La segunda jornada del Low Festival empezaba tarde, puesto que hasta las nueve, lo más interesante para abrir boca era uno de los cabezas de cartel del día, The Horrors (con todos mis respetos a los trillados Yuck). Los británicos presentaron su reciente disco, ‘Luminous’, un título que contrasta con su música oscura y su apariencia darks. Sus temas comenzaron a sonar en el escenario Budweiser aún de día, lo cual no terminaba de encajar con los sonidos y los juegos de luces del escenario. Fue en la segunda mitad del concierto cuando despegaron, con la caída de la noche y la subida del volumen de los altavoces. La banda, fiel a su estética, rezumaba una actitud que congregó a un público algo más adulto que el de la jornada anterior. ¿Fans de Massive Attack haciendo tiempo?
La personalidad de este Low Festival, su ambición por medirse con los grandes festivales nacionales –este año cuenta por primera vez con ocho escenarios-, apostaba por unos Massive Attack con un cuestionado espectáculo (por no ser tan «nuevo» como prometieron ellos mismos) que provocó en el pasado Sónar respuestas contradictorias. Se acercaba su hora y el silencio empezó a reinar en el recinto del festival. Un silencio que, de hecho, parecía obligatorio porque el concierto de Corizonas acabó antes de hora y hubo retrasos en los siguientes. Seguimos sin entender cómo una banda tan grande como Massive Attack -o Portishead el año pasado- imponen que en un festival nadie más toque mientras están en el escenario. ¿Pretenden que todo el mundo les vea a ellos y solo a ellos? ¿Desprecian la oferta del resto de grupos o es una cuestión de inseguridad?
En cualquier caso, tras 20 minutos de retraso, el gran cabeza de cartel de la presente edición inundó al público de sus mensajes políticos con unos visuales algo pobres, si los enmarcamos en pleno 2014 (y si no que se lo digan a Pet Shop Boys) aunque hipnotizantes al son de su música. Con continuos ataques a las marcas, la industria farmacéutica y la clase política, la mayoría de ellos traducidos al español, los de Bristol hicieron de las suyas en un estado de misticismo perpetuo, a ritmo de ‘Battlebox 001’, ‘Angel’ y la siempre aclamada ‘Teardrop’. Durante el último tema, el conflicto palestino-israelí salió a relucir, recibiendo aplausos del todo espontáneos por parte del público.
Finalizado el show, era la hora del espectáculo de Editors. Mientras Second denunciaban explícitamente en el escenario Matusalem que Massive Attack no quería coincidir con ningún otro grupo, en el escenario principal los ingleses ofrecieron un concierto correcto, sin grandes sobresaltos. Contaron con el potencial de temas como ‘Sugar’, con la que decidieron iniciar su repertorio, ‘Munich’ o ‘A Ton of Love’, las cuales se sucedieron con un sonido impecable.
A toda prisa fuimos al escenario 2 para disfrutar de unos de los hypes del año ¡y qué hype! MØ, la dueña de la trenza más famosa de 2014 (aunque esta vez se la había dejado en casa) levantó el ánimo y puso a sus asistentes del revés. Abrió con ‘Maiden’, dando una pequeña demostración de lo que estaba por llegar. ‘XXX 88’ puso de manifiesto la siempre puntera producción de Diplo confirmando lo que ya casi habíamos olvidado: un festival es una fiesta y está para desmadrarse. ‘Waste Of Time’ y ‘Red In The Grey’ trajeron los sonidos más electrónicos. Para el cierre, como no podía ser de otra forma, ‘Don’t Wanna Dance’, con la que reveló que ella sí que baila, y mucho, ejercitando un espectáculo plagado de coreografías imposibles y que contó incluso con lanzamiento al público. Demostró que el calificativo de diva, utilizado últimamente muy a la ligera, le viene como anillo al dedo a la escandinava. Por si alguien tenía dudas, MØ ha llegado para quedarse.
De vuelta al escenario principal, del futuro regresamos al pasado. ‘Where are you, people?’, es lo que debió preguntarse We Have Band, que acabaron demostrando que sólo de singles vive el hombre… al menos en festivales. Cuando sonaron las canciones de su último disco, el ambiente se vino abajo, y, aunque las menos movidas, como es el caso de ‘Someone’ y ‘Modulate’ fueran un sí rotundo gracias a sus deliciosos riffs electrónicos, parecía que la gente no estaba en esas. Sólo los temas míticos de WHB, como ‘Oh!’ o ‘You Came Out’ calaron en la audiencia, pese al empeño que puso el trío para animar el ambiente.
Y mientras la noche llegaba a su fin para muchos, comenzaba el turno de SebastiAn. El primo hermano de Justice verificó que era digno de pertenecer al sello Ed Banger y ser aún leyenda viva de la gloriosa electrónica francesa de la primera década de los 2000. Trajo consigo, casi de golpe, los elegantemente machacones ritmos que la noche no nos había dado aún. Apropiado, muy mucho para las cuatro de la madrugada, supuso una inyección de energía para una jornada marcada por la calma que hasta el momento se había vivido en el escenario Budweiser.
¿Y después? Elyella. El dúo continuó con la fiesta y sus cortos remixes. Junto con Eme Dj (que no estaba en el cartel), se han convertido ya en todo un clásico para el cierre de los festivales gracias al carisma de sus integrantes. El desmadre de la jornada de sábado festivalero tardó en llegar, pero llegó.