Este primer trabajo de Pep Domingo, que firma como Nadar en homenaje al fotógrafo francés del siglo XIX conocido por sus retratos, se desarrolla a lo largo de cuatrocientas páginas, una extensión proporcional a la pelea constante de sus protagonistas por salir adelante. Estos se abren un camino en paralelo al que esta novela gráfica empieza a recorrer tras el interés del mercado francés y alemán por editar esta ópera prima que echa a andar gracias a la beca Alhóndiga -hoy desaparecida y que daba a conocer trabajos como ‘Cenizas’ de Álvaro Ortiz– y a Astiberri, que ha participado gratamente en su trayectoria.
En ‘Papel estrujado’ su autor se recrea en los detalles, en la omisión de diálogos, en la composición de las viñetas y en los tiempos, en el comportamiento de las relaciones humanas y en sus consecuencias. Del mismo modo que las matemáticas están ahí en el día a día de manera imperceptible, el castellonense Nadar hace del relato una sutil ecuación que concentra, desde los dibujos de la primera historia que da arranque, cosas como la soledad que escolta a los personajes. El escenario se abre, sin barroquismos y en pocas palabras, con un paseo por el campo entre un niño y un adulto. Esas cuatro páginas iniciales sirven para sintetizar múltiples sentimientos. Estamos ante un punto de partida que nos recuerda la complejidad del ser humano bajo una narración comprensible, aunque tan silenciosa como un mantra de ciencias exactas.
El estilo de dibujo de Nadar, siendo su mayor fuerte la trama y el goteo de información que va apoderándose del lector, ha sido comparado al de Frederik Peeters o a Mazzucchelli. Los movimientos y encuadres tienen alguna influencia manga, aunque lo verdaderamente llamativo es cómo se encajan los tiempos narrativos de dos personajes clave: Javi, un adolescente que deja de estudiar por un trabajo de matón de barrio, y Jorge, un hombre triste que ha encontrado trabajo en una fábrica de carpintería y arrastra un peso muy fuerte de culpabilidad. Una historia de vidas cruzadas que indaga en el dolor y lo comparte, más que alimenta el drama o busca la emoción convencional. 8,75.