‘Annabelle: Creation’: ¿es hora de ir guardando esta muñeca?

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‘Annabelle: Creation’: ¿es hora de ir guardando esta muñeca?

annabelle-creationEn 1948 Andrew Wyeth pintó ‘Christina’s World’ (MOMA, Nueva York), una de las obras capitales del regionalismo norteamericano. La pintura muestra una frágil figura femenina arrastrándose por la hierba en dirección a una casa situada en lo alto de una colina. Aunque la realidad de esta representación es mucho más prosaica de lo que parece (era una vecina inválida del pintor que solía desplazarse por el suelo), su enorme poder de sugerencia generó múltiples lecturas, a cual más perturbadora.

‘Annabelle: Creation’, precuela de la formularia ‘Annabelle’ (2014), parece poseída por el espíritu de este cuadro. Todos sus elementos iconográficos aparecen reformulados en la película en clave de gótico americano: el solitario entorno rural de los años 50, el siniestro caserón en lo alto de la colina, la niña inválida… Este ‘Annabelle’s World’ es un mundo poblado por gente sencilla temerosa de Dios, pero también capaces de invocar al Diablo por amor; un inquietante universo donde, como en la reciente ‘It’, la infancia está amenazada por su propia imaginería: payasos, muñecos…

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El sueco David F. Sandberg, quien se dio a conocer en 2013 con el eficaz corto ‘Lights Out’ (alargado tres años después en forma de largometraje), consigue extraer mucho partido macabro de estos elementos iconográficos. ‘Annabelle: Creation’ es una película muy disfrutable desde un punto de vista estético y alegórico, un tren de la bruja que funciona con sorprendente elegancia y avanza por paisajes enormemente evocadores. El problema (o no, depende de las expectativas) es que la película no deja de ser una simple atracción de feria a la que nos hemos subido demasiadas veces.

‘Annabelle: Creation’ es, para bien y para mal, una subfranquicia de la marca ‘Expediente Warren’. Para bien, porque los productos envasados por la factoría Wan -aquí en labores de productor- te garantizan varias cosas: un par de buenos sustos, alguna imaginativa solución de puesta en escena, una o dos imágenes para llevarte del cine como recuerdo (una de ellas, la que ilustra el póster) y el mencionado estilo visual. Para mal, porque los productos envasados por la factoría Wan también te garantizan otras cosas: un abuso de los sustos sonoros de posproducción, una repetitiva sucesión de escenas y lugares comunes del género ya vistos en sus otras películas, y un desarrollo dramático más previsible que un reloj de cuco.

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Guardada -de momento- la muñeca en el armario, ahora es el turno de las monjas diabólicas. ‘The Nun’, dirigida por el británico Corin Hardy (‘The Hallow’), será el siguiente capítulo del “universo expandido” de ‘Expediente Warren’. ¿Vuelve la Nunsploitation? 6.

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