Hace dos semanas, cuando hablábamos sobre la situación de las discográficas independientes en relación a la piratería, Limbo Starr (Nacho Vegas, PAL, Tachenko) aparecía en la noticia de Público como uno de los medios a favor del manifiesto indie antipiratería. El sello no quedó muy satisfecho con la cita que aparecía («El Gobierno tiene que actuar para que no haya impunidad en la Red y no impere la sensación del gratis total») y quiso publicar una aclaración en su web (sección noticias, 5 de febrero) que ha pasado un poco desapercibida pero merece la pena leer con calma porque es muy interesante, aunque sólo sea porque muchos sellos pequeños no han querido dar su opinión al respecto.
Limbo ha querido aclarar que no ha firmado el documento, aunque se ha sentido desamparado por todos los gobiernos que han pasado por la Moncloa, apoyando a las compañías de ADSL pero no a los sellos. Reconocen que no les gusta el mp3 porque prefieren mimar sus ediciones, pero sí reconocen en internet una gran plataforma de promoción. El sello es muy valiente al criticar que se suela decir «me bajo los discos y si me gustan me los compro» porque no creen que sea verdad y también a los artistas que apoyan el «todo gratis» y después esperan mayores inversiones por parte de sus compañías. Entonan el «mea culpa» por no haber sabido explicar bien su trabajo, pero reconocen estar hartos de sentencias hipócritas y populistas sobre la piratería. Bravo por ellos. Este es el decálogo:
1. En el futuro declinaremos hacer declaraciones para este tipo de artículos simplistas, en los que después de diez minutos de conversación telefónica extraen un comentario tuyo para enfrentarlo a otro.
2. Limbo Starr no ha firmado el manifiesto aludido ni participará en la hipotética denuncia al Estado.
3. Independientemente, y en nuestra calidad de pequeños empresarios autónomos, nos hemos sentido desprotegidos por todos los gobiernos que han pasado por la Moncloa.
4. Hemos visto como sí han protegido a las telefónicas con el objetivo de ponerse a la «cabeza» del desarrollo europeo en cuanto a cantidad de ADSL contratadas -con el agravante de ser de las más caras y de peor calidad-, fomentando la sensación de impunidad y el «gratis total» o, en su defecto, la sensación de que al haber pagado por la conexión y los soportes donde almacenar los «contenidos» descargados -incluyendo el canon con que se los grava-, ya se tiene derecho a ello.
5. Respetamos que haya sellos o artistas que «regalen» en la red la música producida por ellos, pero como profesionales que dedicamos esfuerzos y recursos para conseguir los mejores resultados de nuestro trabajo, pedimos el mismo respeto si nosotros no queremos que nuestras producciones estén disponibles en redes P2P y similares; en las que curiosamente, siempre hay alguien lucrándose que no tiene nada que ver con la cadena de valor ni reinvertirá esas ganancias en nuevas producciones.
6. Aunque no nos guste el formato MP3, y sí cuidar nuestras ediciones -por lo que recomendamos como manera ideal de disfrutar de ellas hacerlo desde el original-, reconocemos en internet la mejor herramienta para hacer llegar nuestro trabajo a la mayor cantidad de personas en el mundo. Utilizamos redes como Myspace, radios on line como Last FM o servicios como Spotify para hacer llegar nuestra música a las personas que estén interesadas en ella, por lo que no entendemos nada cuando oímos una de las excusas más clásicas para descargarse música libremente de la red: «me bajo los discos y si me gustan me los compro»; porque de ser esto cierto se estarían vendiendo más discos que nunca en la historia, y la realidad es otra bien distinta.
7. Los sellos fonográficos no hemos sabido explicar nuestra función ni la cadena de valor del fruto de nuestro trabajo, y estamos pagando las consecuencias de esta desinformación. Por ejemplo, el negocio discográfico es distinto al del directo, aunque puedan converger, y no entendemos las declaraciones populistas de ciertos artistas cuando dicen que están encantados con que su música llegue a todo el mundo gracias a la descarga gratuita, mientras de puertas adentro exigen a sus sellos las mayores inversiones. De hecho nos encantaría ver sus caras si apareciera una impresora capaz de imprimir réplicas exactas de las entradas de sus conciertos. Insistimos, si hay alguien que sufraga esos gastos y lleva a cabo las labores de producción, promoción y distribución, nos parece fantástico que haga lo que quiera con su obra y la ofrezca de la manera que crea oportuno.
8. Estamos cansados de oír sentencias demagógicas, populistas y simplistas, en los que los roles bueno/malo suelen estar asignados de antemano, y que cualquiera escondido tras un apodo puede lanzar desde el anonimato.
9. Todo profesional que produzca cualquier bien con el fruto de su trabajo debería tener derecho a verse remunerado por él, y no entendemos como esto puede ser cuestionado, cuando, por ejemplo, nadie entendería que al panadero, después de invertir en la materia prima y en la logística de su negocio, y trabajar durante toda la noche, por la mañana al abrir las puertas de su comercio la gente se llevara el pan alegando que tiene derecho a la alimentación. Ejemplos mil, realidad, una. Cultura libre, sí, y trabajo digno para todos, y vivienda, y servicios… Basta ya de hipocresía al respecto, cuando nuestros discos ni siquiera son considerados cultura al estar gravados por un 16% de IVA.
10. En definitiva, nuestra opinión al respecto se resume en la frase que nuestros discos llevan impresa en la contraportada: «Gracias por comprar este disco. Limbo Starr es un sello 100% independiente, y gracias a tu acción podremos seguir apostando por nuevos e interesantes artistas».