Meghan Trainor no está superando las expectativas de su premio Grammy a Artista revelación. Tras firmar una de las tres canciones más exitosas de 2015, ‘All About that Bass’, y de superar la maldición del one-hit-wonder con éxitos posteriores como ‘Lips Are Movin’ o ‘Like I’m Gonna Lose You’ con John Legend, el nuevo disco de la artista, ‘Thank You’, se las está viendo canutas para vender la mitad de lo que vendió su álbum debut, ‘Title’, tanto en sus mercados principales, los de Estados Unidos y Reino Unido, como en los del resto del mundo. En Estados Unidos se mantiene… pero a la baja, mientras lo de Reino Unido es mucho peor: ha pasado del top 5 al top 25 en solo una semana. ¿Artista revelación o timo desde el principio?
Muchas y muchos cuestionamos la recepción de este premio por Trainor el pasado mes de febrero, especialmente por la presencia entre los artistas nominados de Courtney Barnett, autora de uno de los mejores discos del año pasado, ‘Sometimes I Sit and Think, and Sometimes I Just Sit‘. Tampoco había demasiada competencia entre ambas. ¿Cuántas posibilidades tenían de recoger el premio Tori Kelly, Sam Hunt y James Bay? Al menos, Trainor era un producto comercial exitoso en todo el mundo, mientras Barnett lo era en cuanto a crítica. El asunto se debatía entre las dos.
En la mayoría de los casos, sin lugar a dudas, los Grammy han acertado en sus premiados a Artista revelación. No contamos a Michael Jackson, por ejemplo, porque no era artista nuevo cuando editó ‘Off the Wall’, pero sí a los Beatles, que recogieron el premio un año después de llegar a Estados Unidos, en 1965, mientras grandes iconos de la música popular como Tom Jones, Carpenters, Sade, Mariah Carey, Amy Winehouse (nominada contra Taylor Swift) o Adele lo hicieron en sus respectivos años. Costaría encontrar a alguien que no los conozca en la actualidad, como es el caso también de artistas revelación de cumbres profesionales más breves como Culture Club, Lauryn Hill o Norah Jones.
Los desaciertos de esta distinción, sin embargo, son numerosos. De hecho, existe una teoría, recogida por la misma Wikipedia, que asegura que ganar el Grammy a Artista revelación puede llegar a ser una maldición. Y no hablamos del caso de Milli Vanilli, que ganaron el premio en 1990 para luego retirársele tras descubrirse que el grupo era una farsa (competían, por cierto, contra Indigo Girls y Neneh Cherry), sino de una serie de artistas que lo recogieron porque prometían mucho, mucho, pero que terminaron quedándose en nada. Un ejemplo, Hootie and the Blowfish, que le arrebataron el premio a Alanis Morissette. ¿Hootiequé?
Por lejanía en el tiempo, se entiende que en los 60 ganaran el premio iconos locales que en España no nos suenan de nada, como Bob Newhart o el guapo de Robert Goulet. La cosa se pone cuestionable, sobre todo, a partir de los 70, cuando encontramos entre los premiados a one-hit-wonders del estilo de Starland Vocal Band, Debbie Boone y A Taste of Honey. Un punto para quien recuerde las caras de estas personas sin pensar y para quien recuerde al vuelo los éxitos que les hicieron famosas. Sí, ‘Light Up My Life’ te sonará al instante en cuanto te la pongas, ¿pero qué ha hecho Debbie Boone después? Aparte de discos de villancicos, claro…
Tampoco hay que remontarse a los one-hit-wonders de la lista para destapar lo cuestionable de este premio. Muchas promesas no lo fueron después de todo, como Arrested Development, ya totalmente olvidados, o Evanescence, que lo vendieron todo de ‘Fallen’ para, 10 años más tarde, lo mismo. Es lo que tiene sacar tres discos en 10 años. Tampoco han ido tan bien las cosas para Toni Braxton o Christina Aguilera: todos las conocemos pero sus carreras comerciales solo han ido en descenso. Cuesta creer que la segunda, en 2000, fuera la misma que ahora hace carrera de jueza en la tele o conciertos gratis en Marruecos. ¡Vaya ojo, Grammys!
Una buena manera de medir los aciertos de este premio es ver qué artistas nuevos del momento fueron nominados y cuáles no. En los 80, nadie cuestionará que Cyndi Lauper, Sade o Tracy Chapman merecieran el premio, aunque sí que lo ganara Jody Watley, a quien nadie recuerda ya, pero es que ni Madonna ni Prince ni U2 ni Bruce Springsteen ni Whitney Houston fueron posibles artistas revelación para los Grammy en los 80. Sí lo fueron, por ejemplo, Swing Out Sister, Nu Shooz y Timbuk3 (sí, estos grupos existieron). Por su parte, durante los 90 nadie pensó en que Radiohead, Björk (que venía de varias bandas pero lograba verdadero éxito internacional en 1993) o Nirvana pudieran ser una revelación. Comparados con LeAnn Rimes ahora, galardonada con esta distinción en 1997, está claro quién se terminó llevando el gato al agua.
El caso de Trainor es curioso. La cantante se hizo con el premio por el éxito de sus singles y su álbum debut, ‘Title’, que alcanzaba 1 millón de copias vendidas en mayo de 2015. Sin embargo, no se puede decir que la reinvención pop Trainor en ‘Thank You’ tenga mucho que ver con la promesa del blue-eyed soul que los Grammy advirtió al principio de su carrera, algo a lo que el público parece haber respondido pasando menos por caja. Igual tendrían que haber esperado a su sexto disco como hicieron cuando le dieron el premio a Shelby Lynne en 2001? Espera, ¿quién? ¡Si es que salen desaciertos de las piedras!