‘Respire’: Mélanie Laurent nos deja boqueando

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‘Respire’: Mélanie Laurent nos deja boqueando

melanie-respireCuando una estrella y sex symbol de Hollywood pasa de los cuarenta tiene dos opciones: o se mete en el quirófano o se hace directora. La tercera opción, no hacer nada, equivale a pasar el resto de la carrera interpretando a la madre de la nueva estrella y sex symbol de Hollywood. Angelina Jolie, que este año cumple los cuarenta, es un ejemplo de lo segundo: ha empezado a dirigir como si no hubiera mañana (o como si fuera James Franco). Ya tiene casi lista ‘By the Sea’, que también escribe e interpreta, y ha anunciado su nuevo proyecto, ‘África’, un biopic (otro) sobre un paleontólogo.

Todo esto viene a colación porque precisamente en ‘By the Sea’ interpreta un papel una de las actuales estrellas y sex symbol del cine francés: Mélanie Laurent. La protagonista de ‘Malditos bastardos‘ (2009), ‘Beginners’ (2010) o ‘Enemy‘ (2013), tiene un Cesar (‘Je vais bien, ne t’en fais pas’), publicó un estupendo disco en 2011 junto a Damien Rice (‘En t’attendant‘) y, sí, aunque no tiene cuarenta años (tiene treinta y dos), también es directora. ¡Y qué directora!

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Siguiendo la estela de Valérie Donzelli y su extraordinaria ‘Declaración de guerra‘ (2011), Laurent ha escrito y realizado una de las mejores películas francesas del pasado año. Tras debutar con la estupenda aunque algo irregular ‘Les adoptés’ (2011), la directora francesa dejó boqueando a medio Cannes (y luego a medio Gijón) con su segunda película, ‘Respire’, una adaptación muy libre de ‘Respira’ (Siruela), aquella novela de la jovencísima Anne-Sophie Brasme que arrasó en Francia en 2001.

Podríamos definir ‘Respire’ como un afortunado cruce entre ‘La vida de Adèle‘ (2013) y ‘My Summer of Love’ (2004), la extraordinaria aunque algo olvidada película de Pawel Pawlikowski (director de ‘Ida‘). Una historia de amistad y atracción adolescente que, poco a poco, se va transformando en un intenso y claustrofóbico drama sobre una pasión irrespirable, en el retrato de una relación de dependencia emocional profundamente tóxica y dañina.

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La directora comienza utilizando planos cercanos y muy cerrados como forma de transmitir la intimidad, la sensualidad y el alto grado de complicidad que se establece entre las dos amigas (fabulosas las dos actrices). Un rigor estilístico que en un momento dado se rompe. Una de las protagonistas se adentra en el lago y la vemos filmada desde muy arriba, empequeñecida por la mirada opresiva de su amiga que la sobrevuela en una avioneta. A partir de esa secuencia, clave desde un punto de vista dramático y expresivo, la cámara ya no acariciará más a las dos adolescentes. Al contrario: apresará a una de ellas, la aprisionará hasta no dejarla respirar.

Laurent maneja muy hábilmente diferentes metáforas asociadas a la respiración, a la falta de aire: las crisis asmáticas, los ataques de ansiedad, el tabaquismo de una de ellas, la asfixia… Metáforas que explican muy bien la naturaleza destructiva de la relación y que son amplificadas mediante el sonido, a través de ese continuo pitido que parece la proyección sonora de la respiración silbante de un asmático. Un crescendo dramático que deriva en un final a lo Haneke que, (tomo aire…) no por esperado (y más si conoces la novela) resulta menos impactante. Una película para ver con un broncodilatador cerca. 8,9.

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