Joe Crepúsculo: «Hace poco era complicado tener una propuesta seria que incluyera el sentido del humor»

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Joe Crepúsculo: «Hace poco era complicado tener una propuesta seria que incluyera el sentido del humor»

joecrepusJoe Crepúsculo actúa este jueves 4 de mayo en OchoyMedio (Madrid, entradas aquí) para presentar el que puede que sea su mejor disco, o al menos el más dinámico y con hits mejor distribuidos, ‘Disco duro‘. El cantante me espera en una terraza los 15 minutos que llego tarde mientras intento sacar dinero en un cajero automático (últimamente una labor ardua y tediosa en el centro de Madrid) y, pese a recalcarme que le gusta ser puntual, me atiende tranquilo, paciente y de buen humor. Me cuenta que Joaquín Sabina pasando, poco antes de mi llegada («le he visto muy bien»), ha estado entre sus entretenimientos durante este rato.

¿Te ha dicho gente que este es tu mejor disco? ¿Crees que puede serlo?
Yo creo que uno sabe cuándo el disco sale bien. A veces te autoengañas un poco, pero de este disco estoy muy contento. No sé si es el mejor, porque le dedicas muchas horas y es imposible que algo de ti no quede impregnado, pero hay amigos que me han dicho que es su favorito después de ‘Supercrepus’.

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¿Cuándo te has autoengañado con algún disco?
Bueno, a veces ves con el tiempo que alguna canción te chirría, pero realmente me gustan todos, todos tienen su momento. Por ejemplo, ‘El caldero’ es raro, lo toco poco en directo… pero me lo pongo y es de los que más me gustan. Es diferente a los demás, se exploran cosas muy distintas a la vez y por eso se hace raro.

¿De verdad todavía la gente percibe ‘Supercrepus’ como tu mejor disco? ¿Después de lo de ‘Mi fábrica de baile’, el anterior o este…?
Después de 8 discos y haber pasado por lo latino, el bakalao, de puntillas por el flamenco o la rumba, habrá opiniones de toda calaña. ‘Supercrepus’ está grabado de una manera inmediata: la primera toma era la buena. Ganas en crudeza, desnudez, pero pierdes en lo que algunos crean que sea la calidad. Cuesta que te entre.

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«En los primeros discos invertía lo que ganaba, hacía tiradas de 1000 copias en CD y las regalaba a la gente, me quedaba en números rojos. Era un amor por la música total».

¿Cómo recuerdas su lanzamiento?
Me acuerdo, no hace tanto. Todavía trabajaba. En aquella época digitalizaba, empecé haciendo microfilms, eran documentos antiguos, pergaminos, archivos de ciudades del siglo XVII. En los discos invertía lo que ganaba, hacía tiradas de 1000 copias en CD y las regalaba a la gente, me quedaba en números rojos. Era un amor por la música total. Era muy bonito, también una manera buena de promoción. Cuando salió ‘Supercrepus’ dejé de trabajar, empezaron a salir conciertos y parece que fuera previsto, pero no: fue casual, o causal. No, más casual que causal.

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En la época de ‘Supercrepus’ te diste cuenta de que te podías dedicar a la música…
Nunca me di cuenta, para mí era un hobby tras trabajar mis 8 horas. Desde pequeño he hecho música, no me acuerdo de no hacer música. Al salir ‘Supercrepus’, dediqué la vida a la música. Pero nunca sabes… puede haber un momento más complicado. Los ha habido. Pero se fue dando, sin que me lo planteara.

«Cuando vine a Madrid vine con la idea de no trabajar con más sellos, estaba harto y no me gustaba ninguno. Pero conocí a Liñán y nunca he estado mejor».

Has estado en un montón de sellos, ¿eres difícil o lo es la industria indie?
Los primeros discos los hice yo con Producciones Doradas, con Dani Flamaradas y Dani Tarántula. Siempre he sido exigente, complicado también, pero exigente también. A veces no me gustaban cosas. La gente de Canada es muy maja. Y los de Mushroom también, todo el mundo es majo, pero… Cuando vine a Madrid vine con la idea de no trabajar con más sellos, estaba harto y no me gustaba ninguno. Pero conocí a Liñán (El Volcán Música) y nunca he estado mejor. Se ha creado una interacción curiosísima. Tienen a Tomasito, Soleá, Club del Río, Los Planetas ahora… mola la interacción que se crea entre todos. Hasta ahora no había encontrado mi sello.

¿Por qué decidiste vivir en Madrid?
Se acabó mi tiempo en Mallorca, me encanta, pero en ese momento vivir en Mallorca se acabó. Tenía la opción de volver a Barcelona, pero ya había hecho allí todo lo que tenía que hacer. Se me ocurrió venir a Madrid, nunca había estado más de 3 días, ni tenía amigos, pero me gusta la ciudad, me siento a gusto, me da facilidades para tocar…

¿Qué te gusta más y qué menos de Madrid?
Me encanta cómo es la gente. Lo que menos me gusta es lo que ha cambiado desde los años 20, desde ‘Luces de bohemia’. Ves cómo están cerrando algunos bares, míticos, preciosos… y ver eso me duele un poco. En Barcelona viví cómo cambiaba El Raval, cerrando bares, y me gustaría que eso no pasara aquí. Me gustaría que se protegieran bares como El Brillante, que tiene una barra preciosa, y yo no sé qué están haciendo. Perdona, no, El Brillante no, El Diamante.

¡Suena Diamante! También hay un restaurante llamado El Caldero, por cierto, aunque no me encanta…
Sí, en la calle Huertas. También me encanta La Venencia y La Dolores, donde ponen la mejor cerveza, y al lado venden un pan buenísimo.

Háblame de ‘Pisciburguer’, la asocio a la Piscina de la Complutense, donde no pueden entrar niños, y la gente va un poco de resaca…
La idea era juntar una hamburguesería, una piscina, un día de verano, que has estado de farra toda la noche y vas a bañarte y a comer. Pensé que no había que meter nada más. Ni quedarme corto. Simplemente era esa idea, si te la consigo dar, ya tengo la canción. Una base funky-disco ochentera… pero la quería hacer muy gruesa, y entonces mezclé dos bajos, uno FM y otro analógico. La idea musical la tenía por un lado y la idea de «pisciburguer» la tenía por otro lado. Y un día que estaba poniendo la pista musical a una amiga y vecina, que es DJ, me dijo que le sonaba a piscina, o sea que ella tiene el mérito de haberlas juntado.

Es una canción un poco Madrid, ¿no? En Mallorca no se irá tanto a piscinas…
Se va a piscinas, en mi pueblo iba mucho a piscinas, esos días de verano, con mi madre, con amigas y con el bocata de tortilla. En Mallorca igual no tanto.

La canción es un poco ‘Physical’ de Olivia Newton-John, aunque si el vídeo de esta era un gimnasio, el tuyo sería gente comiendo hamburguesas…
Me encantaría construir un espacio para hacer el vídeo. Una hamburguesería cincuentera, con luces de neón. Pero sería muy caro conseguir el sitio o abrirlo.

Sobre ‘El dicho’, ¿hay un dicho concreto que la inspirara?
La canción del Dicho no es mía, es de Gabriel Pascual Nieto, un señor que toca en el Mesón del Champiñón de jueves a domingo. Toca el teclado, es un sitio turístico pero precioso. Un amigo está haciendo un documental de su vida, me dijeron que tenía un hit y yo dije: «yo se lo produzco». Eso es lo bonito. Encontrar gente que hace cosas. Tal vez no habría metido una canción que no fuera mía en los primeros discos, pero si puedes darlo a conocer…

¿Porque al principio tienes que demostrar algo?
Vas demostrando hasta dónde llegas, hasta dónde puedes. Pero si tienes a tu alrededor gente componiendo… Como Aaron Rux, que ha hecho ‘Rosas en el mar’, una canción preciosa, y puede ser a la larga la más conocida. Para mí es un placer que esté ahí.

Te has elaborado una especie de personaje, ¿crees que te pega tanto esta última canción?
Cuál es el personaje que transmito, ¿tú qué crees?

Una persona con sentido del humor, que falta mucho en este país, que sabe reírse de sí misma, que sabe retratar la cotidianidad de un modo muy próximo a Austrohúngaro. Que tiene sensibilidad, letras inteligentes, pero sentido del humor también… y te pregunto si tú te ves así y si se te ha ido de las manos.
Hay una cosa importante y es que me gustaría que la música, que es lo que doy a conocer de mí mismo, sea parte de mí, que sea mi imagen y yo tengo mucho sentido del humor. Me gusta el humor, me gusta tomarme a humor muchas cosas, pero hay una seriedad de fondo. Me gusta jugar con lo tenebroso, con cosas muy serias, y que no sepas muy bien cuál es el punto de humor. El personaje que se ríe de sí mismo es algo que cada vez se acepta más en este país. Pero hace poco era complicado tener una propuesta seria que incluyera el sentido del humor. Para tener sentido del humor parece que tienes que ir vestido de bufón. Los españoles o los ibéricos tienen mucho sentido del humor, incluso llegando a lo escabroso. Pero con la cultura y el arte no lo veía, no era tan aceptado. Y cada vez más grupos están metiendo el sentido del humor y es más aceptado. ‘Pisciburguer’ es humor, pero también es una sensación. Hace poco que esto es aceptado.

¿Qué artistas creen que juegan acertadamente con el sentido del humor?
Hidrogenesse, Los Ganglios, Punsetes y Anntona, La Estrella de David… Están aportando mucha seriedad a este asunto y es necesario que la haya.

Volviendo a la pregunta, sí te ves al frente de un tema como ‘Rosas en el mar’.
Yo creo que sí… Es una canción de desamor y he tenido varias canciones de desamor. Sí me pega. No creo que ningún tío o tía no haya estado en una situación parecida. Todos hemos estado con una persona y lo hemos pasado muy mal. Me gusta mucho la canción.

Has dicho que pones mucho de ti mismo en tu música. Cuando miras atrás y ves tus discos, ¿ves algo autobiográfico en lo personal o en otro ámbito?
No me interesa ni decirlo ni mostrarlo. Cuando las canciones parecen de desamor, a veces no ha habido desamor. He visto canciones mías que me han arrastrado pero después… Son canciones tuyas y muestran una parte de ti y a veces te arrastran. Pero mi intención es que la música vaya por un lado y yo por otro.

¿En tus artistas favoritos eso es así?
Son gente muy seria. Genesis, Yes, Dire Straits, Bob Dylan…

«Lo que intento hacer es, con mensajes muy simples, llegar a convenciones más abstractas y complejas. A través de un estribillo, llegar a algo más complejo»

Y en cuanto a inquietudes sociales, intelectuales, políticas, ¿hay una asociación filosófica como por ejemplo en el último de Los Planetas?
Sí, me interesan. Lo que intento hacer es, y no sé si lo he conseguido, con mensajes muy simples, llegar a convenciones más abstractas y complejas. A través de un estribillo, llegar a algo más complejo. Que pueda ser incómodo, que chirríe en lo conceptual, no en lo musical para que entre fácil, como la nata en las fresas… y así crear un cortocircuito. Yo lo veo como un iceberg, que vayas con tu barco de la comprensión y te hundas.

¿Cuántos «sehs» hay en el disco?
¿Sehs?

¡Sehs!
Escucho mucho a A$AP Rocky, me parecía que tenía que salir de alguna manera. Quería cantar y poner jaleos que añadieran algo desde fuera.

¿Y los has puesto al final todos o según terminabas cada canción?
En cada canción. Grabas tu pista de voz, coros y luego el jaleo… He visto que se hace así en el flamenco, no me ha salido el «ole», pero me salió el «seh» porque no sé rapear ni hacer bakalao. Debe de ser una limitación, de hecho.

‘Demonio con piel de cordero’, entre el flamenco y los sintetizadores, ¿puede ser un sonido identificativo para ti o después pasarás a otras cosas?
Va a haber otras cosas porque me aburro de hacer lo mismo. Que algo sea significativo mola. Esa canción se hizo por etapas. Primero era una canción pop, lo veía como un himno gay.

¿Otro?
Sí, corrígeme si me equivoco. Pero con el flamenco y la letra lo tiró para otro sitio.

Ya tenías (la versión de ‘Maricas’ o) ‘Mi fábrica de baile’, con el uso del femenino…
El uso del femenino lo he hecho desde siempre, en ‘Gabriela’ y no tiene intencionalidad. Lo hago porque lo que estoy haciendo es desquitarme del personaje del autor «yo». En ‘Mi fábrica de baile’ quedaba mejor con la rima. Lo bonito es que el papel del autor se vaya a tomar por culo.

Estuviste con Soleá Morente en la carrera de los Goya, pero no salisteis nominados, ¿qué pasó?
Se propuso, pero ‘Toro’, la película, no salió en ninguna nominación. Creo es que una peli que habría molado que estuviera.

¿No sabes cómo va? Si votan los actores y todo el mundo, lo entiendo; pero si votan músicos, no lo entiendo… Entre las canciones nominadas, algunas, eran una mierda…
Creo que votan los académicos, como los Oscar. Me hubiera gustado, habría sido bonito, me habría encantado ver a Soleá ahí, pero también me gustó ver a Sílvia Pérez Cruz. Espero que mi colaboración en el cine no acabe ahí.

¿Te refieres a actuar?
No… pero por qué no.

«Hay algo clarísimo: si vas a la puerta de un instituto, verás que todos los niños están con el trap, quieras o no, es lo que hay. Hay una barrera brutal entre lo que escucha la gente joven y el concierto de un grupo indie»

¿Qué opinas del trap? Tú lo has trabajado un poquito. Percibo un movimiento anti-trap entre gente de mi edad que ve patético subirse al carro… y que produce un rechazo brutal entre algunos de nuestros lectores, que dicen que de esto no se va a acordar nadie dentro de poco.
Me parece que todavía es pronto para saber qué es lo que va a mantenerse y qué es lo que no. A mí me interesan las cosas que van saliendo, es mi trabajo estar al tanto, y me gustan cosas de las que salen. Me gustaba mucho un trap que venía de Holanda, de Rotterdam, como Yellow Claw y ‘Legends‘. Escúchatelo: está potentísima. Aquí ha venido una cosa más chill-out. En este disco hay referencias, me interesa el sonido, los graves… C.Tangana y Agorazein se mezclan más con pop, pero tiene un poso de eso, y me parece que está muy bien lo que están haciendo. O en Barcelona PXXR GVNG, Cecilio G., Pimp Flaco… Es muy interesante. Otra cosa es saber si se va a mantener. Pero hay algo clarísimo: si vas a la puerta de un instituto, verás que todos los niños están con esto, quieras o no, es lo que hay. Hay una barrera brutal entre lo que escucha la gente joven y el concierto de un grupo indie. ¿Hay que tenerlo en cuenta? Para mí sí. Otra cosa es que yo haga trap como el abuelo cebolleta, no voy a contar que me voy a vender droga, porque no lo hago, pero sí me interesan muchas cosas de ese círculo.

‘Música para adultos’ me recuerda un poco a ‘Music for Girls’ de Baxendale.
No lo había oído nunca, me lo dijeron. No entiendo muy bien el inglés. Me pareció parecido solo el título, «música para algo». La canción quería que tuviera un estribillo que recordara a Bryan Ferry, a Roxy Music, y que la estrofa fuera muy diferente. Están masterizadas diferentes. Quería que hubiera una explosión, pero yendo a algo antiguo en lugar de a algo moderno. La melodía era como Alaska, pero quería que el estribillo fuera Bryan Ferry en lugar de algo moderno. ‘Disco duro’ es todo juegos de contrarios. ‘Demonio con piel de cordero’ también.

Me encanta el vídeo, pero también la frase «tú estabas ahí, MOLANDO».
Se me ocurrió… No se nota mucho pero cuando la estoy grabando me estaba como riendo, quería que se notara esa frescura. Me reí mucho.

Y en tus conciertos la gente se ríe mucho…
En los conciertos ya se las conocen. Me gustaría ver la reacción la primera vez que se oye algo en casa. Estaba muy contento con el vídeo de Alberto. Ha hecho una cosa diferente. Cuando alguien haga algo similar, se dirá «es como este vídeo». Es divertido, original, chocante hasta el punto de que no sabes si alguien se va a enfadar, los murcianos, o Inda, o Ferreras, o Matías Prats, o Vázquez…

¿No se ha enfadado nadie todavía?
No, de momento no. El otro día fuimos a tocar a un programa de Movistar, y querían poner el vídeo y, claro, vino alguien y dijo «¡no, no, no!», porque claro, salía Jazztel.

¿El vídeo puede tener una crítica a las tecnologías conectada con otra canción, ‘Vamos al bosque’?
‘Vamos al bosque’ es de las que tengo más cariño. No, no tiene relación. Hay una crítica en el vídeo que comparto, pero esta otra canción en verdad no habla de irse un bosque sino de la diferencia que hay entre lo establecido en una ciudad o pueblo, una moralidad pactada, sobre lo que está bien hacer (ahora estamos en una mesa, no estaría bien que me sacara la chorra, me pusiera a mear aquí o parara un coche) y lo que sucede en una selva, donde hay otra norma. Lo que los dioses llamaban el Nomos y la ley de los hombres, y la de la naturaleza (la physis). Quería poner la diferenciación.

¿Sigues leyendo mucho de Filosofía? ¿Estás actualizado?
Cuando estudias Filosofía, te queda un poso, una manera de ver las cosas que siempre está ahí. Tal vez no lea las cosas nuevas que salen, pero sí que leo mucha filosofía antigua. Me gustan mucho algunos autores, y es una manera de ver y analizar las cosas que siempre va contigo.

¿Qué estás leyendo?
Releo muchas cosas. He cogido otra vez el Tractatus Logico-Philosophicus de Wittgenstein, esa manera de oponer las cosas rollo Spinoza. Es bonito volver a eso.

‘Ojos de conejo’ es otra canción muy visual.
Son ideas. Quería coger unas fotos de un museo de cera decadente, con cara de zombis y hacer algo con eso. Viene de una situación divertida. Es una idea basada en una experiencia. En esa canción colabora Milagros, un grupo de 10 niñas de instituto. Es un proyecto de Ana Molina de Hola a todo el mundo. Vinieron a casa a cantar un domingo, hicimos una merienda con Coca-Cola, con chucherías y cantamos ‘Ojos de conejo’, que es la canción de disecación del disco. Es otro contraste de los que te decía, como detrás de ‘Rosas en el mar’ viene ‘El dicho’. Un sinte contra una guitarra, una estrofa contra un estribillo que no pega…

«Hubo un directo en que me preocupé, se rompió el escenario un poco, una de las barras de madera, y yo empecé: «no subáis más», y la gente pensó que yo llamaba a la gente a subir. Es una manera de pasárselo bien. La gente se saca la ropa»

Defines tus conciertos como una «circo-fiesta», ¿hay algo de dirección o es todo espontáneo?
Hay veces que se ha querido direccionar, pero ya no hay nada. Todo es instantáneo. Intentas que salga lo mejor posible el concierto, en plan profesional… pero la gente ve vídeos en los que sale la gente y se sube ya directamente. Y hubo un directo en que me preocupé, se rompió el escenario un poco, una de las barras de madera, y yo empecé: «no subáis más», y la gente pensó que yo llamaba a la gente a subir. Es una manera de pasárselo bien. La gente se saca la ropa. El otro día me asusté, dejó de sonar el cacharro, se desconectaron cables, pero mientras el bombo siga sonando… lo más importante es la base.

¿Qué sintetizadores has usado en este disco?
Esa sería otra entrevista diferente, necesitaría 2 horas.

Háblame un poco del que abre ‘Un demonio con piel de cordero’. Es un poco Bowie en ‘Low’.
Son sintes de 8 bits, monofónicos, que al dar dos teclas a la vez, se vuelven locos. Me gustan mucho los ecos de sintes antiguos. Un día se puede hacer un especial con todo esto.

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