Mogwai / Every Country’s Sun

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Mogwai / Every Country’s Sun

mogwai-everyLejos de parecer errática, la actividad musical de Mogwai durante sus 22 años de trayectoria puede considerarse profundamente pendulante. En una esquina, los Mogwai atmosféricos, lentos, agazapados en cualquier espacio cavernoso; al otro, los Mogwai explosivos, los que culminan cada progresión con redobles, platos a todo trapo y distorsión purgante de guitarra. En todos sus discos están presentes esas dos vertientes, y la evaluación que de ellos hacemos mucho depende de cómo administran la relación de dichos extremos. De cómo y cuántas veces pasan de uno a otro. Porque, no nos engañemos: lo que más nos gusta de los escoceses es la forma en la que saltan al vacío, culminando progresiones que nos transportan del underground a la épica.

‘Every Country’s Sun’, noveno álbum de estudio –bandas sonoras y otras delicias aparte– en la prolífica discografía de Mogwai, representa a la perfección esa dualidad. Para bien, porque en más ocasiones de las que sospechábamos a estas alturas logran sorprendernos con sus cambios de intensidad; pero también para mal, porque el péndulo pasa demasiado tiempo en el extremo rudo, de marejada, reduciendo los pocos espacios de calma y dilatación –básicamente ‘aka 47’ y ‘1000 Foot Face’– a momentos en los que cuesta sortear el aburrimiento. No es fácil pillarle el punto a este disco, pero lo tiene. No emociona de primeras, pero sí tras un par de escuchas, en los típicos determinados pasajes que siempre nos regalan los de Glasgow en cada entrega. Pieza por pieza es un disco notable; el problema reside en la estructura del orden de las canciones.

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Hay una fase inicial que define el terreno atmosférico del que partimos: vespertino, de post-rock instrumental clásico y regular –el del tipo Explosions in the Sky o Godspeed You! Black Emperor– en ‘Coolverine’; alienante pero esperanzador en ‘Party in the Dark’, la autodefinida como pieza más pop de toda su carrera; cargado, expansivo y centrífugo en ‘Brain Sweeties’; y perfectamente progresivo y orgásmico en ‘Crossing the Road Material’. Buen comienzo: EP de lujo.

Pero en el lento descenso de ese tema, sumado a la arritmia periférica de ‘aka 47’ y al oxigenado susurro no culminante de ‘1000 Foot Face’ –con una marcial y clásica ’20 Size’ mediante, que queda un poco coja–, se pierde la dinámica ascendente, recuperada de golpe y porrazo pasados cuatro minutos de la brillante ‘Don’t Believe the Fife’. Ésta, probablemente la pieza más carnal y romántica del álbum, hace estallar en mil pedazos una atmósfera inicial delicada y futurista a base de martillazos de cuerda y una cascada de distorsión que se eleva incólume. Y a partir de aquí, ahora sí: el caballo desbocado.

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En un final poderoso y eléctrico que enlaza (y culmina) bien con la primera fase del disco, ‘Battered At a Scramble’ y ‘Old Poisons’ se presentan como las ‘San Pedro’ de ‘Every Country’s Sun’: una tormentosa huida hacia adelante, desafiante, y una espada de Damocles a punto de caernos encima. Incluso ‘Every Country’s Sun’, tema final que arranca cristalino y abierto, acaba fundiéndose en una enmarañada escalada de intensidad.

Con todo, este nuevo trabajo de Mogwai no desentona en absoluto en una trayectoria impecable que va camino de ser legendaria. Más que por discos sobresalientes – tal vez solo ‘Young Team’, ‘Rock Action’ y ‘Mr. Beast’ –, por mostrar una regularidad digna de quienes son: la referencia más fiable, paradigmática y a la vez arriesgada del post-rock.

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Mogwai actúan este miércoles 25 de octubre en Madrid.

Calificación: 7,4/10
Lo mejor: El pop estilo Mogwai de ‘Party in the Dark’, las progresiones de ‘Crossing the Road Material’ y ‘Don’t Believe the Fife’, y el final desbocado
Te gustará si te gusta: la vertiente más ruda de Mogwai
Escúchalo: Spotify

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