‘Morente. El barbero de Picasso’ no es el biopic o el retrato de la trayectoria de Enrique que todos sus seguidores ansían después de la muerte del artista. Pero el mismo director Emilio R. Barrachina lo ha dejado claro en todas las promociones realizadas para este film. Esto no es otra cosa que el documental que Morente quiso hacer sobre su interpretación de poemas de Picasso, que casualmente terminó una semana antes de morir.

Morente posa tumbado frente al ‘Guernica’ o canta delante de uno de sus bocetos favoritos en el Museo Reina Sofía de Madrid. Deja claro que él no entiende de debates sobre dónde empieza y acaba el cubismo de la obra y que simplemente se identifica con el retrato del horror de la guerra que transmite.

Barrachina ha incorporado en su documental canciones interpretadas en vivo como el ‘Autorretrato’ del pintor, planos de archivo de la guerra y algunas pinceladas sueltas sobre el que fue barbero y amigo de Picasso, en busca de un paralelismo entre el equilibrio de caos y orden contenido en muchas de las vanguardias de la época, y un Morente que rompió las fronteras del flamenco para abrazar otros géneros como el rock alternativo (aparece Eric de Los Planetas tocando la batería). Sin embargo, donde mejores resultados obtiene el director, en muchas de las escenas muy poco centrado, es en el retrato de la sencilla personalidad del cantaor.

Decía Estrella Morente, conteniendo a duras penas las lágrimas en la rueda de prensa tras el pase de la película, que su padre siempre estuvo tal y como lo vemos en esta película, que nunca lo vio enfermo y que nunca vio una pastilla en su mesilla de noche. Esa imagen del Morente rodeado de sus hijos y seres queridos, feliz, que emociona en el Liceo o en el Retiro interpretando un tema de Antonio Vega junto a la estatua del Ángel Caído, es la más valiosa de estos documentos, que tristemente recogen muchas de las que fueron sus últimas actuaciones. 6.