El pasado viernes Fergie presentó por sorpresa –se sabía de su publicación inminente, pero no la fecha concreta– ’Double Duchess’, disco que sucede a su debut en solitario (esto es, sin The Black Eyed Peas) lanzado más de 10 años atrás, ‘The Dutchess’. El disco se está vendiendo curiosamente como un “álbum visual”, aunque curiosamente se ha editado en CD sencillo, sin DVD –¿se lo reserva para una edición Deluxe, quizá?. Pero esos vídeos, acuñados con la etiqueta ‘Seing Double: The Visual Experience’, están siendo desvelados en los últimos días –no todos, de momento– en Youtube.
Entre estos, que incluyen una especie de vídeo-Boomerang protagonizado por la modelo y cuñada de Kanye West Kendall Jenner para ‘Enchanté (Carine)’ y escenas de cama y discusiones que podían aludir al final de su relación con el actor Josh Duhamel en ‘Save It Til Morning’, nos ha llamado la atención el cortometraje para el tema ‘A Little Work’. En este clip, Fergie alude a una enfermedad mental que parece ser ha sufrido en un pasado reciente.
Sin embargo, el tratamiento que hace de la misma es tan frívolo que, como mínimo, nos hace dudar de ello. En el clip dirigido por el reputado Jonas Åkerlund (Lady Gaga, Madonna, Coldplay, Kesha, largo etcétera), Stacy Ann Ferguson narra en primer persona, a medio camino del documental y el mamarrachismo extremo, lo que se interpreta como una experiencia personal –quizá aluda a una adicción a la metaanfetamina de la que fue tratada en el pasado, pero no está claro–. Cuenta que comenzó con unas visiones de “demonios” que la llevaron a refugiarse en una iglesia, donde vivió una epifanía, al ver a un abuelo que perdió en una guerra y experimentar el miedo “real”, al imaginar que los SWAT (grupo de policía de asalto) entraban a buscarla. Unas escenas que, además, se trasladan a la pantalla de manera literal.
Precisamente ahí, en la manera de tratar las imágenes tan excesiva, jovial y casi hilarante, está el problema. Porque ante ese discurso aparentemente confesional, Fergie aparenta estar en un permanente pase de modelos, da igual si se retrata en un hospital mental –ella misma hace de enfermera sexy–, interpreta a una camarera con un hijo pequñeo y muchas facturas que pagar (aún no hemos captado), escenifica un brote psicótico o se encuentra con la niña que fue y con su abuelo el soldado en pleno campo de batalla. Todo culmina cuando, luciendo como una celebrity acudiendo a una front-row o una alfombra roja, sale de la citada iglesia con su pequeño hijo de la mano. Final feliz, ahá. Sinceramente, si la idea era concienciar a alguien sobre las enfermedades mentales, resulta muy difícil empatizar con esta visión.