Después de trece años de silencio, vuelve Whit Stillman con su discurso hipster de siempre (por algo es uno de los padres cinematográficos de dicha tendencia). El autor de ‘Metropolitan’ (1990), ‘Barcelona’ (1994) o ‘The Last Days of Disco’ (1998) estrena la comedia más desconcertante, singular y anacrónica de la temporada.
Los años pasan, las modas cambian y la realidad se transforma. Pero nada de eso parece afectar a uno de los creadores más personales y solipsistas del cine actual. Él sigue a lo suyo: jóvenes pijos, cultos, redichos y algo ingenuos, situados en espacios atemporales, que hablan (y hablan y hablan) sobre sus problemas sentimentales y dilemas existenciales.
Para Stillman el subgénero “comedia universitaria” no tiene nada que ver con desparrame sexual, juergas etílicas o combates entre populares y nerds. Su idea de “comedia universitaria” es una película como ‘Damsels in distress’, un elogio a la ironía y la perífrasis donde para hablar de sexo anal se acaba invocando hasta a los cátaros.
Comandadas por una magnética Greta Gerwig (de musa del mumblecore a reina absoluta del indie actual), el grupo de “damiselas en apuros” intenta mejorar su pequeño mundo por medio de acciones encaminadas a la prevención del suicidio estudiantil. En su lucha contra la depresión utilizan dos herramientas terapéuticas que definen la película cubriéndola de sarcasmo y ternura: la higiene por medio de una buena pastilla de jabón (el buen olor como antidepresivo) y los bailes demodé como medio para “intensificar y elevar la experiencia humana».
A pesar de su desaliño formal, su algo afectada excentricidad y sus bajones de ritmo, la película resulta tan encantadora y atractiva como el baile inventado (la “sambola”) o ese número musical final que homenajea a Fred Astaire y su película ‘Señorita en desgracia’ (1937), no por casualidad titulada en el original ‘A Damsel in Distress’. 7.