Nicki Minaj / The Pinkprint

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Nicki Minaj / The Pinkprint

nicki minajDice Nicki Minaj que ‘The Pinkprint’, su tercer disco, cambiará las reglas del juego del hip-hop. Para empezar, su título, un obvio guiño a ‘The Blueprint’ de su gran ídolo Jay-Z, inspira ambición y promete la llegada de algo importante, algo que ha de dejar «huella» en la industria y ha de influir a generaciones posteriores, como Jay-Z efectivamente ha conseguido. Pero el contenido de ‘The Pinkprint’ no sugiere tal cosa; más bien, el nuevo álbum del gran icono del hip-hop (masculino y femenino) convence, entusiasma, incluso emociona, tanto como decepciona, precisamente porque no va más allá de lo conocido, siendo ‘Anaconda’ por supuesto la única excepción. Y eso que el disco está lleno de grandes colaboraciones, con Beyoncé, Ariana Grande y Jessie Ware entre sus invitadas destacadas.

Ya hemos hablado largo y tendido sobre la absurda e increíble ‘Anaconda’. Es, como sabéis, el gran hit de ‘The Pinkprint’ y con motivo. Desde luego, pocas canciones han salido en los últimos años capaces de samplear de una forma tan bestia una canción como ‘Baby Got Back’ de Sir Mix-A-Lot y resultar a su vez igual de impactantes y cargadas de identidad propia. ‘Anaconda’ es, en una palabra, un clásico, y su base solo sirve para recordarnos que, cuando se samplea bien, la música pop puede darnos momentos absolutamente hilarantes (y si no que se lo digan a Kanye West).

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Pero Minaj no parece muy interesada, a tenor de una de sus últimas entrevistas, en hablar de ‘Anaconda’. Tanto es así que el único éxito de verdad de ‘The Pinkprint’ ocupa en el álbum un discreto puesto 12, como si su autora se hubiera dado cuenta solo en los últimos meses de que ‘Anaconda’ no representa en absoluto la línea artística de su nuevo disco. Minaj ya había declarado antes de esta canción que en su tercera entrega volvería a sus orígenes hip-hop, por lo que no extraña que la mayoría de las pistas contenidas en ‘The Pinkprint’ sean medios tiempos; empezando, claro, por esa apertura autobiográfica titulada ‘All Things Go’ en la que Minaj confiesa un aborto o se muestra agitada por el efecto que su enorme éxito ha tenido en su familia… por no hablar de la mención al asesinato de su primo Nicholas Telemaque en 2011.

‘The Pinkprint’, pues, promete desde el principio un concepto más serio que el «my anaconda don’t» y propone, con resultados dignos pero nada innovadores, una colección de canciones mucho menos desenfocada que ‘Pink Friday: Roman Reloaded‘ y, por lo general, sólida. Los momentos blanditos tipo ‘Bed of Lies’, el aburrido single junto a Skylar Grey con el que Minaj no ha dejado de insistir recientemente, se cuentan con los dedos de una mano y los que le dan al hip-hop más insulso, como por ejemplo ‘Favorite’, también. No deja de entristecernos, sin embargo, que ‘The Pinkprint’ se aferre tanto al hip-hop más conservador cuando, dadas las raíces caribeñas de Minaj, que es de Trinidad y Tobago, temas como la caliente y sabrosona ‘Trini Dem Girls’, producción de Dr. Luke y cía, podrían haber sido mucho más de lo que son. Pero, al mismo tiempo, si Minaj sigue dándonos momentos tan portentosos como su rap en ‘Lookin Ass’ de Yung Money, entonces que sea todo lo conservadora que quiera. Al fin y al cabo, nadie espera, a estas alturas de su carrera, que Minaj salga con un ‘Yeezus‘. Ya lo sacará.

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Porque lo mejor de Minaj sigue siendo su innegable talento para el rap. Su verso frenético ofrece en ‘The Pinkprint’ instantes tan emocionantes como ‘Want Some More’, donde rapea con un ímpetu de lo más irónico sobre la envidia que su éxito produce en las personas que nunca creyeron en ella. En la atmosférica ‘I Lied’, el modo en que la rapera empuja ciertas palabras es escalofriante. Y en la inquietante y tenebrosa ‘Only’, la del «lyric video» polémico (ahora con vídeo de verdad), Minaj vuelve a demostrar que convence lo mismo yendo de broma como en ‘Anaconda’ que de autoritaria. Su verso tiene poder y lo sabe. ¿A alguien le extraña lo rica que se ha hecho?

El problema es que Nicki Minaj no ha terminado de entregar en ‘The Pinkprint’ el material más adecuado a la altura de su talento. Buenos temas haylos, ahí están las tres grandes colaboraciones mencionadas al principio, la divertida ‘Feelin’ Myself’ junto a Beyoncé (cómo les gusta revolverse en la nieve a las estrellas, ¿eh?), ‘Get On Your Knees’ junto a Ariana Grande, toda una «sexy jam» de lo más sensual, ‘The Crying Game’ junto a Jessie Ware, tan elegante y sutil como cabe esperar de la autora de ‘Tough Love‘; o, por otro lado, la juguetona ‘Four Door Aventador’, de vigorosos ritmos y texturas, y la mencionada ‘All Things Go’. Pero el impacto de estas canciones no es tan fuerte como cabe esperar, en tanto que ni Dr. Luke entrega en ‘The Night Is Still Young’ una de sus producciones más memorables ni el sample de ‘Stay’ de Henry Krinkle en ‘Buy a Heart’ junto a Meek Mill está especialmente aprovechado. No es ‘Anaconda’. Y ya no hablemos de la soporífera ‘Pills N’ Potions’… ¿alguien se acuerda de que tiene hasta vídeo?

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Resultando en su totalidad más sólido que ‘Roman Reloaded’ y que el irregular ‘Pink Friday‘, ‘The Pinkprint’ no termina de ser ese gran disco que esperábamos de Nicki Minaj justo en el momento en que ha de consolidar su estatus como rapera más influyente con un álbum bueno de verdad. Su conservadurismo funciona pero no a un nivel espectacular, y es por este tipo de discos que no extraña que Minaj haya pasado totalmente de España en su gira europea. No es que nuestro país sea un gran consumidor de hip-hop, pero si hay un icono del hip-hop que debería poder vender bien en España, ese es Minaj. Ay, si solo se hubiera atrevido un poco más

Calificación: 6,5/10
Lo mejor: ‘Anaconda’, ‘Only’, ‘All Things Go’, ‘Feelin’ Myself’, ‘The Crying Game’
Te gustará si te gusta: Drake, Kanye West, Rihanna

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