La segunda jornada del FIB estaba repleta de citas ineludibles, y prometía desde primera hora ser bastante más dura que la anterior. Con un horario apretado desde las ocho de la tarde, a algunos fibers nos costó encontrar hasta un hueco para cenar, y terminamos haciéndolo de muy mala manera al tiempo que cogíamos sitio para The Strokes. Pero sarna con gusto no pica, que dicen por ahí, así que en lugar de quejarnos sí diremos que la sesión del viernes estuvo repleta de momentos memorables, tanto para bien como para mal: algunos porque se nos quedarán grabados para siempre y otros porque han resultado ser más bien decepcionantes, como el concierto de The Strokes.
nudozurdo son uno de los grupos de mejor directo de nuestro país, así que su concierto era uno de los que más ganas teníamos de ver en el Escenario Maravillas. La banda de Leo, siempre solvente, cumplió las expectativas dando un show de muy buen sonido y grandes intensidades que fue muy celebrado por los miles de asistentes. Como única pega, puede ponérsele al set lo raro del orden. Aunque ‘El hijo de Dios’ fue casi obviamente la canción final, el grupo no arrancó con ningún hit, sino que fue soltando ‘Prometo hacerte daño’, ‘Mil espejos’, ‘Ha sido divertido’ o ‘Negativo’ casi con desinterés. En realidad, el grupo parecía más concentrado en mimar temas como ‘Dosis modernas’, cuyo desarrollo a lo largo de casi diez minutos fue de lo mejor del festival.
Arrebatador se presentó Brandon Flowers en el escenario Maravillas, ante una multitud que, si bien al principio parecía escasa, fue creciendo al mismo nivel que iba creciendo su concierto. El cantante de The Killers tiene una voz prodigiosa, y sabe perfectamente cómo utilizarla en el escenario, para regocijo de un público que coreó y bailó las canciones de ‘Flamingo’ con auténtico fervor. Supo meterse al público en el bolsillo poco a poco, hasta que una de nuestras acompañantes soltó un memorable «yo creo que ahora mismo, hasta la última persona del público quiere follarse a Brandon Flowers». Razón no le faltaba, si atendemos al increíble magnetismo de este chico, que supo manejar sus cartas, mantener al público interesado en su set y darle finalmente lo que muchos iban buscando: una especie de versión techno de ‘Mr. Brightside’ que puso a bailar hasta al último asistente, algo que hemos visto muy pocas veces, pero que nos puso los pelos de punta de la emoción.
Mirar a Brandon Flowers durante media hora sin conseguir nada y con esas canciones era absurdo para uno de los abajo firmantes, así que ir a ver a Cosmen Adelaida en la Jack Daniel’s parecía lo sensato. Arrancaron con ‘Supermercado’, sonaron potentes ‘No soy espiritual’, ‘Viernes’, cada más rápida y fulminante, y la final ‘Equis’. Si hubo un tema que conquistó a los asistentes ese pareció ‘Ishmael’, que en el concierto de Benicàssim sonó más fascinante que nunca. Un show al que sólo le faltó una mejor regulación de las voces para ser perfecto.
Los fibers no acudieron al festival para escuchar ‘I Wish That I Could See You Soon’ y el gran hit de Herman Dune en España vía un anuncio de cerveza pasó desapercibido hacia la mitad de su set. El público que llenaba considerablemente el Escenario Fiberfib.com parecía más interesado en su buen hacer como banda indie por antonomasia, entregándose a canciones tan chulas como ‘Ah Hears Strange Moosic’.
Elbow nunca serán los grandes triunfadores de Benicàssim. Nunca arrasarán como unos Arctic Monkeys o unos Franz Ferdinand, pero su dedicación y mimo hacia las canciones es de agradecer. El grupo alterna momentos rockeros y reflexivos, pero es en estos últimos donde definitivamente destacan. Llenas de matices, canciones como ‘The Birds’ suenan como siempre tuvieron que sonar los Keane. Efectismos como los globos hinchables gigantes con forma humana durante ‘Open Arms’ hacia el final del show son innecesarios: lo excelente de la banda queda mejor demostrado durante ‘One Day Like This’, reservada para el final y en la que las cuerdas sonaron perfectas.
Alguien programó a los Stranglers con mucho tino a las 0.15, de manera que entre el concierto de Elbow y los Strokes tenías la oportunidad de escuchar nada menos que ‘Golden Brown’ y ‘Always The Sun’. No fue una estrategia: en su repertorio habitual suenan siempre hacia la mitad. Ayer gran parte del público pudo escuchar en vivo estos momentos excepcionales, aunque fue inevitable que después de ellos hubiera huida en masa para la banda de Julian Casablancas.
Probablemente conscientes de que su último álbum está bien lejos de alcanzar el nivel de los anteriores, The Strokes arriesgaron poco y se presentaron ante prácticamente todos los asistentes al FIB con un set que haría las delicias de cualquier amante de la música, con una selección de canciones apabullante, que incluía prácticamente hasta el último hit de la banda. Sonaron, por decir cinco, ‘New York City Cops’, ‘Is This It’, ‘Someday’, ‘Last Nite’ o ‘Juicebox’. Pero muchas veces un buen setlist es insuficiente para conseguir convencer al público, y a pesar de los esfuerzos de un radiante Albert Hammond Jr., que estuvo espléndido, sonriente y encantador, Julian Casablancas parecía más concentrado en recordar si se había dejado el gas abierto o si se le había quedado la plancha enchufada en casa. Muchos llegamos a pensar incluso que Julian no era tal, sino que era un maniquí. No saludó, no hizo ninguna carantoña al público y ni siquiera mostró el más mínimo agradecimiento. Tanto fue así que los silencios entre canción y canción se hicieron absolutamente eternos y provocaron que un concierto que debería haber sido el gran triunfador del festival se convirtiese en uno sin ritmo, aburrido y en algunos momentos hasta prescindible. Decepcionante es la palabra que mejor lo describe, y mira que nos duele decirlo, que somos muy fans de los Strokes.
Vestido con lo más básico que había en su armario (una camiseta blanca), James Murphy fue acogido por una multitud en el escenario Fiberfib que celebró cada una de las canciones que pinchó, y bailoteó hasta casi la extenuación con una sesión que hizo las delicias de los adictos a la electrónica y el funky. A pesar de la multitud, era más o menos fácil acercarse a la primera fila a ver en directo a este monstruo de la música, que consiguió por un rato que muchos de los asistentes no se acordasen de que Friendly Fires estaban a punto de comenzar en otro de los escenarios.
Ed Macfarlane es, posiblemente, la persona más cool del planeta. Y cualquiera que asistiese ayer al concierto de su banda, Friendly Fires, saldría con la sensación de que muy pocos son capaces de manejar el escenario como él, y que tanto él como su banda se ganaron con creces el sueldo. Acompañados por una sección de metales, los Friendly Fires trabajaron duro, se comieron el escenario, bailaron hasta que no pudieron más y terminaron literalmente empapados en su propio sudor. Pero se lo estaban pasando tan bien que, por puro contagio, el público disfrutó con el directo. Y eso que estaban programados a las tres de la mañana y la mayoría de los asistentes llevábamos ya un buen tute, con el cansancio acumulado de todos los conciertos anteriores. Pero cuando para cerrar finalizaron con ‘Hawaiian Air’, ‘Paris’ y ‘Kiss Of Life’, el respetable estalló de emoción y se quedó hasta con ganas de seguir desgastando zapatilla. Conciertazo. Sebas, Farala.
Fotos: Fiberfib.