Casi simultáneamente, esta mañana nos hemos enterados de dos desapariciones dramáticas para el mundo del cine. Además del británico John Hurt, nos ha dejado la actriz francesa Emmanuelle Riva a los 89 años, víctima de un cáncer sobre el que mantenía gran discreción y que no la ha impedido seguir trabajando hasta sus últimos días. De manera curiosa, pese a haber trabajado en la interpretación initerrumpidamente desde el año 1958, las dos creaciones por las que Riva será eternamente recordada tuvieron lugar en el inicio y el crepúsculo de su carrera.
En 1959 protagonizó ‘Hiroshima, Mon Amour’, célebre film dirigido por Alain Resnais, con guión de Marguerite Duras. Este papel protagonista le valió la nominación al BAFTA a la mejor actriz extranjera y, sobre todo, le dio un lugar en la historia del cine. Su carrera continuó, sobre todo en Francia, en títulos no demasiado populares más allá de sus fronteras (cabe destacar su papel en ‘Azul’, de Krzysztof Kieślowski).
Pero en 2012 le llegó el segundo gran papel de su vida: fue Anne Laurent, la protagonista femenina en ‘Amor’ de Michael Haneke, el sobresaliente film sobre una pareja de ancianos que se enfrenta a la vejez y la enfermedad. Con este papel, Riva logró, esta vez sí, el BAFTA, el César y una enorme cantidad de premios a los que no se sumó el Oscar, aunque sí fue nominada. Fue, en cualquier caso, una especie de recompensa en vida a toda una carrera dedicada al séptimo arte.