David Byrne & St. Vincent: mucho más que un concierto

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David Byrne & St. Vincent: mucho más que un concierto

byrne.madCualquier elemento ligado a la figura de David Byrne es de sobra sabido que siempre queda fuera de lo corriente. Desde sus comienzos a finales de los 70 con Talking Heads dio una vuelta a la concepción de la música de aquella época con álbumes pioneros como ‘Fear Of Music’ (1979), claro antecesor del movimiento africanista o ‘Remain In Light’ (1980), cuyo sonido está bien presente en bandas actuales como Foals. Como bien saben todos los seguidores de la banda, Byrne no solo se ceñía a la música, sino también al aspecto visual que la acompaña, con memorables resultados como el logrado en la película-concierto ‘Stop Making Sense’ (1984). Desde aquellos primeros años hasta la actualidad, Byrne no ha parado de involucrarse en múltiples proyectos, como lograr sacar sonidos de una fábrica abandonada o escribir libros sobre sus andanzas en bicicleta o sobre cómo funciona la industria musical. Dentro de lo puramente ceñido a la música, su notable álbum junto a Annie Clark (aka St. Vincent), titulado ‘Love This Giant‘ y publicado hace un año, ha estado acompañado de una gira que hizo parada en el madrileño Teatro Circo Price el pasado jueves.

Sería por lo caro de las entradas (la de platea rondaba los 60 euros), pero por desgracia el Price apenas logró la media entrada y es una pena, porque no todos los días se tiene la oportunidad de ver a dos artistas en pleno estado de gracia (Clark nos ha dado sobradas razones con sus últimos álbumes y conciertos en solitario y Byrne sigue permanentemente al pie del cañón por muchos años que pasen. Ya quisiéramos muchos una madurez como la suya), a sabiendas además de que lo que se iba a presenciar seguramente sobrepasaba el prisma de la música. Había caras conocidas que no quisieron perderse el show, como el director de cine Fernando Trueba o la ex ministra de cultura Ángeles González-Sinde y el resto de los mortales estábamos también deseando averiguar lo que tan buena pareja era capaz de ofrecernos. Entrabas al recinto y te recibían sonidos de pájaros, primera señal de lo poco común del evento. Cuando se apagaron las luces y entraron todos los músicos recogiendo sus instrumentos del suelo (como era de esperar a juzgar por ‘Love This Giant’, los vientos eran el elemento dominante), la expectación era máxima.

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Después de ver muchos de los vídeos de David Byrne tanto con Talking Heads como en solitario, el factor sorpresa ya no es tan grande, pero siempre es agradable comprobar lo que el artista tiene entre manos: con la batería y los teclados en el fondo y a ambos lados del escenario, el protagonismo era tanto para Byrne y Clarke como para la sección de viento, en constante movimiento por las tablas y con algo preparado para cada canción, como la representación de un bosque en el tema ‘The Forest Awakes’, haciéndonos vivir una obra de teatro y un concierto casi a partes iguales. La puesta en escena, con un logrado juego de luces y sombras, hacía que rara vez cayera el concierto en la monotonía.

En cuanto al repertorio, de una hora y tres cuartos de duración (bis incluido), no se limitaron a los temas de ‘Love This Giant’, adaptando al sonido del disco (es decir, con los vientos al frente) canciones de variopinta procedencia, con clásicos de Talking Heads como ‘This Must Be The Place’ o ‘Burning Down The House’, canciones de Byrne en solitario (‘Like Humans Do’) o temas de St. Vincent (‘Cheerleader’ o ‘The Party’, que protagonizó uno de los mejores y más emocionantes momentos del concierto). De entre los temas conjuntos, destacaron ‘Who’ o ‘I Am An Ape’, pero no hizo falta que interpretaran esas canciones para tener un protagonismo al 50%, ya que en ningún momento presenciamos un show de egos, estando ambos artistas a la misma altura en todos los sentidos, con Byrne y su divertida personalidad (no faltaron sus extraños bailes) y el torrente de voz y habilidad a las seis cuerdas de Clark. Con la eterna ‘Road To Nowhere’ pusieron al público en pie y se despidieron, manteniendo vivo el espectáculo hasta sus últimos segundos, ya que toda la banda siguió tocando el último tema mientras salían de escena y aún podía escuchárseles desde bambalinas. Con un show ensayado al milímetro, tal vez faltó espontaneidad, pero entendemos que no se puede pedir todo a la vez. David Byrne y Annie Clark nos dieron justo lo que esperábamos de ellos, que no es poco. 7,5.

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