«¡Albricias! ¡Al fin alguien se ha dignado a adaptar uno de mis mockurealities (porque nadie se traga que esto es 100% verídico, ¿cierto?) favoritos!». Eso fue lo que pensé al ver que laSexta se había atrevido a hacer una versión cañí de ‘Undercover Boss’, un programa de pseudorrealidad que triunfa en lo peor de las teles norteamericanas.
La trama es la siguiente: un buen día, el consejero delegado de una gran empresa decide dejar de ver los toros desde la barrera (en el mejor de los casos) o desde el palco (en el peor), para bajar al ruedo y -tras una transformación con una buena dosis de chapa y pintura por delante para que nadie le reconozca- ver de primera mano cómo es el trabajo de sus empleados. Después, obviamente, en una reunión personal, el jefazo descubre todo el pastel.
En su versión española, la idea es más o menos la misma, aunque el programa tiene unas importantes carencias. Si bien el proceso de integración e infiltración funciona divinamente, es precisamente en la segunda parte del programa donde todo falla catastróficamente. Desconozco si se trata de una cuestión de falta de humildad, de idiosincrasia española o simplemente de que la mentalidad empresarial en nuestro país es de lo más barriobajera, pero para mí el punto esencial de ‘Undercover Boss’ es cuando los directivos se reúnen con el cuadro medio de la empresa y ponen de relevancia qué funciona mal.
Recuerdo específicamente el caso de un hotel, cuyo proceso de check-in era largo como un día sin pan. El directivo responsable se excusaba diciendo que estaba diseñado a conciencia para durar cinco minutos… pero nadie se había dado cuenta de que en la vida real aquello se alargaba hasta la náusea. Esa parte desaparece totalmente en nuestra versión, en la que la empresa es algo así como un ente superior del que jamás sale una decisión desafortunada o errónea. La empresa siempre tiene la razón.
Pero es que además, no sé si por la mentalidad estadounidense, esa que cree a pies juntillas que basta con trabajar duro para salir del agujero (por mucho que sea un espejismo), los responsables del programa tratan de buscar y poner de relevancia a personas que hacen su trabajo lo mejor posible, por duro, difícil, asqueroso o estúpido que fuera. Si bien en el caso del segundo capítulo, el de la empresa de recogida de residuos, esto prácticamente se ha cumplido, en el resto no. El jefe del Domino’s Pizza ha terminado echando el rapapolvo a los últimos monos de la empresa (los repartidores) por no querer quedarse más tiempo del estipulado en sus contratos (!), y el jefe de Wogaboo tenía el cerebro tan lavado por su filosofía del «fun eating» que al final no se da cuenta de que los clientes son los clientes, y es necesario poner límites.
Más me ha dolido -a título personal- ver a una persona con la que he tenido el placer de trabajar, y que yo considero una de las mejores profesionales de la hostelería que conozco, reflejada como una Señorita Rottenmeier cualquiera. Aun así, lo que más me escama es que lo que le falta a ‘El jefe infiltrado’ de laSexta es un buen examen de conciencia a todos los niveles en la empresa: qué estamos haciendo mal, qué estamos haciendo bien, qué podemos mejorar y qué no estamos llegando a transmitir correctamente. Si a eso le sumamos que muchos de los «premios» que se ofrecen a los trabajadores no han sido más que meros reconocimientos que deberían haberse hecho hace años (ascensos que han tardado demasiado en llegar, o a personas que prácticamente ya hacían ese trabajo sin percibir la remuneración correspondiente) la adaptación se queda en algo tremendamente descafeinado.
Calificación: 4/10
Destacamos: que este programa nos va a dar una mejor visión -si cabe- del empresario español.
Te gustará si: se te revuelven las tripas con las injusticias laborales.
Predictor: fue uno de los mejores estrenos de laSexta hasta la fecha. Pinta bien.