Rakim Mayers, nombre real de A$AP Rocky, parece haber sido uno de los triunfadores del reciente Sónar 2015, demostrando la pujanza de una generación de raperos que parece elevar el nivel artístico y comercial del género. Es muy cierto que el nombre más popular del crew A$AP Mob tiene un toque especial, aparte de ser agraciado físicamente y apostar por una estética cuidada más allá de los arquetipos de la cultura hip hop (aunque también tiene mucho que ver, no se puede negar). Es innegable que tiene algo que eleva su flow y su dirección artística por encima de buena parte del resto de raperos actuales y le permite conectar con un público amplio. Lo logró con su debut oficial ‘Long.Live.A$AP‘ y vuelve a lograrlo con su segundo largo, ‘At.Long.Last.A$AP’, que rinde homenaje a A$AP Yams, el fallecido productor de su crew (suya era la mancha cutánea que Rocky luce en la portada). Pero, del mismo modo que saca partido a sus méritos, comete los mismos errores que a algunos nos hacían dudar del valor de aquel primer disco.
La clave en el estilo de Rocky está en su capacidad para cantar a la vez que rapea, y al revés. Eso hace que sus canciones puedan presumir, como pocas, de ganchos melódicos que nos familiaricen con ellas y hagan más sencillo empatizar de lo que es habitual en este género. Tiene un don y, sobre todo, sabe imponerlo para que su figura siempre sobresalga ante la pléyade de productores y colaboradores ilustres que, como ocurría en ‘Long.Live.A$AP.’, invaden esta nueva obra. Así, con un mayor protagonismo en la producción de Danger Mouse y la introducción en el elenco de Hector Delgado y Juicy J, ‘At.Long.Last.A$AP’ vuelve a ser un buen tratado del sonido hip hop 2015, con altas dosis de trap, y concentra, especialmente en su primera mitad, un notable puñado de temas al más puro estilo Rocky como ‘Canal St.’, el psicodélico single ‘L$D‘, la interesantísima ‘Fine Whine’ (con M.I.A. y Future emergiendo para romper la inicial cadencia narcótica), la tarareable ‘Excuse Me’ o una vibrante ‘Electric Body’ a dúo con Schoolboy Q. Solo Kanye West, que produce la gran ‘Jukebox Joints’ en una línea mucho más próxima a ‘Late Registration’ (merced a unos fantásticos samplers de Smokey Robinson & The Miracles y los Future 2000 de Tony Aitken) que a ‘Yeezus’, consigue imponer momentáneamente su papel al del joven rapero de Harlem.
Otro gran hallazgo de Mayers para ‘At.Long.Last.A$AP’ es Joe Fox. Se trata de un cantante callejero que él y Delgado descubrieron en la puerta de un Starbucks de Londres y al que invitaron a grabar algunos cortes para usarlos como base de algunos temas. Amén de en las citadas ‘Jukebox Joints’ y ‘Fine Whine’, el resultado es bastante potente en el inicial ‘Holy Ghost’. Fox alcanza tanto peso que incluso ‘Max B’ y ‘Pharsyde’ (Gorillaz han triunfado por temas como este) se sostienen gracias, sobre todo, a las aportaciones de Fox. Son, junto a la tan divertida como ortodoxa ‘Waybone’ junto a Juicy J y UGK, los últimos coletazos de la parte más atinada de este álbum, que en su fase final adolece de mesura y se extiende de forma gratuita y tediosa con naderías estándar como ‘West Side Highway’ (con la voz de James Fauntleroy -creador de buena parte de ‘Rated R’ y ‘The 20/20 Experience’), ‘Better Things’ (vergonzosa, y no solo por las citas a Rita Ora) o ‘M’$’ (la cuota del cada vez más insignificante Lil Wayne). Así las cosas, reservar ‘Everyday‘ para los instantes finales, se vuelve totalmente en su contra: llegados a este punto, ni la retahíla de héroes de la actualidad pop como Hudson Mohawke, Mark Ronson, Emile Haynie, Miguel, ni por supuesto el propio Rocky, son capaces de ocultar la bisoñez de este tema cuyo único chiste es el sampler del conocido ‘In A Broken Dream’ interpretado por Rod Stewart, que exprimen con poca imaginación. Más allá de ese primer y prestado verso, la nada.
Esas flaquezas sitúan ‘At.Long.Last.A$AP’ lejos de la vara de medir que ha establecido Kendrick Lamar con la edición de ‘To Pimp A Butterfly‘, y más aún cuando nos detenemos en los textos de Rocky. Pese a la solvencia y personalidad de su rima, pese a las aspiraciones espirituales del primer corte y el título del disco (las iniciales conforman «ALLA»), decepciona leer unas letras que simplemente alardean con torpeza sobre las carretillas de billetes que gana (‘M’$’ es el más claro y absurdo ejemplo), los impuestos que evade («esa cuenta la pago mañana», viene a decir en ‘Excuse Me’), la cantidad y variedad de sustancias ilegales que consume (ahora que ya no se gana la vida vendiéndolas, como recuerda en ‘Canal St.’) y, sobre todo, el desprecio que muestra por las mujeres: por si las asquerosas líneas sobre Ora fueran poco, el estribillo de ‘Electric Body’ es digno de un pobre pajillero sin el más mínimo talento, un verdadero WTF («menea ese culo, nena, que se moje el chochito»). Supongo que habrá un montón de chavales impresionables a los que estas bravuconerías recurrentes les parecerán la leche. O, peor aún, otros que ni siquiera quieran escucharlas, fascinados por el hype. Pero, dado el nivel de otros artistas contemporáneos de rap y su mensaje, la sensación es que A$AP Rocky desperdicia su palpable talento por la urgencia de conseguir más billetes que tirar. «Get money is what I do», canta. Pues que aproveche.
Calificación: 6/10
Destacadas: ‘L$D’, ‘Canal St.’, ‘Jukebox Joints’, ‘Fine Whine’, ‘Electric Body’
Te gustará si te gustan: los hypes o los raperos que desprecian a las mujeres y presumen de cartera.
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