Mucha era la presión sobre la jovencísima Clare Maguire, seguidora indiscutible de un grupo de compatriotas que han allanado sobremanera el camino del mainstream, con respecto a su álbum de debut, ‘Light After Dark’. Las solistas vuelven a estar de moda en las islas británicas gracias al encomiable trabajo que -con más o menos éxito, todo hay que decirlo-, han llevado a cabo Florence Welch, Victoria Christina Hesketh, Elly Jackson o Marina Lambrini Diamandis en los últimos años. Eso por mencionar las que más se acercan al sonido de Maguire que, obviamente, antes vinieron muchas otras (como Annie Lennox). Ahora es el momento de que nos salgan cantantes de este tipo por doquier, como es natural.
Sin embargo, lo de Maguire era diferente. La de Brighton Birmingham se ha ido relacionando con lo más granado del panorama musical: de Jay-Z a Jarvis Cocker (que incluso le cedió uno de sus temas); pasando por Hurts, con quienes ha girado o el dueto con Mike Skinner en ‘Computers And Blues’. Por si esto fuera poco, fue nombrada ‘Next Big Thing’ por la Q Magazine y la BBC le otorgó la quinta posición en su lista ‘Sound of 2011’. Con este bagaje a las espaldas era inevitable que se generase cierta expectación alrededor de Maguire.
Fraser T. Smith, responsable de algunas canciones de Keane, Kylie Minogue, Ellie Goulding o Cee-Lo Green, ha sido el encargado de producir ‘Light After Dark’, un disco en el que lo primero que sorprende es la voz de Clare Maguire. «La voz» es, de hecho, uno de los calificativos que han utilizado los periodistas británicos para definir sus inicios. Y es de lo más acertado, porque más allá de su talento compositivo (la mayoría de las canciones las ha co-escrito junto con el productor); su instrumento vocal es apabullante. La pena está en que para demostrarlo se recurra a la absurda necesidad de desarrollar sus bondades fisiológicas a través de baladas y medios tiempos plagaditos de cambios de tono que pueden llegar a resultar molestos (‘Happiest Pretenders’) o de temas que, directamente, sonrojarían a cualquiera, especialmente a causa de su melodía facilona, sus coros imposibles o sus pretensiones ¿operísticas? (‘Bullet’, ‘This Is Not The End’).
Así, al final te das cuenta de que tiene talento pero que alguien ha aconsejado muy mal a la chiquilla. ‘Dark After Light’ está plagado de temas con mucho potencial, pero de melodías mediocres y poco pegadizas. Los temas buenos destacan entre la paja, como ese inicio con ‘Shield And Sword’ y ‘The Last Dance’ o el primer single del disco, ‘Ain’t Nobody’, canciones que podrían llegar a tener mucho más desarrollo en un álbum con menos tropezones. Hay algún acierto más por ahí suelto como ‘I Surrender’ (aunque parezca que es la típica canción que ya has escuchado miles de veces) o los destellos techno de ‘Light After Dark’, pero en general reina hasta el autoplagio (¿a nadie más se le parecen demasiado los estribillos de ‘Freedom’ y ‘Break These Chains’?).
Y esto es, ni más ni menos, lo que ofrece este debut: un comienzo prometedor y una continuación algo más irregular, aunque no del todo olvidable. Quizá no sea solo su culpa, y el productor también haya metido aquí la pata hasta el fondo, haciendo que hasta aquellos que la propusieron como una de las artistas emergentes de 2011 ahora le retiren su apoyo. Pero así de dura es la vida del hype: hoy encumbramos lo que mañana nos encargaremos de llevarnos por delante. Y aquí no ha pasado nada. ¡Circulen!
Calificación: 6/10
Temas destacados: ‘The Last Dance’, ‘Ain’t Nobody’, ‘Shield And Sword’.
Te gustará si te gusta: Florence and the Machine, Marina and the Diamonds, Sophie Ellis Bextor, Annie Lennox.
Escúchalo: Spotify