‘3 bodas de más’, 3 ex novios de menos

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‘3 bodas de más’, 3 ex novios de menos

3bodasHay una secuencia en ‘3 bodas de más’ que resume las intenciones y los logros de la nueva comedia de Javier Ruiz Caldera. La protagonista (una fantástica y divertidísima Inma Cuesta), en un arranque de ternura muy de comedia romántica, acepta bailar con un adolescente en la primera de las bodas a la que asiste. Al rato, en un giro digno de los hermanos Farrelly, descubre que el chaval tiene una enorme erección. Para evitarle la vergüenza, lo coloca a su espalda e intentan salir juntos de la pista como en una reinterpretación, en clave femenina, de la famosa escena entre Cary Grant y Katharine Hepburn de ‘La fiera de mi niña’ (1938). Luego, en una nueva pirueta cómica que podría firmar el Blake Edwards de ‘El guateque’ (1968), vemos cómo los invitados confunden esa “huida” como el inicio de una conga. Se monta el baile y, en otro giro más, vuelve el romanticismo con un simple “cambio de dirección”.

Una secuencia brillante donde se dan la mano el romanticismo, la comedia generacional, el humor soez, el guiño cinéfilo, la screwball comedy y la perspectiva de género. O, lo que es lo mismo, la nueva comedia americana. Tradición y modernidad en perfecta armonía. Un afortunado cruce entre los Farrelly, ‘La boda de mi mejor amiga’ y unas gotas de chick-lit nerd. De hecho, el elemento más “español”, Rossy de Palma haciendo de gritona “chica Almodóvar”, es precisamente el que más chirría.

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‘3 bodas de más’ tiene una primera parte, hasta el final de la primera boda, excepcional; un prodigio de eficacia cómica, precisión rítmica, selección -entre irónica y nostálgica- de la banda sonora, y talento interpretativo. A la protagonista le rodean un grupo de secundarios memorables, destacando el surfero vasco interpretado por Paco León, la “zorra” parapléjica a la que da vida Bárbara Santa Cruz, la siempre tronchante Silvia Abril, un estupendo Berto Romero y un Quim Gutiérrez que, tras ‘Primos’ (2011) y ‘La gran familia española’ (2013), vuelve a demostrar su habilidad para la comedia.

El problema es que, a partir de esa primera boda, la película pierde fuelle. La segunda boda, muy berlanguiana, no está tan lograda, aunque continúa funcionando. No así la “tercera”. El desenlace, como suele pasar también en la mayoría de los modelos en los que se inspira el director, acaba resultando insatisfactorio. Una precipitada y anticlimática resolución que, sin embargo, no empaña los méritos de una de las comedias más divertidas de la temporada. 8.

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