Hoy se estrena ‘Phillip Morris, ¡te quiero!’, precedida por el pequeño escándalo que ha supuesto su falta de distribución en Estados Unidos por supuesta homofobia, constituyendo la noticia más vista del día de hoy en la versión digital del diario El País. Claro que también cabe la posibilidad de que la película, que cuenta la historia de amor entre un estafador, interpretado por Jim Carrey, y un preso del que se enamora, Ewan McGregor, no haya encontrado una distribución adecuada por los canales habituales porque en realidad muy buena, muy buena, no es.
Ningún gáyer que se precie ha aguantado más de un año para ver a los famosos actores metidos en los juegos del sexo oral y anal (a destacar la escena del yate, no sabemos cuánto tardaremos en olvidarla) y ya se ha descargado todo esto hace tiempo de internet. Como película en sí, es dudable que pueda llegar a mucho más tipo de público que a ese ansioso que no ha podido esperar más, a pesar de que había bastante material de donde rascar.
El film está basado en una novela a su vez inspirada en hechos reales (el mensaje de la cabecera es de lo mejor que verás) y el estafador Steve Russell del que se parte, es un anti-héroe casi con más posibilidades cómicas que El Dioni. Sin embargo, Glenn Ficarra y John Requa no exprimen bien su carácter reincidente hasta lo inverosímil, en un marco carcelario del que por desgracia tampoco llegamos a conocer casi nada. Jim Carrey, a los mandos, no consigue hacernos olvidar que es él como sí lograra en ‘Olvídate de mí’, mientras Ewan McGregor sale más airoso, pero de interpretar a un personaje florero bastante desdibujado, poniendo bien de pluma, quizá porque se sabe un icono gay desde que le viéramos quitarse un condón en ‘Trainspotting’ (por no hablar de ‘The Pillow Book’ y sobre todo ‘Velvet Goldmine’).
Aunque ágil y carismática en tanto que la recordaremos bastante tiempo, ‘Te quiero, ¡Phil Morris!’ se pierde un poco entre sus intenciones de comedia romántica, sin terminar de resultar recomendable para quien busque un retrato del amor universal ni para quien busque reírse a carcajadas con una historia insólita. 5.