Esta semana, la norteamericana de ascendencia cubana y puertorriqueña Xenia Rubinos vuelve a nuestro país, al que ya ha venido en anteriores ocasiones para presentar su peculiar visión musical. Un mestizaje de rock, jazz, punk, hip hop y casi cualquier estilo posible, que comenzó en 2012 con la publicación de ‘Magic Trix’. Hace pocos meses lanzaba ‘Black Terry Cat‘, un álbum en el que amplía sus límites hacia sonidos más soul, R&B y casi pop, por momentos. Hace unos días pudimos charlar largo y tendido con Xenia sobre la evolución de su sonido, su fichaje por el poderoso sello Anti, las influencias a la hora de escribir su disco (que van de Kendrick Lamar a Willie Colón) o sobre la situación polícita y social en su país. Y sobre el racismo hacia los latinos de Donald Trump, claro. Xenia y su banda comienza su gira peninsular en Lisboa (Sala Sabotage), el día 9 de noviembre. Prosigue el 10 de noviembre en Madrid (Sala Moby Dick, con Le Parody), el 11 de noviembre en Granada (Boom Boom Room, con Crudo Pimiento) y el 12 en Barcelona (Sala Sidecar, con Crudo Pimiento).
Si no me equivoco, ‘Magic Trix’ se publicó originalmente en 2012. Han pasado cuatro años ya desde entonces. ¿Cómo han sido estos cuatro años? ¿Cómo ves entonces aquel disco, desde la persona y artista que eres hoy?
Para mí supuso la presentación pública de mi trabajo como músico. Era una etapa muy distinta a la actual, muy minimalista y punk, tocaba en formato de power-trio. Por entonces yo escuchaba mucho a Tune-Yards y St. Vincent, eran una referencia para mí, creativamente. Era un época en la que en Brooklyn aún se vivía la filosofía DIY. ‘Magic Trix‘ fue una autoedición, originalmente, aunque luego lo reeditó Badabing Records en USA y Everlasting en España. Más tarde hice varias giras por Europa y mi país, hasta que exprimí aquellas canciones al máximo. Y después busqué el soporte de un sello más grande hasta que logré la atención de Anti, que ha lanzado ‘Black Terry Cat’.
¿Qué ha supuesto para ti el respaldo de Anti? Recuerdo que con ‘Magic Trix’ te currabas tú misma la promoción…
La verdad es que sigo siendo muy hands-on [Ndr: a lo largo de la charla alterna varias expresiones en inglés, que no le salen en castellano], muy de estar encima de todo. Pero sí, ahora tengo mánager, booking agent, hasta 15 personas del sello que trabajan en distintos aspectos… que hasta cierto punto es más trabajo, porque hay más personas demandándome cosas. Pero está bien, me está dando más conociemiento sobre el business, y también me facilita mucho a la hora de materializar las cosas, porque antes sólo estábamos Marco [Ndr:Buccelli, su batería de siempre] y yo.
«Gran parte del disco fue compuesto con un bajo eléctrico. (…) Creo que eso definió bastante el sonido del disco»
Musicalmente, ‘Black Terry Cat’ es una evolución de ‘Magic Trix’, pero mantiene tu esencia. ¿Cuál es, para ti, la gran diferencia entre ambos discos?
Para empezar, gran parte del disco fue compuesto con un bajo eléctrico, algo que ocurrió de forma un poco casual, cuando un músico de sesión no se presentó y me urgía grabar. Así que compré un bajo para la sesión, que pensaba devolver después. Pero me divirtió tanto que seguí investigando y salieron casi todos los temas del disco de ahí: creo que eso definió bastante el sonido del disco.
También, con las giras, he aprendido a usar más partes de mi voz y creo que en ese aspecto también creo que he sido más refinada. Y, aunque sigo siendo bastante minimalista, también los arreglos se han expandido mucho, con el uso de sintetizadores, guitarras, coros. Y, por supuesto, las influencias de hip hop y R&B, que están muy presentes.
Justamente. Escuchando el disco pensaba que has dejado que el pop y el R&B ganen peso, como en ‘Lonely Lover’ o ‘Black Stars’, que para mí podrían sonar al lado del último disco de Solange, por ejemplo. ¿Te atrae ese camino o nunca vas a renunciar a la libertad del jazz, el rock…?
Bueno, yo voy por mi camino. Para mí este disco tiene muchos singles, pero hay gente que no lo ve así, piensan que sigue siendo muy experimental. Personalmente, me interesa poder escribir una canción desde enfoques diferentes, sea jazz o pop, pero llegando al punto que yo quiero. Pero sí pensé que con este disco podría llegar a más oídos, porque creo que he refinado mi sonido, he sido más específica.
También he leído que has escuchado mucho hip hop, y que Erykah Badu o Kendrick han sido muy inspiradores para tí…
Sí. También he escuchado mucho a Chaka Khan con Rufus, Sly And The Family Stone, Digable Planets, J Dilla, muchos clásicos del funk y el hip hop.
¿Y te ves componiendo para grandes estrellas del soul o el R&B, por ejemplo? ¿O ni te lo planteas?
Lo que pasa es que yo soy muy cabezota [NDR: textualmente dice «majadera»] y siempre termino haciendo lo que me da la gana. Y cuando escribes para alguien tienes que tener en cuenta lo que esa persona quiere hacer y quiénes son, así que no lo he intentado de veras. Pero sí, me interesa, querría ver qué sucede. A lo mejor es un fracaso o… ¡a lo mejor termino con más canciones para mí! [Risas]
Volviendo a ‘Black Terry Cat’, me gusta mucho ‘Mexican Chef’. Tiene algo de juego, aparentemente, pero en realidad guarda un mensaje sobre el racismo en la sociedad norteamericana muy potente. Me ha llamado mucho la atención la línea “We build ghettos and we tear them down’. ¿Cuál es la idea que querías transmitir con ella?
Pues verás, una vez estaba caminando por Brooklyn y veía muchas cocinas de restaurantes que se estaban preparando para el turno de noche. Me dí cuenta que prácticamente todos eran hispanos y estaban escuchando rancheras y bachatas, su música a todo trapo. Pero en la parte pública del restaurante, todo eran blancos escuchando una música diferente. Me pareció divertido, y a partir de esa idea empecé a rimar un pequeño cuentecito, y en el mismo día ya tenía la canción. No tiene más, lo digo todo en la canción: observo todo el esfuerzo de mucha gente latina y de color, un trabajo que casi nunca se celebra.
Respecto a esa línea, recuerdo por ejemplo el gueto de Hartford, de donde yo soy, que se construyó en los 70 para ubicar a trabajadores del Caribe para las fábricas de armas, en los 70. Así llegaron mis padres, mi madre de Puerto Rico y mi padre de Cuba. Pero, a partir de ahí, ese gueto ya no importa, si se cae derruido o si se expropia para que gente de dinero construya nuevos edificios. Y eso mismo lo veo repetido allá donde voy, en Brooklyn, donde vivo ahora y en otras partes del mundo.
Tanto esta como otras canciones del disco me sugieren cierto recuerdo de lo que hacía Fania All Stars en los 70, más en espíritu que musicalmente, poniendo de relieve el orgullo latino. ¿Ha supuesto una inspiración para tí, de alguna manera?
Muchísimo, me encanta. Antes olvidé citar a Willie Colón, cuando te hablaba de la música que escuchaba cuando escribí el disco. Me fascina esa imagen caricaturesca de gángster, en sus portadas, pero su sonido, su capacidad de improvisación. Era un sonero increíble. Me gusta mucho cómo sus letras habla de cosas cotidianas, escribía sobre comida, sexo, peleas por celos… Me gustaría poner algo de ese sabor en mi música, pero es una idea muy reciente, que todavía no sé cómo expresar muy bien. Aunque, por ejemplo, una versión antigua de mi canción ‘Lonely Lover‘ tenía un sample de ‘La murga‘. Pero no tenía la plata para pagar el sample. Pedían demasiado. [Risas]
«Los latinos norteamericanos no tenemos un elemento de unión entre nosotros, como sí tuvo la comunidad afroamericana, (…) aunque todos seamos «mexican chefs»»
El componente latino en tu música es muy poderoso. Y extrañamente, es algo poco frecuente en el pop norteamericano de hoy. Hay una gran población latina, pero parece tener poca influencia…
Es verdad, pienso mucho en esto y tengo varias teorías al respecto. Para empezar, no somos todos de un mismo lugar. Aunque hablamos español, ni siquiera es el mismo español, comemos distinto, la manera de ser no es igual… Además, gran parte de nosotros llegamos hace relativamente poco. Por ejemplo, yo soy la primera generación nacida en Norteamérica de mi familia.
En cualquier caso, la gran cuestión es que los latinos norteamericanos no tenemos un elemento de unión entre nosotros, como sí tuvo la comunidad afroamericana, que muchas décadas atrás se unió para luchar contra la desgracia de la esclavitud y a favor de los derechos civiles. Quizá ahora, que vemos cómo se nos quiere «botar», sí se percibe un gérmen de ese sentido de comunidad, aunque no tengo claro si esto nos unirá más o nos separará, porque somos muy diferentes, como decía. Incluso aunque todos estemos jodidos por todas partes, todos somos «mexican chefs» y trabajamos y padecemos el racismo, nos falta ese punto de unión. Es algo sobre lo que pienso mucho pero aún no tengo una idea muy depurada.
Sin embargo, sí veo cierto punto de encuentro entre las nuevas generaciones, curiosamente a través de blogs de sátira y humor. Y también hay artistas, en todo caso: está Helado Negro, que aunque no sea música latina sí tiene una influencia que lo hace muy personal; o Buscabulla, que son portorriqueños. O sea, que sí hay cosas. ¡Perdona la respuesta tan larga, pero es que me interesa mucho este tema! [Risas]
En esta canción también pones acento en la multiculturalidad de la sociedad norteamericana, que es una de sus grandes riquezas, aunque discursos como el de Trump sean realmente aterradores. ¿Te ha sorprendido que alguien así pueda optar a presidir el gobierno de tu país?
Me sorprende y no. Me sorprende, sobre todo, las barbaridades que puede decir sin que pase absolutamente nada. En el último debate, por ejemplo, dijo «there’s many bad hombres here». ¿Cómo puede tolerarse un comentario tan absolutamente racista, que no le pase factura? Pese a la división que antes decía, que un hombre que se presenta a la presidencia del gobierno diga algo así sería motivo suficiente para que todos los latinos nos uniéramos para protestar en las calles. Y sin embargo, no pasa nada, es aceptable. Eso es muy triste. Él no va a ganar, pero ya ha hecho mucho mal en este tiempo. Aunque no gane, ha sacado mucha mala energía, es como si él hubiera abierto la veda para que sea tolerable decir esas cosas.
Quería preguntarte sobre ‘Lonely Lover’, una canción muy sugerente, muy distinta a todo lo que hayas hecho antes. ¿Puedes contarme cómo nace?
Fue la primera canción que definió el sonido del disco, cuando la acabé pensé «ya está, por aquí tengo que ir». Está construida sobre un bajo, como te decía antes, para el cual me inspiré en Charles Mingus, en la técnica de «double stops», cuando tocas dos notas simultáneas. Intentando imitar un solo de Mingus que me encantaba surgió esa línea, y así nació la canción.
Tus vídeos suelen tener siempre un componente visual distinto, poco frecuente. Sin embargo, el vídeo de ‘Lonely Lover’ me pareció muy divertido y sexy, con esos italianos levantando pesas. ¿Cómo surgió? ¿Qué idea querías transmitir con él, con todos esos italianos musculados levantando pesas?
La idea que quería plasmar era la de rough ellegance, una elegancia inusual, ¿me entiendes? Entonces fuimos a Nápoles y, delante de esas ruinas milenarias, me vistieron con toda esa parafernalia tan hip hop, muy over the top… Fue un juego, como hacer nuestra versión modesta de un clip de Rihanna, pero sin el gran presupuesto detrás. Nos divertimos mucho.
«Últimamente escucho mucho el nuevo disco de Solange. Es increíble cómo alude la cuestión racial con una elegancia magnífica»
También quería preguntarte por ‘Black Stars’, que para mí es la canción más pop del disco y lanza una idea muy poderosa, sobre que muchas de las estrellas que hay en el cielo están muertas pero siguen brillando durante siglos. Tiene además un carácter muy personal para ti, ¿verdad?
Estamos entre ‘Black Stars’ y ‘Don’t Wanna Be’, como canción más pop del álbum… [Risas] Esa canción tiene ya unos tres años, tuvo varias formas y arreglos. Surgió de una visita que hice a mi padre, en Florida. Estaba enfermo y, al ser hija única, iba un tiempo cada mes a verle y cuidarle. Tras uno de esos viajes, nada más volver a Nueva York me senté al piano y salió la canción completa. Dejé las letras tal cual surgieron, de una forma improvisada, aunque entonces no sabía qué querían decir. Más tarde me di cuenta de que en ellas había algo de las últimas conversaciones que tuve con mi padre, en las que yo le decía lo que ambos queríamos oír: que no íbamos a morir nunca y estaríamos siempre juntos. Recordé que un amigo me había hablado de esas estrellas que, aunque las veamos brillar desde la Tierra, en realidad están muertas. Curiosamente, el día antes de entrar a grabar el disco, mi padre sufrió un infarto y tuve que parar todo, hasta que falleció, llevé sus cenizas a Cuba, etcétera. Di muchas vueltas a la canción y, finalmente, pensé que el mejor homenaje que podía hacer a mi padre era dejarla tal cual estaba cuando la compuse.
A menudo para hablar de tu música se cita a Tune-Yards o St Vincent, pero imagino que tú ves grandes diferencias entre tu proyecto y los suyos. ¿Hay algún otro artista actual con el que sientas una conexión especial?
Últimamente escucho mucho el nuevo disco de Solange, que antes citabas. Es increíble, cómo ha mezclado tantas influencias en un solo sonido, y cómo alude al problema racial, del que antes hablábamos, pero con una elegancia magnífica. Me encanta que me inviten a pensar en cosas serias pero con una voz suave, dulce. Es exactamente lo que más me apetece escuchar ahora. Volviendo a lo que decía sobre Trump, hacen falta muchos discos como este o el de Kendrick Lamar en estos momentos.
Vuelves a España, en varias fechas. ¿Es especial para ti volver?
Sí, es especial, claro. Mi abuelo era gallego y mi papá vivió durante un tiempo en Madrid. Tengo la dirección del apartamento donde vivió, me gustaría ir a visitarlo.