‘Everything You’ve Come to Expect’ podría pasar por un buen álbum… si no existiera ‘The Age of The Understatement‘. La sombra del primer disco en comandita de Alex Turner y Miles Kane es demasiado alargada. Han pasado ocho años, casi dábamos por imposible su regreso y ahora ellos van y parecen chotearse un poco de nuestras expectativas, ya desde el mismísimo título. La cuestión es: ¿qué esperábamos? ¿Más de lo mismo o algo radicalmente diferente? Supongo que lo primero. Y es lo que hemos recibido… pero no de la manera que queríamos.
Veamos; James Ford vuelve a producir, Owen Pallet se encarga de nuevo de los arreglos, y muchas de las cosas que nos engancharon siguen ahí: canciones muy bien manufacturadas, bonitas melodías, el corte pop años sesenta-setenta, la elegancia, el ambiente cinematográfico, las cuerdas lujuriantes, la exquisitez con cierto toque lumpen y, sobre todo, las voces, tan bien hilvanadas, trenzadas y juntadas. La diferencia es que todo esto ahora solo genera un sentimiento tibio, lejos del arrebato que sacudía ‘The Age of The Understatement’ de barroquismo melodramático. La sobredosis de arreglos se ha refrenado, esta vez son más discretos y menos grandilocuentes, el aire de Spaghetti-Western (o de film de James Bond) ha dado paso a un lounge de fiestas decadentes. Líricamente hablando, también han abandonado su vena de romanticismo fatalista. Se les ve más dominantes en sus letras, más de-vuelta-de-todo, aunque los momentos «¡somos malotes!» que parecía vaticinar ‘Bad Habits’ son anecdóticos sónicamente hablando, ya que casi todo el disco se mece en aguas tranquilas y medios tiempos.
Otra de las cosas que refuerzan el sentimiento de añoranza es que, esta vez, las canciones son más un bloque más homogéneo, tienen menos personalidad individual. Aun así, el arranque, sin ser arrebatador, contiene las mejores piezas. La intensidad a dueto de ‘Aviation‘ es adictiva y promisoria, ‘Miracle Aligner’ saltarina y burbujeante, cantada por un Alex susurrante, mantiene la esperanza. ‘Dracula Teeth’, completamente a dos voces, de cadencia lenta y levemente lujuriosa, también promete. Pero el gran-tema no acaba de llegar y, a partir de aquí, el disco se estanca un poco, a pesar del ritmo arrastrado pero voluptuoso de ‘Everything You’ve Come to Expect’ y su delicada filigrana de cuerdas o el nervio con el que arranca ‘The Element of Surprise’ (que acaba diluyéndose).
‘Bad Habits‘ despierta un poco, pero no tiene el suficiente fuste. ‘Sweet Dreams’ es un baladón a lo Phil Spector, cuyo desvarío final también provoca cosquillitas, aunque tras este sarpullido, ‘Used to Be My Girl’ y ‘Pattern’ nos devuelve a terrenos de cierta indiferencia, a pesar del airecillo canalla. ‘The Dream Synopsis’ es un bonito final, melancólico y autobiográfico, entonado por Alex, aunque en la versión en streaming el honor de cerrar le toca a ‘The Bourne Identity’, una pieza la mar de pizpireta. El problema es que, por encantador que sea este disco, no acaba de calar y, en algún punto, mi cerebro empieza a reproducir ‘The Meeting Place’, con lo que el disfrute se va un poco a la porra. Por más que insista, los momentos más inspirados de este ‘Everything You’ve Come To Expect’ se acercan solo a los menos vistosos de ‘The Age of The Understatement’. Y me doy cuenta de que echo de menos ese latigazo nervioso, el brío que recorría su anterior LP. Así que puedes escuchar este disco de dos maneras: olvidando que existe ‘The Age of Understatement’ y gozándolo… o acordándote de ‘The Age of Understatement’ y paladeándolo entre suspiros y chasquidos de lengua.
Calificación: 7/10
Lo mejor: ‘Aviation’, ‘Miracle Aligner’, ‘Dracula Teeth’, ‘Sweet Dreams, TN’
Te gustará si te gusta: Como en el anterior disco, todo lo que recuerde al pop barroco de los años sesenta-setenta.
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