Buscando el talento en directo

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Buscando el talento en directo

Aún a día de hoy cuesta creer la leyenda negra de que ‘Operación Triunfo’ se pasase varios años abandonada en los cajones de Televisión Española, ante las dudas que generaba que un programa musical de búsqueda de talentos triunfase en el prime time de la cadena pública. La cuestión es que ya en su momento ‘Lluvia de Estrellas’, presentado por el nunca suficientemente reivindicado icono kitsch que es Bertín Osbone, se dedicaba a hacer pesetas (en aquel momento) a base de poner a gente a cantar tras un conveniente remozado a imagen y semejanza del ídolo de turno.

Así que no fue hasta ‘Operación Triunfo’ cuando en general, los directores de programación españoles se dieron cuenta de que este tipo de programas podían hacerse un hueco en la parrilla nacional. En un país absolutamente cegado por los reality shows, que vivieron una época dorada (hemos tenido cientos de ediciones de ‘Gran Hermano’, pero también ‘El Bus’, ‘Confianza Ciega’, ‘Hotel Glam’ o ‘Supervivientes’, entre otros muchos nombres); la fusión entre talent y realities parecía óptima. Y así fue: el público respondió muy bien a aquel primer intento por buscar a un candidato para representar a España en Eurovisión, y la final en la que Rosa López se hizo con la victoria de aquella primera edición alcanzó un 68% de share, algo absolutamente impensable hoy en día.

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Pero la buena salud del concurso no se quedó ahí: duró dos temporadas más e incluso soportó un cambio de cadena, ya que a partir de la cuarta edición fue Telecinco la que se hizo con los derechos de emisión del programa, incluso tras haber contraatacado a través de ‘Popstars’. El formato terminó convirtiéndose en un balón de oxígeno para cierta parte del mercado discográfico, encantado con el hecho de que ‘Operación Triunfo’ generase ídolos de quita y pon capaces de vender cientos de miles de discos a una velocidad de vértigo. Como era evidente, no se trataba más que de una burbuja más, que reventó según iban avanzando las ediciones, propiciando que cada vez se vendiesen menos discos y menos concursantes fuesen capaces de desarrollar una carrera fuera del concurso. Por si esto era poco, el jurado estaba alcanzando cotas de protagonismo absolutamente inaceptables para un programa que debería centrarse única y exclusivamente en los concursantes: Risto Mejide, el malo malísimo de ‘OT’ se ganaba el pan diciendo (no pocas) verdades a los concursantes de la manera más cruel posible, hasta el punto de que alcanzó una popularidad tal que provocaba que sus intervenciones se convirtiesen en los minutos de oro del programa.

La clara decadencia de ‘Operación Triunfo’ no fue óbice para que otras cadenas -e incluso la propia Telecinco- cejasen en el empeño de encontrar nuevos talentos a través de la televisión. La recién nacida Cuatro se hacía con el formato de éxito ‘Factor X’ y con ‘Tienes talento’, un programa no exclusivamente encaminado a encontrar estrellas de la canción ligera, a lo que ya se habían dedicado otros programas similares como ‘Quiero cantar’ o ‘Cántame una canción’. Paralelamente, otras disciplinas también desarrollaban sus propios programas con resultados dispares (‘Fama’, ‘Estudio de actores’) y ‘Tienes talento’ se despeñaba en Cuatro mientras que prácticamente una copia, ‘Tú sí que vales’, se mantenía en Telecinco, dejando patente que -más allá de preferencias con respecto al formato- los presentadores se convertían (oficiosamente) en una garantía de éxito o de fracaso. Ahí está el ejemplo de la última edición de ‘OT’, presentada por Pilar Rubio: si bien el programa lucía clarísimos síntomas de estar completamente agotado, la inexperiencia de la presentadora y su escaso tirón entre el público propició un final acelerado, convirtiéndose en el ‘OT’ que se mantuvo menos días en antena (35).

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Es por eso que muchos pensamos que con la última edición de ‘OT’ se habían acabado, al menos durante un tiempo, las interminables galas nocturnas salpicadas con actuaciones musicales de dudoso gusto y de pésima calidad perpetradas por un puñado de aficionados con más ganas de triunfar y de convertirse en un ídolo pasajero que otra cosa. Y la realidad ha vuelto a demostrarnos que estábamos equivocados. Hace poco se estrenaba en Antena 3 ‘El número uno’, un clásico programa de talentos en el que se busca a una estrella de la canción. ¿Qué hace diferente a este programa? ¿Por qué ha triunfado si recientemente Telecinco tuvo que retirar de su parrilla un programa similar? ¿Qué ha llevado a Antena 3 a emitirlo precisamente ahora?

La respuesta a la tercera pregunta es relativamente fácil. Telecinco, que parece no aprender de sus errores, se planteaba empezar a emitir ‘La Voz’ (versión española de ‘The Voice’) durante el primer trimestre de 2012. Se trata de un programa con un planteamiento muy similar al que nos ocupa hoy, con una serie de concursantes con una cierta experiencia musical y un jurado «profesional». Porque si hay algo de lo que se ha jactado Antena 3 es de haber escogido un jurado supuestamente ducho en el tema este de cantar, compuesto por Miguel Bosé, Natalia Jiménez, Sergio Dalma, Ana Torroja y el paquete de David Bustamante.

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No es eso, aun así, lo único que destaca en el programa de la cadena triste. Siguiendo los pasos de otros programas de talent shows, el cásting es absolutamente variado. Hay cantantes puramente líricos (¡por fin!), el típico que tira hacia el flamenquito, gente que supera (con mucho) la veintena y la treintena -que es la edad que tradicionalmente tenían los concursantes- y también otros que ni siquiera la alcanzan (la concursante más joven tiene 13 años). En un clarísimo intento de reunir a toda la familia frente al televisor, las edades no son el único aspecto que sorprende en el cásting, puesto que incluso hay una persona que parece una mezcla entre Dolores O’Riordan y un Caballero del Zodiaco. Se agradece esta variedad, por así decirlo, en la selección, aunque nos tememos que de nuevo Antena 3 vuelve a copiar: que todos conocemos tanto la historia de Susan Boyle como la de Adam Lambert.

Y como buen programa familiar, los comentarios son lo más blancos posible: no hay dobles sentidos, ni reprimendas, ni siquiera críticas de ningún tipo. ‘El número uno’ huye conscientemente de la confrontación con la intención de que el programa resulte agradable para todos, una especie de locura del buen rollito que termina oliendo a kilómetros de distancia, porque los concursantes distan mucho de ser perfectos. Sí se aprecia, sin embargo, que haya también algo más de variedad en la selección musical: al menos en el último programa se escucharon ‘Seven Nation Army’ y ‘Tainted Love’, que nunca nos hubiésemos imaginado que sonarían en un programa de este estilo. Ah, y Paula Vázquez, un claro EPIC WIN. ¿Por qué esta chica no presenta más cosas, siendo infinitamente más expresiva, emotiva y espontánea que la mayoría de los presentadores españoles?

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