La presentación de ‘Herreros y fatigas‘ dio a Klaus & Kinski su mejor entrada en el Neu! Club de Madrid. El grupo presentó una nueva disposición de elementos en el escenario (ahora Alejandro está a la derecha, el bajista Paco y la violinista Pili detrás, el teclista y guitarrista Antonio a la izquierda) que no sabemos si tuvo algo que ver con la consecución de la mejor instrumentación y sonido que se les haya oído nunca. Salvo alguna subida o bajada en alguna canción puntual, los detalles de cuerdas, pizzicatos y teclados sonaron espectaculares en canciones como ‘Buceador’. El cuerpo dado a los temas era tal que parece mentira que el grupo no tenga batería. Ahora sí que nadie puede echarla de menos.
El grupo sigue orquestando su repertorio de manera algo extraña, comenzando con ‘Cumbres profundas’ y ‘Contrato’ cuando podrían hacerlo ya con alguno de sus diversos hits. Sin embargo, tras un inicio un tanto frío, canciones como ‘La duda ofende’, la bailada (en modo pasodoble) ‘El rey del mambo y la reina de Saba’ o la coreadísima ‘Ojo por diente’ fueron metiendo al público en situación y, en la segunda mitad, ‘Brilla como una estrella’, ‘Mengele y el amor’, ‘Mamá, no quiero ir al colegio’ y ‘Rocanrolear’, entre otras, recibieron enormes ovaciones, desarrollando una complicidad entre grupo y público que no toca techo.
A ello contribuyó una Marina tan suelta (esta vez habló de ‘Quién quiere casarse con mi hijo‘) que no podía parar de sonreír y mirar a Alejandro de reojo cuando el público cantaba alguna frase favorita a grito pelado, cual concierto de Vetusta Morla. Incluso bailó. Su voz, «trending topic» siempre que se habla del grupo y ya diría que algo sobreanalizada, tuvo algún resbalón en canciones con las que ella misma reconoce que no se siente cómoda (hits inevitables como ‘Nunca estás a la altura’ o ‘Crucifixión, la solución’), pero bordó por ejemplo una versión en acústico de ‘Autovía de Albacete’ que, interpretada en el bis, se convirtió por sorpresa en el mejor momento de la noche. Ni los que tenemos ‘Tu hoguera está ardiendo‘ en los altares del pop español (¿cuándo sale en vinilo y con las letras?) lo habríamos esperado.
Por el gran número de entradas vendidas, estaba claro que iba a ser una noche de celebración del grado de popularidad al que progresivamente está llegando el grupo. Y así quedó demostrado con un segundo bis que se vieron obligados a dar, escogiendo ‘Carne de Bakunin’ para acabar definitivamente. Sólo el día siguiente te das cuenta de que han faltado ‘In The Goethe’ o ‘Ley y moral’, porque el número de canciones excelentes es tal y el repertorio tan sólido que lo mejor es que ni te das cuenta de las que faltan.