Ingredientes:

– Patatas
– Cebollas
– Queso parmesano rallado
– Queso edam en lonchas (aunque vale cualquiera de textura similar)
– Nata
– Sal
– Mantequilla

Tomaremos una patata y media cebolla por persona.

Esta receta me la ha pasado mi hermana, que hace siempre unas cosas muy sencillas y muy ricas con cuatro tonterías, si no, fijaos en los ingredientes. Esto de las patatas gratinadas es algo muy socorrido para acompañar una carne, un pescado o directamente servirlo como entrante.

Ponemos las patatas sin pelar a hervir durante 20 minutos en agua ligeramente salada. Al tiempo, partimos las cebollas en tiras y las vamos dorando en una sartén a fuego lento. Una vez dorada la cebolla se reserva. Las patatas estarán en su punto cuando veamos que la piel sale sola. Pues ya está, las pelamos y las vamos partiendo en rodajas.

Tendremos preparada una fuente profunda que sirva para el horno y que hayamos untado con un poco de mantequilla. Ahora vamos a montar un par de pisos: primero ponemos las rodajas de patata, encima un poco de cebolla, después unas tiras de queso y por último un poco de queso rallado. Repetimos la operación en el segundo piso, pero reservamos un poco del queso rallado. Cogemos un bote pequeño de nata y vertimos en la fuente, asegurándonos de que se distribuye bien por todas partes. No es cuestión de que las patatas floten, solo hay que empaparlas y dejar un par de dedos de nata. Antes de meterlo en el horno echaremos lo que nos quede de queso rallado.

El horno debe calentarse cinco minutos antes de meter la fuente a fuego moderado. Después, meteremos las patatas y las dejaremos unos 20 minutos, pero controlándolas siempre porque cada horno es un mundo. Los últimos minutos lo mejor es poner el horno en modo gratinar… y voilà.