En la anterior visita de Future Islands al Razz, en octubre de 2014, la sala les quedó algo holgada. Pero este sábado el lleno fue absoluto. Más allá del pelotazo de ‘Seasons’, Future Islands certifican que, con ‘The Far Field’, ya se han convertido en unos de los grandes. Ellos, para compensar la acogida, fueron generosos: casi dos horas de concierto y, si no conté mal, nada menos que 25 canciones. Gerrit Welmers a los teclados y William Cashion al bajo como los hombres impasibles, a los que se les sumaba un dinámico batería. Cashion alguna vez miraba al público e incluso sonreía, pero Welmers debió estudiar en la academia Chris Lowe de teclistas estáticos. Y, dominándolo todo, Samuel T. Herring. Desde luego, no es un frontman cualquiera; ahora mismo es EL frontman. Puede parecer que sus excesos ofuscan las canciones, pero nada más lejos. Su carisma, sus bailes, sus arrebatos, su sex-appeal -que lo tiene, y mucho- son indisociables de la música de Future Islands. Al fin y al cabo, practican un techno-indie-pop sentimental y emotivo y él representa su espíritu. Más que interpretar las canciones, las vive, las siente y, sobre todo, las suda. Literalmente. El sábado no quedó ni un centímetro de su ropa que no estuviera anegado. Además, todos los excesos que elaboró con su cuerpo, esta vez no los practicó con la voz; apenas un par de veces bramó a lo Increíble Hulk, estuvo vocalmente comedido (dentro de sus parámetros, claro) y esplendoroso, como siempre. Y aunque al inicio el público parecía muy dispuesto simplemente a jalear por jalear los ademanes de Herring, lo que se acabó celebrando fue la música. No, Samuel no oscureció las canciones de Future Islands. El sonido que padecieron, lamentablemente, sí que lo hizo.
Al principio no se notó nada extraño. Empezaron con ‘Aladdin’, el petardazo que abre ‘The Far Field’, seguido de una muy celebrada ‘Time on Her side’. Pero, a partir de una coreadísima ‘Sun in the Morning’, la batería empezó a atronar, los teclados apenas se oían y prácticamente tuve que adivinar la melodía. Todo el recio entramado musical construido en el escenario se desinflaba en los altavoces. El resto de hits de ‘Singles’ sufrieron una suerte similar. En ‘A Dream of You and Me’ ni siquiera el baile ruso de Samuel consiguió paliar el desaguisado, ‘Doves’ también acabó engullida por la batería… Afortunadamente, el fervor de Herring y la respuesta del público (entregadísimo) iban salvando los escollos. Donde no llegaba el sonido, llegaban las ganas. Curiosamente, las canciones de ‘The Far Field’ no parecían sonar tan mal. Supongo que, al ser más comedidas, el desaguisado fue menos evidente. Esta circunstancia adversa paradójicamente sirvió para certificar lo bonitas que son, ya fueran una preciosa ‘Beauty of the Road’ o una ‘Ran’ recibida como un clásico.
Durante la segunda parte del set, se dedicaron a reivindicar su obra pre-‘Singles’; ‘Balance’ o un ‘Before the Bridge’ en que Herring reventó los pantalones. Literalmente; dejó a la banda tocando porque él se tenía que cambiar. Regresó pletórico para atacar ‘Cave’ y todo iba cuadrando, pero el mal el sonido continuó haciendo de las suyas y desnató la emotivísima ‘A Song for our Grandfathers’.’Light House’ pareció salvarse, no así ‘Seasons’. La sala se vino abajo porque es un himno, pero perdió parte de su mágica potencia. ‘Spirit’ también se escuchó fatal, pero marcó la “despedida” del grupo; escuchar a todo el Razz cómo jaleaba y reclamaba a la banda ponía los pelos de punta. Los bises fueron lo mejor de la noche. El sonido se recuperó, bajaron la velocidad y aumentaron la emoción, al desgranar las más melancólicas, especialmente una ‘Black Rose’ que resultó particularmente conmovedora. Y cuando Samuel acometió, para finalizar, ‘Inch of Dust’, hubo un momento en que dejó de cantar porque parecía que estaba llorando. Y quizás formara parte del show, pero le echó tanto corazón que yo me lo creí. Una pena que un sonido deficiente empañara el gran concierto de Future Islands, pero la sensación del triunfo ahí quedó.