Apuesto a que, en buena medida, Kanye West ya ha logrado más o menos lo que se proponía al lanzar el polémico clip de ‘Famous’, que no buscaba otra cosa que lograr que todo el mundo (es un decir) hablara de él durante unas horas, acaso días, y, de paso, dar un nuevo impulso comercial a ‘The Life of Pablo‘. Un disco que, pese a las alabanzas críticas, no queda claro si, con tanta ida y venida en plataformas de streaming, tanto cambio de setlist y masterización, ha logrado ser un éxito comercial de su nivel.
Para los despistados, recordamos que el vídeo fue estrenado el pasado fin de semana en un multitudinario evento en el Forum de Los Ángeles (17.000 localidades agotadas), donde los asistentes, además de comprar camisetas conmemorativas y ver famoseo por doquier (a todo Kardashian, lógicamente), pudieron presenciar el pase de la pieza visual de ‘Famous’ (nosotros pudimos verlo a través de un streaming con el que se transmitió el espectáculo; continúa siendo una exclusiva de Tidal durante toda esta semana). Canción que, para más inri, había sido objeto de polémica desde el principio por dedicar unas líneas no muy bonitas a Taylor Swift.
En los casi 10 minutos de duración del clip, rodado por un amplio equipo durante tres meses, se puede ver una escena pasmosa, en la que West y su señora, Kim Kardashian, yacen desnudos en una cama irreal, durmiendo junto a realistas figuras de cera de Taylor Swift, el candidato a la Presidencia de EEUU Donald Trump, Rihanna con su ex Chris Brown, la editora Anna Wintour, Caitlyn Jenner, la mujer que fue, a la vez, el padrastro de Kim, el ex-presidente George Bush Jr., Bill Cosby (actualmente en juicio, acusado de violación por varias mujeres), Amber Rose (ex-novia de Kanye West) y Ray J (ex-novio de Kim Kardashian, con el que grabó su célebre vídeo porno doméstico). Incluso podemos oírles respirar, en una larga escena cámara en mano bastante incómoda.
Como parecía evidente, se ha generado bastante controversia en torno a esta obra, si bien no tanta como a Kanye le hubiera gustado. «¿Puede alguien denunciarme ya?», pedía con su habitual soberbia, hace días. Pues bien, no ha ocurrido (por el momento). De hecho, las reacciones, escasas, de algunos implicados tampoco han sido demasiado airadas. Incluso, varios de ellos se lo han tomado a guasa. Es el caso de Chris Brown, molesto por que emplearan un muñeco en lugar de recurrir a su persona; de Rihanna, que confirma que Brown tiene mejor cuerpo que su reproducción (parece que lo que menos le ha gustado es… ¡que se le vea la raja del culo!); e, incluso, de George Bush, del que un supuesto portavoz se ha limitado a indicar que, «por si hubiera alguna duda, no se trata del Sr. Bush. Él está en mejor estado de forma».
Ray J, ex de Kardashian (el de la cinta porno más famosa del mundo), sí parece haberse molestado porque podría ofender a su prometida, alguien llamada Princess Love. Pero, sin duda, la más airada parece ser Taylor Swift, como se veía venir dado que llueve sobre mojado. Aunque la fuente no es muy consistente, alguien cercano a la cantante asegura que se encuentra «horrorizada», se siente desconcertada y traicionada, y lo califica de «absoluta pesadilla». ¿Será la primera y la única en dar el gustazo a West de ponerle una demanda? Veremos.
Más elocuente y reflexiva ha sido la actriz, escritora y directora Lena Dunham, amiga personal de Swift y, sin embargo, admiradora del matrimonio Kimye. En un largo post de Facebook, Dunham ha reflexionado sobre la validez artística de una propuesta en la que, teóricamente, se ven mujeres indefensas y desnudas grabadas en primer plano, especialmente cuando se suceden noticias como las del universitario Brock Turner, castigado con una pena leve por violar a una mujer ebria y fotografiarlo y grabarlo en el móvil para enviarlo a sus contactos. Lena, que asegura estar educada en el arte y no ser precisamente una persona pacata y conservadora en ese aspecto, cree que lo de ‘Famous’ es algo «enfermizo».
Por otra parte, West aseguraba que esta pieza estaba directamente inspirada en dos trabajos: el del escultor Matthew Barney recreando esculturas humanas ultrarrealistas, reproduciendo incluso con movimientos involuntarios (cabe señalar, además, que Barney es el ex-marido de Björk al que dedicó el amargo ‘Vulnicura‘); y el del pintor realista Vincent Desiderio en el mural ‘Sleep‘, que básicamente reproduce West cambiando los anónimos protagonistas por sus «amigos». De hecho, Desiderio ha contado que fue invitado por West al evento del pasado viernes en Los Ángeles y que se sintió enormemente halagado cuando vio que Kanye se había inspirado en su trabajo. Le pareció que sus mentes «trabajaban en una longitud de onda similar».
Analizado el proceder del rapero, el clip y sus consecuencias, se plantean dos cuestiones finales. En primer lugar, ¿es esto una obra de arte? Si nos ceñimos a criterios de genuidad, el hecho de que se inspire copie dos planteamientos artísticos no lo convierte en una. El arte de copiar, de hecho, es otro arte. El más empleado hoy día en el mundo del pop, además. Sin embargo, como siempre, el valor de la pieza está en las sensaciones, sean de aprobación, excitación o rechazo, que produzca en el público. Desde luego, a ese nivel parece que no hay duda. El problema llega con la motivación que impulsa esta obra. West, decíamos, asegura que es una «reflexión sobre la fama». ¿Qué reflexión? ¿Que los famosos también duermen desnudos? ¿Que son frágiles? Todo parece tan hueco como la cabeza de los políticos acostados junto a él en el vídeo. Al final, si el arte se usa como una mera estrategia de márketing, como mero cebo para demandas que ayuden a vender otros productos, la inspiración, la conmoción… desaparecen y solo dejan ver el delirio megalómano de Kanye, junto a la montaña de dólares que este espera embolsarse (si no lo ha hecho ya) con este ingenioso circo de más que dudoso gusto.