‘Process’ de Sampha se ha hecho con el Mercury Prize derrotando a los álbumes de Stormzy, The xx, Kate Tempest y por supuesto Ed Sheeran. Una redactora defiende esta decisión y otro redactor la cuestiona.
A favor
«Sampha se ha llevado el Mercury Prize en un año en que parecía que la cosa estaba entre Kate Tempest y The xx. Discazos ambos, no lo niego. Pero la elección de Sampha me alegra porque no era nada obvia. Sospecho que sus detractores acusarán a ‘Process’ de pecados como entrar bien, ser reconocible y reconfortante. Y si ‘Process’ es todo eso es porque también resulta un disco hermoso, reflexivo y melancólico, cercano en alma a Frank Ocean, pero con una forma más propia de James Blake o incluso Sufjan Stevens. Sampha apenas levanta la voz, no parece mostrar interés en apabullar, sólo en desarrollar unas canciones líquidas y bellas cantadas de manera poderosa pero vulnerable. Un disco que oscila entre el soul de cámara y el R’nb’ atmosférico, como en ‘Reverse Faults’ o ‘Under’, pero que también sabe jugar con la intensidad, como en el arrebato tierno de ‘Blood on Me’ o la telúrica ‘Timmy’s Prayer’, dónde prácticamente les roba la cartera a Bon Iver y The xx (sí, ambos a la vez). Todas sus virtudes se cristalizan en el monumento que es ‘(No One Knows Me) Like the Piano’, balada definitiva y definitoria. Así, a sus 28 años, Sampha ha construido un disco que suena absolutamente personal y, a la vez, a clásico desde el primer momento. Y eso es algo fácil de escuchar, pero tremendamente difícil de lograr». Mireia Pería.
En contra
«Que Sampha es un talento válido y que seguir en el futuro no es cuestionable tras su trabajo con grandes como Kanye West, Drake, Frank Ocean y Solange o este mismo notable disco. Que ‘Process’ sea el mejor disco británico del año, sí. ‘Process’ es un buen álbum sobre todo gracias a su excelente producción. Cada cosa está donde tiene que estar, cada movimiento es elegante, no hay paso en falso en cuanto a sintes y sonidos empleados, el concepto suena bien cerrado, limpio y maravilloso… todas esas cosas que le encantan a la generación Pitchfork. Pero hablemos de las canciones. El single ‘Blood on Me’ tenía una deuda demasiado evidente con Massive Attack y «Like the Piano» otra demasiado evidente con la balada de los 70 a lo Carpenters. Su voz, que indudablemente suena como hilo conductor, se parece también demasiado a la de James Blake, cuyo sonido embadurna una segunda mitad que se hace bastante bola mientras suenan canciones como ‘Take Me Inside’, ‘Reverse Faults’ y ‘Under’, ideales para sonar de fondo mientras te fumas un porro, pero poco más. Paradójicamente, en algún lugar falta algo del alma que sí escuché en ‘(No One Knows Me) Like the Piano’. ¿De verdad ‘What Shouldn’t I Be?’ será recordada dentro de unos años o es como una de esas rarezas que nunca debió publicar Björk? El Mercury Prize a menudo sobrevalora a los artistas noveles, y hace bien tal y como está la industria, pero en ese caso, intuyo más canciones icónicas y mejor flow en el debut de Stormzy, aun siendo mucho más largo. Y, por otro lado, cada vez estoy más convencido de que tiene más valor renovarte y saber hacer un buen tercer disco que un fresco debut». Sebas E. Alonso.