Tuvo que ser el cantautor sueco José González el que, en 2005, abriera los ojos sobre la valía de Kylie a todos los que odian el pop comercial por defecto. Los mismos que ponían cara de incredulidad cuando descubrían que aquella melancólica canción folk llamada ‘Hand On Your Heart‘ publicada en su Australian Tour EP era una versión desnuda de uno de los primeros éxitos de la Minogue en la factoría Stock, Aitken & Waterman. Está claro que a veces hay que quitárselo todo para llamar la atención.
Eso es justo lo que había hecho Kylie años antes con el ‘Impossible Princess’, aquella rareza que se atrevió a publicar en 1997 aprovechando que su carrera parecía terminada con la esperanza, quién sabe, de labrarse un futuro digno en la corriente independiente. Camino que pronto abandonó cuando embutida en unos shorts dorados resurgió de sus cenizas con el hedonista ‘Light Years’, el disco que puso otra vez a la Kylie producto por delante de aquella Kylie artista que González reivindicaba.
Favor que la Minogue ahora le devuelve recuperando aquella versión a guitarra en ‘The Abbey Road Sessions’, el capricho que la cantante se ha pegado para celebrar sus 25 años en la industria que nos venden como un grandes éxitos orquestal sin que la etiqueta sea del todo verdad. Y es que en lugar de encontrarnos con el delirio barroco que suelen suponer estos habituales encuentros con grandes bandas sinfónicas (de Metallica a Rocío Jurado la lista es interminable), en este disco reaparece aquella Kylie susurrante que existe sólo cuando las fans histéricas le dejan.
Precisamente son esos temas en los que su voz solo se acompaña de un piano o una guitarra los que mejor funcionan. Canciones reducidas a la mínima expresión que alcanzan un nuevo significado como ‘Better The Devil You Know’, ‘Never Too Late’, ‘I Believe In You’ o la ya mencionada ‘Hand On Your Heart’ que, así y todo, se quedan en anécdota comparadas con el resultado que alcanza el experimento en ‘Come Into My World’ y, sobre todo, ‘Where The Wild Roses Grow’, la balada necrófila que Nick Cave le regaló en 1995 y que ambos han vuelto a grabar con tal asepsia sentimental que acaban superando a la original.
Una proeza que se repite con ‘Finer Feelings‘, que pasa de ser una gran balada a convertirse en la sucesora del ‘Frozen’ de Madonna; ‘Slow’, el tema que Jessica Rabbit cantaría ahora enfundada en aquel mítico traje rojo de lentejuelas; y ‘Confide In Me’, que con el cambio parece que no ha cambiado nada.
No es lo habitual. A veces hay cosas tan perfectas que es mejor dejarlas como están, y por muy buena intención que haya detrás es imposible que hits míticos como ‘Can’t Get You Out Of My Head’, ‘On A Night Like This’, ‘Love At First Sight’ o ‘All The Lovers’ salgan indemnes de un desollamiento que, por el contrario, aguantan más que bien dos de sus clásicos, ‘The Locomotion’ y ‘I Should Be So Lucky’. Claro que después de haberlos escuchado retrabajados en casi todos sus directos, tampoco era complicado conseguirlo.
¿Conseguirá este álbum que los haters dejen de odiar? Ojalá. Pero hay que ser realistas y no olvidar que, por mucho que la portada pretenda captar estas navidades a todos los que regalaron a sus madres el año pasado el disco de Adele, ‘The Abbey Road Sessions’ no deja de ser un producto destinado exclusivamente a esos fans que tratan a Kylie como a la Virgen de Almatosa. Esos que compran el disco el primer día que sale a la venta para tener ‘Flower’, la única canción inédita que incluye este álbum; o lo que es más probable, para poder poner de fondo a su diva en una cena íntima sin miedo a que la rave comience antes de servir la ensalada.
Calificación: 6,5/10
Lo mejor: ‘Come Into My World’, ‘Finer Feelings’ ‘Where The Wild Roses Grow’
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