El Mira!, celebrado en el enorme espacio de la antigua fábrica de la Fabra i Coats, reconvertida en laboratorio artístico, explora las últimas tendencias en música electrónica y videoarte, más interesado en la reflexión que en el escapismo hedonista.
Lucrecia Dalt, en la penumbra, sin audiovisuales, con el escenario vacío, sólo ella y su material, bajo en mano, crea loops para samplearlos y devolverlos, redibujando nuevas líneas encima o colocando voces evanescentes y fantasmagóricas. Ensimismada y sobria, sus bases rítmicas sin apenas adornos (su voz o algún teclado adicional) crean atmósferas entre el western amodorrado y Joy Division. La tarde cambia completamente de tercio con el precioso show de Floex y su banda: batería, un clarinetista-saxofonista y él (que también tocaba el clarinete) parapetado tras una mesa con sus portátiles y demás cachivaches. Entre el jazz, el ambient, las bandas sonoras y cierto toque de torch song, despliega su música orgánica, sofisticada y cálida con el ocasional aporte vocal de una cantante y el acompañamiento de hermosas proyecciones de dibujos infantiles y naïves. Simpático y comunicativo, presenta las canciones, nos habla de ellas, nos pide que nos acerquemos, y se le ve tan contento de estar allí que te contagia la alegría. Feliz, feliz.
Unos audiovisuales científicos obra de Videocratz acompañan al set espacial de Wooky, con el que el respetable empieza a moverse timídamente, mientras los graves amenazan con reventar los cristales de la Fabra i Coats, pero lo abandono para ver en la sala pequeña a Nev.Era (grandioso nombre), aunque los problemas técnicos retrasan el show. Finalmente, logran arrancar, dibujando con los audiovisuales un set humanista y concienciado. De vuelta a la sala grande, Eedl y Alba G. Corral empiezan media hora más tarde de lo que toca, pero el ambiente es tan relajado que al público tampoco parece molestarle demasiado. Porque la idea de este festival es deambular y dejarse llevar en un momento dado por un ritmo, un haz de luz. O quedar atrapado por las imágenes hipnóticas de Alba y las oleadas soñadoras de Eedl. Un set brevísimo (treinta minutos escasos), lamentablemente.
De nuevo en la sala pequeña, a Crisopa tampoco le chutan los audiovisuales, claro que podría tapar carencias con la increíble camiseta plateada ajustada que viste. Bromas aparte, las proyecciones no empiezan hasta transcurridos diez minutos. Mientras, de la introspección crispada del principio, él va cogiendo carrerilla, subiendo bpms y animándose más y más, para cerrar con aires de BSO. Alizzz tiene un toque que recuerda vagamente al jazz progresivo, sobre todo por esos teclados tubulares que salpican su set, que le dan a todo el conjunto un toque como de chill out de altas horas de la madrugada, aunque con puntuales escapadas al dance melancólico.
Lo primero que veo nada más volver a la sala grande para ver a Sistema es a Floex bailando con el gesto de felicidad que aún no se le ha borrado. No es para menos, porque el ambiente es más ligero y acogedor, gracias a su house suave y sus toques a los New Order circa 83, aunque el premio al baile se lo lleva Lone, que alterna interludios jazzy con ritmos más repetitivos y machacones.
A esas alturas ya estoy baldada, pero a la una empieza la estrella de la noche y última actuación: Actress. En cuanto empieza, aborto cualquier idea de huida de regreso a casa; su música tiene un algo magnético y poderoso que te deja clavada, una fuerza profunda y oscura. Agachado sobre el portátil, con una capucha, mueve la cabeza acompasadamente, ajeno a todo, como un monje, mientras el público trata de asirse a algún ritmo, con magros resultados. Hasta el final no ves a gente descoyuntada bailando, mientras él sigue absorto, a lo suyo. Su set sólo dura una hora. Corto, pero suficiente para salir de allí con el centro gravitacional cambiado.