Mykki Blanco / Mykki

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Mykki Blanco / Mykki

mykkiCuando el año pasado Michael Quattlebaum Jr., más conocido por su alter ego drag Mykki Blanco, reveló en Facebook que es seropositivo, llegó a plantearse dejar la música. Él asumía que, si ya era difícil crear una carrera para un poeta alternativo, gay y transgénero que había elegido un camino tan poco propicio para artistas LGTB como el del hip hop, tras conocerse públicamente la presencia del VIH en su cuerpo sería poco menos que imposible continuar en el negocio. Eso sin que hubiera podido aún publicar el que será su primer álbum oficial (hasta ahora, solo habíamos podido escuchar de él mixtapes y EPs).

Sin embargo, es evidente que no todo está perdido en este mundo. Recibió un enorme soporte del mundo del pop y el espectáculo, especialmente del sello de electrónica K7!, que le animó a formar su propio sello (que hoy existe y se llama Dog Food) para licenciar y distribuir sus lanzamientos, y, sobre todo, del músico, productor y director de vídeos Woodkid. Yoann Lemoine le escribió tras ver la noticia en redes sociales e hizo a Mykki reflexionar, explicándole que alguien de su enorme talento y personalidad no podía sencillamente dejar la música. La implicación de Lemoine en el álbum, a partir de ahí, se incrementó hasta el punto de producir parte del álbum. Suya es la culpa de que Quattlebaum haya decidido alejarse (sin abandonarlo del todo) del rap más cortante, duro y experimental de sus inicios y aproximarse al pop. E, incluso, cantar por primera vez en su carrera.

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Porque exactamente esto es lo que sucede en los mejores o más adictivos cortes del álbum. Es el caso del single ‘High School Never Ends’, que básicamente es una canción de Woodkid con Mykki rapeando y cantando. Una canción intrincada, con diversas partes distintivas y el uso melodramático de cuerdas y percusiones tan usual en la obra del francés. En contraposición, Blanco escribe unos versos ultrarrealistas, como si estuvieran disparados directamente desde su subconsciente: está en una fiesta y mientras bebe y se droga, piensa en los cánones de belleza impuestos por el patriarcado y, a la vez, recuerda los abusos sufridos en su adolescencia (el doble sentido, como un déjà vu, de ese «I can’t find my shoes», duele) Toda una aventura cuyo imperdible vídeo aborda la diversidad racial y sexual desde una perspectiva muy distinta, en una especie de revisión de ‘Romeo y Julieta’ situada en centro-Europa.

Podría ser el momento álgido de ‘Mykki’, de no ser porque ese mérito está muy disputado. En primer lugar, ‘Loner’ es una maravilla firmada por Jeremiah Meece, ex miembro del proyecto de R&B alternativo The-Drum, que colabora en varios cortes del álbum. Este en concreto es el corte más abiertamente pop y soul del disco, gracias a la maravillosa aportación vocal de la joven cantante Jean Deaux, que sirve uno de los estribillos del año. En las antípodas de su tono pop, la canción habla sobre estar tan airado que la única opción para no estampar el móvil contra el suelo es rumiar la ira a solas. De nuevo Meece vuelve a asistir, esta vez con su voz en el coro principal, en ‘Hideaway’, un corte que define bastante bien el carácter de ‘Mykki’ y, de paso, la permanente dualidad en su autor: bases airadas, sin concesiones, para versos afilados sobre Mykki teniendo un romance con el capo de una banda de gángsters que tiene una polla descomunal, en contra de ese estribillo cantado por Jeremiah en el que ambos se citan para amarse en secreto. En un tono de melancolía similar, de nuevo Woodkid vuelve a disponer un fantástico trasfondo en ‘You Don’t Know Me’ para que Mykki se sincere sobre su confesión sobre el VIH («Gimme the strength, I’m coming clean with all my demons»).

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Esta es la obra más personal de Quattelbaum en el plano lírico, desnudando como nunca antes sus emociones más íntimas: hay referencias a sus complicadas infancia y adolescencia, no solo por su marcada femeneidad sino también por el divorcio de sus padres, su huída a Nueva York con apenas 16 años, sus primeros pasos allí en el travestismo, su nihilista paso por la vida nocturna, las drogas y el alcohol, la depresión… Pero esas pequeñas concesiones no solo musicales al pop convencionl no implican la rendición de la esencia de Blanco. Volvemos a encontrar a ese ingenioso escritor de líneas que cuestionan el heteropatriarcado desde un estilo tan poco abierto como este, retorciendo el clásico slang y logrando que la normalización LGTB en el rap sea una realidad. El mismo rapero que nos fascinó con ‘Wavvy’ o ‘Kingpinning’, emerge con la misma fuerza en números de trap tan azorados como ‘My Nene’, ‘The Plug Won’t’ o ‘Fendi Band’. Incluso se permite el lujo de incluir una juguetona ‘For The Cunts’, un burbujeante himno chochi-vaporwave, esforzadamente gay, “que podría sonar en ‘Rupaul’s Drag Race’, como afirma Mykki. Paradójicamente, no anda muy lejana en lo sonoro de Die Antwoord, cuya tolerancia hacia los homosexuales se ha puesto en cuestión en varias ocasiones. Es una lástima que la artista californiana no haya estado más fina a la hora de darle un buen remate al álbum, y que justo en su final languidezca con temas prescindibles como ‘Shit Talking Creep’ o ‘Rock And Roll Dough’. Podría haber sido la primera obra maestra de Mykki Blanco, que habría facilitado la popularización del rap LGTB. Aunque tengamos que seguir esperando por ella, en todo caso, ‘Mykki’ ofrece todo lo necesario para que Mykki sea tratada ya como una estrella del pop.

Mykki Blanco presenta ‘Mykki’ en Barcelona este jueves, 13 de octubre, dentro del certamen RBMA Weekender. Y el viernes, 14 de octubre, estará en Cha Chá The Club, en Madrid.

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Calificación: 7,9/10
Lo mejor: ‘Loner’, ‘High School Never Ends’, ‘Hideaway’, ‘My Nene’, ‘The Plug Won’t’
Te gustará si te gusta: Le1f, ANOHNI, FKA Twigs
Escúchalo: Spotify
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