Estupenda foto tomada del Flickr de Damariana. ¡Gracias!
Brutal, fantástico, alucinante y… rácano (apenas hora y cuarto de concierto supo a poco) fueron algunos de los adjetivos que pudieron escucharse ayer al finalizar el show de M. Ward y la espectacular (por solvencia más que por presencia) banda que le acompaña en esta gira europea presentando su reciente ‘Hold Time’, que cuenta entre otros con Adam Selzer (Norfolk & Western) o el singular Mike Coykendall (una suerte de George Moustaki meets Kris Kristofferson). Esa banda revigoriza de manera espectacular el sonido de las canciones de Ward, alejando desde el mismo arranque con la genial ‘Chinese Translation’ cualquier esperanza (si la había) de un concierto intimista y relajado. Se trataba de una noche de rock and roll clásico, vibrante y enérgico, que contagió entusiasmo. Y es que Matt Ward es un guitarrista asombroso no tanto por su precisión (que también) como por su pasión. Sus dieciseis dedos (porque con solo diez no puede hacerse todo eso, ¿verdad?) se agitaban en un finger picking imposible, desbordante de sensibilidad, que enardecía no solo al público sino también a sus compañeros en el escenario.
El de Portland exhibió, además de su discreta simpatía, su personal voz, delicada pero sólida, fiera cuando era menester. Con un repertorio dedicado en exclusiva a sus dos últimos álbumes más ‘Transfiguration Of Vincent’ (apenas recuperó, inesperadamente, ‘Lullaby + Exile’ y ‘Big Boat’ de ‘Transistor Radio’), brillaron sobremanera en el primer tramo del show ‘Requiem’, ‘Fool Says’, ‘Poison Cup’ o ‘Rave On’. Tras clavar la emotiva ‘Hold Time’ con Ward al piano, se marcó un mini-set acústico en solitario que arrancó grandes ovaciones, especialmente el grower ‘One Hundred Million Years’ y la gran ‘Sad, Sad Song’, en principio no incluida en el setlist.
Recuperando el pulso con ‘Post-War’ y ‘To Save Me’, prendió fuego al fin del show incluyendo un festivo instrumental de su adorado John Fahey y un tremendo ‘Roll Over Beethoven’. Sí sí, el de Chuck Berry. El golpe de gracia llegó con ‘Vincent O’Brien’ y su versión del ‘To Go Home’ de Daniel Johnston. Definitivamente, la «M» es de Midas: country, folk, bluegrass, blues o ragtime, todo lo que toca lo convierte en pop de muchos kilates. 9
Apenas pude ver cuatro canciones de Delco, voluntarioso y enérgico émulo patrio de Whiskeytown. De hecho, su cantante se daba cierto aire a Ryan Adams. No muy originales pero sí solventes, me osaría darles un 6.