A pesar de salir a la calle en agosto, el segundo LP de los canadienses Braids tiene un carácter totalmente invernal. Esta vez han dejado atrás la personalidad ondulante e hipnótica de ‘Native Speaker‘ para adentrarse por un camino de frías percusiones electrónicas minimalistas de ritmos enrevesados y teclados gélidos.

Que el grupo se apega a un sonido característico está fuera de toda duda, y sus influencias, muy concretas, no son moco de pavo. Si en su primer álbum la referencia era el ‘Feels’ de Animal Collective, en este han buscado inspiración en el ‘Vespertine’ de Björk, aunque también hay trazas de los últimos Radiohead en el sonido o de Kate Bush en ese halo de misterio que envuelve unas canciones que con facilidad superan los cinco o seis minutos.

La factura de los temas es impecable en cuanto a sonido. Construidos a partir de un loop, digital o de batería real, van creciendo a medida que se añaden trucos electrónicos o teclados atmosféricos, mientras la voz de Raphaelle Standell-Preston se mantiene impasible. Sin embargo, en lugar de llegar a un final catártico y «más grande que la vida», desaparecen con un fade out o se desintegran sus elementos hasta que no queda rastro de ellos, acentuando la tensión fría que invade todo el álbum.

La pega es que todos los cortes siguen más o menos ese patrón, sin dar al conjunto demasiada variedad. En ocasiones, la mezcla es adictiva (como en ‘Together’, donde cada nuevo añadido va adivinando el leit motiv de la canción). En otras puede acabar cansando. Esa falta de variedad no afecta tanto a los temas en particular como al conjunto del disco, donde la tensión presente es ideal para construir una narración completa pero que se queda en un conjunto de canciones frías y repetitivas. Eso sí, buenas canciones frías y repetitivas.

Calificación: 7/10
Lo mejor: ‘Together’, ‘Amends’, ‘Victoria’
Te gustará si te gusta: La Björk de ‘Vespertine’, Radiohead, Kate Bush, múm
Escúchalo: Pitchfork