En la edición número 14 del In-Edit se homenajeó al punk por su 40º aniversario. Eso nos dio oportunidad de revisar clásicos del género como el fantástico ‘The Filth and the Fury’ de Julien Temple, el mejor ajuste de cuentas que los Sex Pistols pudieron hacerle a Malcolm McLaren. O ‘Rude Boy, Ray Range and the Clash’ de Jack Hazan y David Mingay, vibrante documento sobre The Clash, sus idas y venidas de las comisarías, sus conciertos, su magnetismo y su compromiso político en una Inglaterra casi apocalíptica. Vamos, lo que quería registrar en clave de arte y ensayo Derek Jarman en ‘Jubilee’, film iconoclasta en su momento (1978) pero por el cual el tiempo ha pasado de manera atroz.
También el punk español tuvo su lugar. Kikol Grau trajo su trilogía sobre el punk vasco. ‘La más macabras de las vidas’ es un soberbio compendio sobre la obra de Eskorbuto, solo con textos, imágenes de conciertos y entrevistas antiguas e imágenes de archivo, que sirven mucho mejor para explicar la historia y el sustrato social de la banda que mil voces en off.
‘Inadaptados’, acerca de Cicatriz es divertidísimo, aunque la banda fuera musicalmente plana. También se exhibía ‘No somos nada’ de La Polla Records. Sobre la historia del punk madrileño trata ‘Lo que hicimos fue secreto’ de David Álvarez, que se llevó el premio al mejor documental nacional. Interesantísimo, aunque pinta aún mejor su proyecto final: una webserie de siete episodios que saldrá en unos meses. Bien nutrido de testimonios, su arranque es estupendo, con Nacho Canut luciendo lengua viperina, la dicotomía pijos vs grupos de barrio de los primeros ochenta, la importancia del Rastro, etc. Su segunda parte se orienta más al movimiento okupa de los primeros noventa y las bandas ligadas a él y resulta mucho más interesante en lo social que en lo musical. ‘Autosuficientes’ (Danny García), sobre la fugaz vida de Eduardo Benavente y Parálisis Permanente, a priori me atraía más. Aunque la protagonista absoluta es Ana Curra; de hecho el documental a ratos parece un vehículo promocional de la gira que hizo de ‘El Acto’. Juega en su contra que, en el momento de su estreno, estaba inacabado; faltaba la mezcla final de sonido y TVE aún no había autorizado el uso de sus imágenes.
En el palmarés internacional la ganadora fue ‘I Called Him Morgan’ de Kasper Collin, historia sobre el trompetista Lee Morgan y su mujer, que lo acabó asesinado. Lamentablemente, a causa de los solapes, no pude acudir a ninguna de sus dos sesiones. El premio del público fue para ‘I Am Thor’ (Ryan Wise). Se veía venir; en la sesión a la que acudí el público acabó rugiendo. Es el documental más desternillante que he visto en el festival. John Mikl Thor, un ex culturista metido a estrella (más o menos) del metal, se empeña en continuar con su carrera musical más allá de lo aconsejable. Empieza como una biografía al uso pero, en cuanto arranca con las giras de regreso del protagonista, es un no parar de momentos sublimes, llegando a la cúspide en su tour por tierras nórdicas. Tierno, agridulce, con protagonista bordeando el patetismo pero sin caer en él gracias a la humanidad que rebosa y el contrapunto cómico que otorga el batería Mike Favata, secundario memorable.
Pero vamos, que si Thor se llevó el premio del público fue básicamente porque ‘Omega’ (José Sánchez-Montes y Gervasio Iglesias) estaba fuera de concurso. Lo mejor del festival. Supera en mucho el formato convencional (testimonios más imágenes de archivo) gracias al entusiasmo que desprende, su montaje rítmico, la pasión de los testimonios (Antonio Arias, la familia Morente, Eric Jiménez…) y documenta a la perfección (impagables los vídeos de los ensayos) la bendita enajenación que condujo a una de las obras cumbres de la música española, con el genio de Enrique dominándolo todo y llevando el barco a buen puerto a pesar de las dudas y reticencias. Quizás pasa un poco de puntillas por el lado oscuro del proceso (la desintegración de Lagartija Nick), pero es que, más que una historia lineal, explica un proceso emocional. Si al final no lloras viendo a la familia Morente escuchando emocionada la remasterización de las canciones inéditas del álbum es que no tienes corazón.
Punk y vencedoras aparte, otras cosas interesantísimas que pudimos ver, además de ‘Oasis: Supersonic’, fue ‘Imagine Waking Up Tomorrow and All Music Has Disappeared’ (Stefan Schwietert). Bill Drummond, ex KLF, genio y figura, crea obras musicales que nadie (excepto él) escuchará a partir de las voces de la gente de diferentes latitudes del Reino Unido a la que va involucrando. Fascinante y socarrona, plantea multitud de interrogantes sobre la creación musical. Y no; no hay música de KLF. ‘We Are X’ (Stephen Kijak) del grupo X Japan empieza que te da un poco igual esa mastodóntica banda japonesa, pero su desarrollo es tan épico, dramático y excesivo que acabas haciéndote un poco fan de Yoshiki y los suyos. ‘Gimme Danger’, el documental de Jim Jarmusch sobre The Stooges es muy entretenido, pero peca de convencional -viniendo de quién viene- y, muy probablemente, guarda demasiada pleitesía a Iggy Pop. En el apartado de decepciones, para servidora están ‘Strike a Pose’ (Ester Gould, Reijer Zwaan), sobre la vida de los bailarines del ‘Blond Ambition Tour’ una vez que dejaron de trabajar con Madonna. Tiene momentos descacharrantes (la madre portorriqueña de uno de ellos lamentando la falta de palabra de su hijo), aunque se centra en el drama humano, especialmente la epidemia del SIDA y sus consecuencias en los protagonistas. Lo malo es que se les va la mano con el sentimentalismo al final, lo que acaba desluciendo el conjunto. Y no, a ella no la dejan tan mal como dicen algunos. Finalmente, el ‘Blur: New World Towers’ (Sam Wrench) tampoco acaba de arrancar. Trabajo acerca del proceso de confección de ‘The Magic Whip’, salpicado con actuaciones de su última gira, es interesante para entender los entresijos de la fabricación de un álbum, pero peca de pulcro y monótono.