‘Matate, amor’: hacia lo salvaje

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‘Matate, amor’: hacia lo salvaje

Con las novelas de la colección Nueva Biblioteca de Lengua de Trapo ocurre como con las películas que se programan en el ciclo “Cine contemporáneo” de La Casa Encendida o en el festival de Gijón que dirigía José Luis Cienfuegos: puedes verlas/leerlas “a ciegas”, sin información previa, porque seguro que están bien.

El último ejemplo es ‘Matate, amor’ (así, sin tilde), la primera novela de la argentina Ariana Harwicz. Definido como un “thriller campestre”, el libro está protagonizado por una mujer que vive en una casa de campo, cerca de un bosque, con su marido y su hijo recién nacido. Por medio de un intenso monólogo interior, lleno de frases cortas donde cada punto parece la marca de un disparo, penetramos en la convulsa mente de una mujer acorralada, presa de su deseo insatisfecho, atenazada por un entorno deprimente, un marido anodino y un bebé molesto.

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Como la Christina del cuadro de Andrew Wyeth que ilustra la cubierta del libro, la protagonista se arrastra por el campo, deambula por el bosque, acecha a sus vecinos y espía a su familia. Como en el ‘Last Days’ (2005) de Gus Van Sant, la mujer pasea su depresión entre los árboles, agita su pulsión de muerte por la hierba, airea su oscuridad entre la maleza. Como en el ‘Anticristo‘ (2009) de Lars Von Trier, la esposa libera su animalidad en la naturaleza, de cuyo contacto emerge lo salvaje.

‘Matate, amor’ no es una lectura sencilla. Cuesta acostumbrarse a su ritmo, su estilo, y es fácil perderse entre expresiones y modismos argentinos. Pero el esfuerzo merece la pena. Es intensa, lírica y desgarradora. Una novela corta para leer de un tirón, como un poema. 7,5.

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