‘Like Someone in Love’: Reflejos de amor

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‘Like Someone in Love’: Reflejos de amor

“Lately, I find myself gazing at stars. Hearing guitars like someone in love”, cantaba Ella Fitzgerald en 1957. Una canción tierna y melódica como la nueva película de Abbas Kiarostami. La canción suena en el apartamento de uno de los protagonistas, un viejo profesor viudo que contrata los servicios de una chica de compañía. La relación entre estos dos personajes, seres solitarios en la noche de Tokio, será el motor argumental de ‘Like Someone in Love’.

La película, que forma parte de la programación del Atlántida Film Fest, está estructurada por medio de largas secuencias, deslumbrantes set pieces donde el director iraní demuestra su talento para la puesta en escena. Desde la secuencia de apertura, constituida por un dilatado plano fijo y su contraplano, hasta sus característicos planos desde el interior de los coches, Kiarostami exhibe su enorme capacidad para la narración esquiva, polisémica y poética.

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Un ejemplo de esto es la maravillosa secuencia donde la protagonista escucha los mensajes que le ha dejado su abuela mientras viaja en el interior de un taxi. El fuera de campo, el plano del rostro de la chica, el paisaje nocturno y casi abstracto que se cuela por la ventana y los reflejos sobre el vehículo de las luces de Tokio se combinan para componer un discurso lleno de significados y resonancias, de distintas capas narrativas y emocionales.

Cuando en el último tercio de la película aparece un tercer personaje, el novio de la chica, la atmósfera íntima, nostálgica y casi irreal conseguida por el director se rompe, apareciendo en su lugar un lúdico juego de identidades, un laberinto de espejos que recuerda a la anterior ‘Copia certificada’ (2010). A partir de ese momento ‘Like Someone in Love’ pierde parte de su encanto. Una magia que no recuperará hasta llegar a un final tan seco y abrupto como recibir una pedrada en la cabeza. 7,5.

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