para ellos una segunda familia y que siguen siendo amigos. ‘Slowdive’ es un disco cero forzado que muestra que todo está donde tiene que estar, y que hay una armonía en la banda que les lleva a funcionar a la perfección y a saber cómo, cuándo y dónde equilibrarse. El álbum tiene algunas de las mejores melodías que Neil Halstead haya escrito jamás, la voz de Rachel no puede transmitir más en su registro agudo y autodoblado, entre lo celestial y lo terrorífico, logrando que echemos un poquito menos en falta noticias de Elizabeth Fraser, y Simon aporta una pieza fundamental en el desarrollo del disco, ‘Falling Ashes’.
Tan bien equilibrados están todos los elementos que a menudo en la secuencia de este disco funcionan como un diálogo. En la inicial ‘Slomo’, inspirada en un paisaje del lugar donde vive, Cornwall, Neil habla de una «señora del naufragio» que bien podría ser interpretada por Rachel, pues su voz aparece deslumbrante luego. Los discretos coros de esta son también preciosos en ‘Star Roving’, en la que los nubarrones de ruido nos avisan de la tormenta… mientras la letra sobre el «amor por todo el mundo» y «Emily volando su cometa» nos parecen querer decir lo contrario: es como si el texto ejerciera de paraguas impidiendo que nos mojáramos, que sufriéramos.
Ese diálogo o convivencia entre varios puntos de vista aparecen también de manera vibrante en ‘Don’t Know Why’. La parte de ella es una agitada llamada a huir del pasado («déjalo atrás, ponlo en una canción (…) dáselo a tu madre o a tu amante, pero yo no quiero saber nada»), mientras que la respuesta de él presenta un ritmo mucho más sosegado en sintonía con su texto: «No recuerdo mucho de todo aquello / solo es que te vi con alguien más, y queriéndole». Aunque lo mejor no es el efecto chico-chica tan usado a lo largo de la historia, sino el modo en que el punteo de guitarra termina la parte de Rachel, como si ella, exhausta, fuera totalmente incapaz de seguir cantando. Uno de los momentos más espectaculares jamás grabados por Slowdive.
El bajo duro de ‘Sugar for the Pill’, la retro ‘Everyone Knows’ (de nuevo, saludos a Los Planetas), o la maravillosa explosión de guitarras en “Cathy, don’t wait too long”, el estribillo de ‘No Longer Wasting Time’, conforman una espectacular secuencia muy pensada. La canción más floja y sencilla ‘Go Get It’ está muy escondida y la rápida ‘Don’t Know Why’ hace un sándwich entre los dos singles principales, dejando la cara A cerca del 10. Para finalizar, un tema co-escrito entre Neil y Simon (y se nota, es bastante distinto), que sobre un loop de piano, narra una noche de cama que se perdió hace tiempo. De “rompimos la cama, pieza a pieza” pasamos a “¿vivir sola es lo único que sabes hacer?”, concluyendo: “California, creo que te he visto, fuiste la luz de mi vida y la gracia de mi noche”.
Aunque con ese «California» (estado importante por alguna razón para la banda británica) despiste, entre piano y amor perdido es imposible no pensar en ‘True Love Waits’ de Radiohead. Pero atención, si el final de ‘Go Get It’ te recuerda al de ‘Karma Police’, quizá deberías escuchar el final de ‘Souvlaki Space Station’, bastante anterior. Slowdive han sido pioneros y han vuelto para reivindicarse a sí mismos, pero han decidido dar un paso más allá, ofreciendo un disco que ya no podrá ser tan influyente como ‘Souvlaki’, pero sí reúne su mejor colección de canciones, la más asequible, y con una producción más expansiva y limpia, menos noventera. Ya quisiéramos que todas las reuniones estuvieran tan justificadas y vinieran con tantas ideas bajo el brazo.
Calificación: 9/10
Lo mejor: ‘Star Roving’, ‘Sugar for the Pill’, ‘Falling Ashes’, ‘Don’t Know Why’
Te gustará si te gusta: Radiohead, My Bloody Valentine, Los Planetas, los Slowdive más pop
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