Hoy sabíamos del fallecimiento de Eleanora Salvatore, es decir, Bimba Bosé, con apenas la mitad de lo que tenía que haber sido su vida vivida. Y parece habérsenos ido no una amiga, pero sí una conocida cercana, la típica persona con la que no has tenido más de uno o dos grados de separación. Con su tío Miguel durante gran parte de la década pasada despegado de la cultura pop, encerrado en una torre de marfil que solo abandonaba para llenar los bolsillos con ‘Papito’s, unpluggeds y demás, Bimba reconectó a la familia Dominguín-Bosé con la contemporaneidad de la que siempre hizo alarde el clan.
Bimba impuso su físico espectacular, extrahumano, como un icono de la década de los 2000 y no solo en nuestro país, copando portadas de moda, revistas culturales mainstream y también el cándido underground, en el que se la veía cómoda: no era extraño ir al club de moda o a la fiesta en la que había que estar y que ella fuera el centro de atención. Su pelo corto, su belleza asexuada capaz de atraer a hombres y mujeres, se convirtió en una constante que en nuestra memoria está irremediablemente ligada a la era Myspace, a la era Fotolog (sabemos que parece prehistoria, pero no ha pasado ni una década).
Además Bimba no desprendía un aura de diva inaccesible que sí se ha visto en otros personajes florecidos en su mismo tiempo. Al contrario, parecía cercana, caía bien irremediablamente. Basta con revisar cualquier entrevista para evidenciar que tenía el magnetismo de su abuela Lucía, y que en sus palabras no había dobleces ni un leve rasgo de maldad.
No queremos, por supuesto, olvidar su faceta musical, pese a que nunca fuera nuestra favorita. Sería hipócrita reivindicar ahora los tres discos publicados por su grupo, The Cabriolets, cuando siempre nos parecieron algo faltos de fuste y demasiado deudores de sus referentes. Pero sí que es de justicia señalar que en su debut ‘Demo’ (la deriva guitarrera de ‘Close’ y ‘El Feo’ es harina de un costal más predecible y aburrido) se anticiparon unos cuantos años al furor R&B que hoy recorre el mundo del pop. Me atrevo incluso a decir que, de haberse publicado en 2015 o 2016, canciones como ‘Quiero satisfacción’, ‘Poco a poco’ o ‘About Love’ estarían haciendo babear a mucha gente.
Aunque -y quizá esto sea adelantarse mucho- no deja de tener gracia y entra dentro de lo posible que Bimba pase a la historia del pop como “la madre de”: su hija mayor, Dora, ha mostrado en su canal de Youtube que a sus 12 años ya posee una voz increíble, con la que versiona con mucha solvencia a Sia, Rihanna, Paul Simon o Stevie Wonder. El cover de ‘Master Blaster (Jammin´)’ que madre e hija subieron a la red el pasado verano resulta hoy desarmante, enormemente emotivo. Un talento natural que su padre, Diego Postigo (con el que Bimba creó The Cabriolets), seguro sabrá encauzar para convertirla en una gran artista, quizá en un nuevo eslabón de la saga Bosé que marcará la década de los 20.