Con su segunda edición en marcha, el festival Villamanuela debería quedarse como una fecha permanente en la mente de todos los madrileños. Tras una fiesta de presentación que tuvo lugar el pasado miércoles en Siroco, el grueso del evento se desarrolla entre las salas TClub y Ochoymedio, habiendo dos escenarios en la primera y uno en la última, con una propuesta que va desde el kraut-jazz-psych-rock de bandas como Cave hasta la electrónica de Optimo o Holy Fuck, pasando por sonidos más bestias, como el doom metal de Pallbearer. No todo en Villamanuela es música, pues también merece la pena prestar atención a las diversas exposiciones o a la propuesta gastronómica dispuesta entre Malasaña y Conde Duque. A continuación y centrándonos en la música, pasamos a relataros lo presenciado en las dos primeras jornadas.
Mereció la pena acudir pronto al festival, pues los primeros en el cartel y en El Cielo de TClub eran Cave, quienes desde Chicago vinieron a presentar los temas de ‘Threace’ un excelente trabajo que vio la luz el año pasado. Fueron temas como ‘Sweaty Fingers’ o ‘Arrow’s Myth’, instrumentales, de dilatada duración y con multiples texturas, tocando géneros como la psicodelia o el jazz de bandas como Soft Machine, los protagonistas de un concierto breve pero que hizo volar a todos los presentes. No son en realidad muchos los elementos que emplea el quinteto: guitarras, bajo, batería, sinte y saxo, pero la magia radica en la perfecta manera de combinarlos. Por si eso fuera poco, la banda no se limitó a reproducir lo logrado en el álbum, sino que improvisó sobre los temas y los mejoró aún más si cabe. No se puede decir de todas las bandas, pero Cave tienen el privilegio de sonar aún mejor sobre un escenario que en el estudio. Muy difícil se lo pusieron a los demás en llegar el jueves.
Damon McMahon, bajo su alias Amen Dunes, salió al escenario Mahou del TClub en formato trío acompañado por un teclista/guitarrista y un batería. Sus compañeros en el escenario aportaban un discreto colchón, pues lo fundamental era la guitarra y voz de McMahon. Con su folk psicodélico y un reciente trabajo titulado ‘Love’, nos ofrecieron un relajante e hipnótico set, con temas como ‘Lonely Richard’. Tal vez fue un pequeño bajón para quien antes había visto el post punk de Girls Names en el mismo escenario, pero sin duda mereció la pena prestar atención a la delicadeza de las composiciones de McMahon.
Podríamos pararnos a discutir sobre cuál fue el mejor concierto de la primera jornada, pero no cabe duda de que uno de los más anticipados fue el de Bombino. El guitarrista Tuareg se ha convertido en muy poco tiempo en una sensación, especialmente tras haber grabado su último álbum, ‘Nomad’, con Dan Auerbach de The Black Keys. Aunque su música puede pecar de repetitiva en algunos momentos, el hecho es que Omara Moctar pusieron patas arriba el escenario Mahou. Con el objeto de representar sus dos facetas, comenzaron calmados, con unos temas en formato acústico, para a continuación cambiar las acústicas y la percusión por eléctricas, batería y bajo y hacernos bailar hasta la extenuación. Los presentes celebraron cada tema de Moctar y su banda y el de Níger parecía sobrecogido ante los vítores, mostrándose tímido ante su público pero muy agradecido. Eso sí, no mostró timidez alguna a las seis cuerdas, dejando claro su virtuosismo, pero nunca llegando al exceso.
El viernes, aunque había alternativa a la misma hora, no parecía haber mejor bálsamo para los oídos tras una dura jornada laboral que el folk ensoñador de Marissa Nadler. Con el estupendo ‘July‘ en la retina y acompañada muy acertadamente al sinte y al cello por Janel Leppin, la de Washington D.C. dejó boquiabiertos a los que poco a poco se iban congregando frente al escenario Mahou. Su sencillo y atmosférico show estuvo basado principalmente en las canciones de su último trabajo, destacando las maravillosas ‘Drive’, ‘Firecrackers’ o ‘Dead City Emily’, dejándonos un regusto a las exquisitas maneras de Hope Sandoval.
Cambiando completamente de tercio, en el Ochoymedio tocaba presenciar los atronadores acordes de Pallbearer, quienes como sus compañeros de gira YOB (también participantes en el festival), practican un doom metal que bebe de clásicos como Electric Wizard, pero con un enfoque más atmosférico, más cercano a otros grandes como Neurosis. Aunque la asistencia a su concierto apenas rozó el medio aforo, eso no detuvo al cuarteto de Little Rock para descargar toda la furia y melancolía de temas como ‘Worlds Apart’, perteneciente a ‘Foundations Of Burden’, su último trabajo.
El testigo que habían dejado Cave la jornada anterior en El Cielo de TClub lo recogerían Magik Markers en el mismo escenario un día después. El listón había quedado bien alto, pero Elisa Ambrogio y su banda no tardaron en superarlo con un concierto apoteósico, donde dominó el ruido, evocando a los Sonic Youth más caóticos en algunos momentos, como en la brutal ‘Bonfire’. Ambrogio es una frontwoman con un magnetismo increíble, maltratando su ya maltrecha guitarra para añadir caos al caos. En los primeros tiempos de la banda, la locura sobre el escenario era total, pero con trabajos como ‘Surrender To The Fantasy’, último hasta la fecha, la banda de Hartford estructuran más sus canciones y también muestran una faceta melódica, como hicieron con temas como ‘Crebs’. Enormes.
Entre los muchos aciertos con los que cuenta Villamanuela, los clásicos The Ex, que siempre serán bienvenidos y más cuando hacen lo posible por no vivir de la nostalgia de su legado y se mantienen bien vivos con competentes trabajos como ‘Catch My Shoe’. Su eterno espíritu punk permanece y por mucho que pasen los años, los holandeses siguen transmitiendo una sensación de inquietud y visceralidad en sus shows. Acordes destartalados de guitarras aún más destartaladas y temas como ‘Maybe I Was The Pilot’ pusieron a dar saltos a los presentes frente al escenario Mahou.