En los días que han seguido a la reciente muerte de Chuck Berry están volviendo a sonar cantidad de sus maravillosos hits, pero yo no dejo de volver al mismo una y otra vez. Quizá no es el más conocido y puede que ni mi favorito… pero tiene algo este «hombre guapo de ojos marrones» (cara B de ‘Too Much Monkey Business’ en 1956 e incluido en su debut largo de 1957) que parece encerrar un poco la esencia, la genialidad de este pionero del rock ‘n’ roll.
De entrada, uno de esos riffs de guitarra que le hicieron célebre, a la altura de los más conocidos (‘Johnny B Goode’, ‘Rock and Roll Music’), pero que en medio de la canción deriva en algo mucho más latino apoyado con un precioso piano: no cuesta ver la conexión -ya en los primeros 60- con su ‘You Never Can Tell’, una canción con la onda enorme expansiva que ya conocemos.
La música americana se basa en la mezcla de ingredientes, y eso es algo que Berry practicó magistralmente. Además de esos elementos latinos Berry tuvo el acierto de incorporar a su rock ‘n’ roll estilos a priori no tan negros como el country o el rockabilly. Lo que unido a su dicción nada «regional» (era de Missouri y tenía un acento bastante estándar) hizo que muchos (desde el propio Bob Dylan adolescente hasta muchos promotores) pensaran que era blanco, algo que -triste pero comprensiblemente dada la época- acabó de propulsar su incipiente popularidad. Ese deje rockabilly está muy presente también aquí.
Irónicamente, el mensaje de esta ‘Brown Eyed Handsome Man’ iba totalmente a la contra: la nada disimulada relación entre un atractivo hombre de ojos marrones (es decir, negro o hispano) con mujeres blancas y sus subsiguientes intentos de eludir las represalias del establishment. Contiene versos verdaderamente gloriosos: «detenido por desempleado, estaba sentado en el banquillo / La mujer del juez llamó al fiscal y le dijo / deja libre a ese hombre de ojos marrones / si quieres conservar tu trabajo deja libre a ese hombre de ojos marrones».
“La Venus de Milo era una chica guapa, tenía el mundo en la palma de su mano / pero perdió sus dos brazos en una pelea / para conseguir a un hombre de ojos marrones / Luchó y consiguió un hombre guapo de ojos marrones». Dylan le llamó el mejor letrista del rock ‘n’ roll, otros poeta. Referencias del mundo clásico para historias corrientes y un poco surreales, algo de lo que efectivamente Dylan estaba tomando buena nota.
Su otra gran aportación fue musical y visual: el protagonismo en sus canciones y en su imagen de la guitarra eléctrica acabó por dar carpetazo definitivo al piano en el rock ‘n’ roll e iniciar el mito del rockero con su guitarra colgando, con su consiguiente impacto en varias generaciones. Pocos pudieron replicar, sin embargo, la inocencia y excitación de canciones como ‘Brown Eyed Handsome Man’.
Chuck Berry suena en el nuevo Popcasting de Jaime Cristóbal, ya disponible en este enlace.