Con un disco como ‘Turn Out the Lights’, el nuevo de Julien Baker, el poder emocional del dolor nos atrapa por algo más que simple empatía. El discurso de la joven cantautora norteamericana, pese a partir de su más absoluta y descarnada intimidad, es tan universal como los son la soledad, el abandono, la necesidad de ayuda y de fe o el amor para cualquier ser humano. Musicalmente sigue siendo igual de austero que el que presentaba en ‘Sprained Ankle’, su debut: basado en arpegios de guitarra, piano, algún arreglo de cuerda y en su voz, aterciopelada y quejumbrosa aunque en absoluto quebradiza. Pero a nivel lírico hay tanto material destacable, habla de tal forma sobre asuntos tan espinosos, que resulta imposible apartar la mirada. Es escuchar, casi en silencio, las confesiones de un alma rota.
El poder y la belleza del dolor. Una belleza digna y mártir, atrapada por su propia ética del bien y el mal –“It’s not that I think I’m good / I know that I’m evil / I guess I was trying to even it out”, dice en ‘Evil’–, amenazada por el arrepentimiento y por el pánico a no merecer ayuda ni salvación. Es evidente el peso (creciente a lo largo del disco) de la fe cristiana en la artista de Memphis, en sus letras, en sus miedos y en la elección de sus fuentes de fortalecimiento. No obstante, ‘Turn Out the Lights’ no debe leerse como un manual infalible de salvación a través de la religión, ya que el tratamiento mismo de la fe por parte de Baker refleja sus propias dudas e inseguridades. “I’m better off learning / How to be / Living with demons I’ve / Mistaken for saints / If you keep it between us / I think they’re the same”, concluye resignada en ‘Claws in Your Back’, una emocionante y menos contenida pieza final.
Ante ese telón de fondo religioso, en cualquier caso, la autora confiesa y desahoga toda su carga emocional hablando sin tapujos, enredos, eufemismos o metáforas escapistas. El disco escarba en la enorme dificultad de luchar contra uno mismo, ya sea por no dejar marchar un amor perdido –‘Appointments’–, contra fantasmas internos que los demás no ven –“When you watch me throwing punches at the devil / It just looks like I’m fighting with me”, en ‘Shadowboxing’, o ‘Claws in Your Back’– o contra la tentación de rendirse, expresando la idea del suicidio de varias formas: “And I’d never do it but it’s not a joke” en ‘Turn Out the Lights’, “Do I turn into light if I burn alive?” en ‘Televangelist’, y más sutilmente en ‘Sour Breath’ –“Leave me inside in a body made of wood / (…) The harder I swim, the faster I sink”– y en ‘Hurt Less’ –“When I’m pitched through the windshield / I hope the last thing that I felt before the pavement”–.
Baker no usa filtros de ningún tipo: nos habla como si fuéramos parte de su terapia de grupo, silenciosos receptores que no vamos a juzgarla. Con total sinceridad. Ayuda que su lenguaje musical también huya de maquillajes y envolturas engalanadas u ostentosas. Todo lo contrario. Los únicos acentos que le permite a su guitarra son los que recuerdan a Explosions in the Sky (o a los japoneses Mono), a ese efecto blanco e invernal, casi de nieve, que parte del arpegio de ‘Appointments’ hasta ‘Sour Breath’, el que recuerda a Daughter en ‘Turn Out the Lights’ o ‘Shadowboxing’, ese toque grunge de ‘Even’ –que recuerda a ‘Something in the Way’ de Nirvana– y los tímidos aunque omnipresentes arreglos de violín y piano.
El disco evoluciona lírica y formalmente. Así como el tema religioso va ganando importancia como valor explicativo sobre la descripción de sus miedos, el piano va ganándole espacio a la guitarra. Protagonista absoluto en ‘Televangelist’, ‘Everything To Help You Sleep’ o ‘Hurt Less’, canción en la que asoman brotes de esperanza y recuperación, acaba derribando su natural contención, disparando el nivel de sentimiento en ‘Claws in Your Back’, el ya mencionado corte final. No se trata de que llegue a una meta ni a un final del túnel: ‘Turn Out the Lights’ cumple otra función. Más allá de la empatía, le sirve a ella para expresar sus dolores más profundos, tengan o no solución, y a nosotros para recordar que el arte, en ocasiones, sigue valiendo como método de acercamiento e intento de comprensión de los temas trascendentales de la vida humana. Incluso desde lugares tan pequeños como son las canciones de Julien Baker, se puede abarcar un discurso universal.
Calificación: 8,4/10
Lo mejor: ‘Appointments’, Turn Out the Lights’, ‘Sour Breath’ y, en general, todo el apartado lírico.
Te gustará si te gustan: Las cantautoras tristes como Marissa Nadler, Julie Byrne o Aldous Harding.
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