«Ningún sitio en que yo haya estado tiene una mezcla similar de modernos, gays, chicas borrachas, indie rockers y fans del techno como Razzmatazz». Es uno de los múltiples testimonios recogidos en el libro de décimo aniversario que acaba de publicar la sala de Barcelona y que se puede comprar en galerías de arte tipo Mutt o en Fnac en un pack especial. Y son palabras de un gran experto en el mundo de la noche: Jake Shears de Scissor Sisters.
Jake tiene mucha razón. Además de la disposición del club, impresionante con sus múltiples recovecos para cualquiera que lo visite por primera vez, la mezcla de gente en Razzmatazz no puede ser más atractiva, lo que probablemente haya llevado a varios artistas a proclamarla como una de las mejores salas de Europa o incluso del mundo. Con una programación variada y apta ciertamente tanto para fans del pop más trash como de la música electrónica, pasando por supuesto por el indie de toda la vida, ha ofrecido una enorme variedad de estilos, conjugando sobre todo los grupos a punto de arrasar, en su momento Arctic Monkeys, con nuevos que nunca gustarán tanto a la crítica como a la gente, como Two Door Cinema Club o The Sound of Arrows.
Razzmatazz ha celebrado su décimo aniversario con sonados conciertos como los de Primal Scream interpretando ‘Screamadelica’ en directo, LCD Soundsystem o Suede después de varios años sin tocar juntos. Meros ejemplos de lo que se ha vivido durante la última década y que aparece en este libro recogido en forma de colección de fotografías y de textos en plan homenaje/felicitación por parte de algunos de los artistas y dj’s que han participado de su programación, periodistas, amigos y derivados.
En repetidas ocasiones se vuelve sobre dos conciertos históricos: el primero, ofrecido por Flaming Lips como inauguración, con reparto de confetti entre el público, con un público entusiasmado por el nuevo espacio tras el cierre de Zeleste; y el de Pulp poco antes de disolverse e interpretando ‘Razzmatazz’, el tema que da nombre a la sala, por primera vez en seis años.
Pero hay mucho más. El libro va bien cargado de fotografías de la era brit-pop, gracias a las visitas de grupos como Oasis o Blur, al tiempo que se recuerda que sus puertas se han abierto para todo tipo de artistas: desde Duffy a El Canto del Loco pasando por Megadeth o Rufus Wainwright, del que aparece una impagable instantánea de la parte más atrevida de su puesta en escena. Las imágenes de Álvaro Monge, Dani Cantó o Xavi Mercader a menudo ocupan una página completa o incluso dos, mientras los textos aparecen por grupos. Algunos dj’s y amigos, entre los que destaca Miqui Puig, que ha escrito un bonito texto llamado ‘¿Dónde estabas tú en el 2000?’, están por un lado; mientras que por otro se ha reunido a una serie de periodistas para hablar de algunos de sus shows favoritos, momento perfecto para recordar que Kanye West sí ha actuado en nuestro país.
Entre medias leemos mensajes con y sin foto de varios artistas que hablan de su experiencia: Andy Rourke de los Smiths, Wendy James con un manuscrito que es un verdadero testamento, Jordi Labanda, que presenta una tira, James Holden, Miss Kittin… Muchos de ellos aparecen con el texto original en inglés, aunque Rex The Dog ha tenido el detalle de mandar en castellano su viñeta, lo cual no constituye precisamente la única curiosidad. Puedes encontrar peticiones escritas por los asistentes, fotos de pequeña de la gente que trabaja en Razz, un top 100 de grupos de esta década a cargo del aclamado DJ Amable con su hit(s) correspondiente(s), mensajes enviados al Facebook, una presentación del alcalde Jordi Hereu (que ya puede estar agradecido a la sala por la labor) o de alguna marca simpatizante.
Desde luego, no es un libro para «haters», ni algunos de los textos están tan cuidados como deberían (las prisas por la edición, dicen), ni esperes encontrar una historia aclaratoria sobre su creación y desarrollo, pero sí es una buena manera de revivir algunos de los mejores momentos del pop de los últimos años en todas sus vertientes y sin nostalgias innecesarias: la sala sigue abierta y al nivel de siempre, manteniendo ese eclecticismo que cada vez exhíben con más descaro y con el que tanto nos identificamos. Razzmatazz fue la primera sala que nos invitó a pinchar incluso antes de la creación de JNSP, sin conocernos de nada, a raíz de nuestros blogs personales anteriores y, aunque no podemos decir que su iniciativa sirviera para convertirnos en buenos dj’s, sus invitaciones (y programación) siempre han sido un motor para animarnos a seguir adelante con nuestro proyecto. Felicidades y a cumplir muchos más.