Roxette llenan el Palacio Vistalegre de Madrid

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Roxette llenan el Palacio Vistalegre de Madrid

Nada como enterarte de que un grupo amplía recinto (como ha sucedido con Roxette en Barcelona, donde actúan esta noche) para que te entren ganas de ir. Aunque ningún crítico lo vaticinara en 1988, había gran expectación en pleno 2011 por ver a Roxette también en Madrid, ciudad por la que no pasaban desde hacía diez años, antes de que a Marie Fredriksson le diagnosticaran un tumor cerebral en 2002. En octubre de 2001 estuvieron en La Riviera, pero esta vez han tenido que actuar en un recinto mucho más grande, el Palacio Vistalegre, con capacidad para unas 10.000 personas. No se agotaron las localidades, pero sólo algunos asientos de las grada superior quedaron sin cubrir. El resto y la pista, a rebosar de seguidores que sólo excepcionalmente bajaban de los 30.

Aunque incluso algunos asistentes lo desconocían, el dúo ha publicado un disco este año, ‘Charm School‘, un álbum nada desastroso de canciones medio apañadas al que incluso podrían haber sacado algo más de lustre anoche. Pero sólo hubo un par de concesiones, el single ‘She’s Got Nothing On (But the Radio)’ y ‘Only When I Dream’. Interpretaron más canciones de ‘Look Sharp!’, ‘Joyride’ y dieron también peso hasta a ‘Have A Nice Day’.

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Y es que el grupo sabía a lo que venía. Después de verles comenzar con dos de sus más grandes canciones, ‘Dressed for Success’ y ‘Sleeping In My Car’, es difícil imaginar un arranque mejor para su repertorio, plagado de estribillos tarareables e imperecederos, de los que nadie se ha olvidado ni llevando 15 años sin escucharlos. Pronto aparecen baladas como ‘Wish I Could Fly’ o, a la media hora de set, una acústica ‘It Must Have Been Love’ que el público canta a capella de pe a pa, para a continuación convertirse en la versión con banda completa que se popularizó vía ‘Pretty Woman’. En esta canción, su teclista y productor desde siempre, Clarence Öfwerman, muy querido por sus fans, muestra su habilidad tocando un teclado en modo piano y otro en modo sintetizador ochentero prácticamente a la vez.

El grupo se asiste también de un bajista, un batería, una corista-bailarina con pandereta que sería la envidia de Mika y de un guitarrista de pantalones acampanados y con flecos que de repente se anima con una versión a la eléctrica de ‘Paquito El Chocolatero’, que el respetable recibe fenomenal. Como era de esperar, hay momentos horterillas en un concierto que también presentó un sonido ligeramente imperfecto (el batiburrillo habitual de voces, graves y guitarras de este tipo de recintos), pero canciones como ‘Crash! Boom! Bang!’, ‘How Do You Do?’ o ‘Joyride’ mantienen el nivel de entretenimiento alto, al tiempo que el escenario brilla cual cielo estrellado y se lanzan balones gigantes al público con la palabra «Roxette».

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El bis deja ‘Spending My Time’ (no hubo, lástima, versiones en español) y la más esperada, ‘The Look’, una de las mejores canciones de su año, unida a una especie de coda con ‘Hey Jude’ en la que hay que cantar «she’s got the look» en lugar de «hey jude». La ovación es máxima, el público no ha dejado de tararear el nombre del dúo y Marie y Per, todo energía y buen rollo sobre el escenario (da gusto verle disfrutar tanto de su música 25 años después), vuelven a salir para cerrar con ‘Listen To Your Heart’ y un pequeño retazo folk en ‘Church of your Heart’. Marie, bastante recuperada y correcta en voz, abandona el escenario abrazada a Per. A pesar de los altibajos, una bonita imagen que también pertenece a la historia del pop. 6.

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