En junio se cumplieron 30 años de que Johnny Marr abandonara los Smiths por desavenencias con Morrissey, entre muchas otras más y menos turbias, el hecho de «no haber formado una banda para hacer versiones de Cilla Black». Probablemente la personalidad del autor de toda la música del grupo (completamente incapaz de escribir una letra) y la del autor de todas las letras (un instrumentista completamente inepto) fueran demasiado fuertes para sostener los Smiths durante más de los 4 años que duraron.
No podían convertirse en unos Rolling o unos U2 que resistieran el paso de los años contra viento y marea, y jamás se han reunido pese a las múltiples y millonarias propuestas para hacerlo y a una minúscula tentativa. Eso no ha hecho sino mitificar un legado de todo menos sobrevalorado. Es triste que su repertorio pueda ser repasado al completo en una mañana, pero las decenas de temazos que dejaron a través de 4 álbumes, varios singles sueltos y caras B que incluso superaban a sus respectivas caras A, resultan incluso mejores de los que las recordabas cada vez que te sumerges en sus recovecos, detalles, segundas intenciones y referencias culturales o a hechos históricos. En este artículo recuperamos 30 de las mejores canciones de esta banda que retrató la tragicomedia de la vida como pocas, para rabia de Morrissey, harto de que se reivindiquen sus 4 años de carrera iniciales en lugar de los 30 siguientes. Mozz, no desesperes, el año que viene celebraremos «30 años con Morrissey en solitario».
El indie pop ha estado tradicionalmente trufado de desarraigo, pesimismo, muerte, incomprensión en el nicho familiar, amor por la música y también un poco de narcisismo. El gran himno de los Smiths lo tiene todo. En él, Morrissey pide desolado a su pareja que le saque de casa «esta noche» para ir «da igual dónde, mientras haya música y gente», en contraste con el hogar paternal donde no nos comprenden y nos oprimen («donde sea, pero no me lleves a casa, porque no es mi casa, es su casa, y ya no soy bienvenido»). Y de repente, entre todo el romanticismo de ese viaje en coche junto a la única persona que te comprende, irrumpen la desgracia y el humor negro. El cambio de acordes es dulce y la voz de Morrissey, preciosa, pero lo que el artista viene a repetir en el estribillo es que si «nos chocamos contra un autobús de dos pisos, morir a tu lado será una forma celestial de morir».
‘There Is A Light that Never Goes Out’, citada en ‘Trainspotting’ y ‘500 Days of Summer’ y versionada por artistas de tan diverso pelaje como Mikel Erentxun, Miley Cyrus o Noel Gallagher, es el mejor exponente de lo que podían hacer los Smiths, hasta el punto de que es imposible cansarse de ella. Sobre unos brillantes acordes de Johnny Marr, que se inspiró en la versión de los Rolling Stones de ‘Hitch Hike’ de Marvin Gaye, Morrissey construyó una letra absolutamente carismática e intensa para bien en la que cuando no refulgen sus palabras lo hace su tristón modo de cantar («I don’t care, I don’t care, I don’t care»). Además, pese a su sencillez, la batería recalca muy sabiamente la apertura del estribillo mientras Marr se encarga de añadir flautas y sintetizadores. Aunque en su momento se planteó grabar con una orquesta la parte más evocadora pero no se pudo por falta de presupuesto (también se dice que quisieron grabar todo ellos solos), a la larga los sintes escogidos resultan haber dado en el clavo: no han pasado de moda, y suenan sorprendentemente atemporales y nostálgicos.
¿Una elección obvia como top 1 de los Smiths? Curiosamente, nunca fue un single de ‘The Queen Is Dead’. Johnny Marr prefería apostar por «Bigmouth» varios meses después de que se hubiera lanzado ‘The Boy with the Thorn in His Side’ (también se temía que la radio no pinchara un tema que indujera al suicidio) y solo como forma de promoción de un «Best Of» seis años después hubo sencillo para ‘There Is A Light that Never Goes Out’. Morrissey, de hecho, revela en su imprescindible ‘Autobiografía’, que quiso dejar esta canción fuera de ‘The Queen Is Dead’: «Con total adocenamiento, había pasado por alto el valor de ‘There Is A Light That Never Goes Out’ y le sugerí a Johnny que no debíamos incluirla en el álbum. Él suelta una risotada de garantía que interpreto como un pobre tontuelo y atajo mi protesta. Es una humillación con la que vivo porque la sugerencia se vuelve eterna, ya que la canción fue -y continúa siendo- tremendamente adorada como una de las piezas más poderosas del canon de los Smiths. A menudo es un alivio estar equivocado».
Hoy hemos asimilado que hay carreras enteras de grupos de indie pop inspiradas por el riff inicial de ‘This Charming Man’, el segundo single que publicaron The Smiths en principio no incluido en la edición original del debut homónimo del grupo, que saldría a la venta el año siguiente. Estamos en 2017 y la canción sigue sonando tan fresca como al principio, gracias a esa guitarra que contribuye a asentar las bases del jangle pop (Morrissey reconoció estar «celoso» del éxito de Aztec Camera en contraste con el fracaso del primer single de los Smiths ‘Hand in Glove’), al bajo de Andy Rourke y a la batería de Mike Joyce poniendo el punto bailable a la canción, y a la toma vocal de Mozz. Grito extasiado como pre-estribillo aparte, el artista quiso hacer una toma vocal «vulnerable» en contraste con el «machismo imperante que aburre a las vacas», en esta letra sobre un ciclista que pincha y es recogido por un «hombre encantador»… que le recomienda que devuelva su «anillo» (o sea, que se divorcie o no se case). La conclusión de todo esto no puede ser más delirante para nuestro protagonista: «Will Nature make a man of me yet?».
Una joya llena de homoerotismo no tan sutil y segundas intenciones, tanto por su utilización de palabras en desuso en la época, como la propia «charming» o «handsome» (a Morrissey le horrorizaban las modas y la cultura gay mayoritaria y criticaba que se considerara «esnobismo» usar palabras de más de 10 letras); como por las posibles referencias a ‘Sleuth’ y Oscar Wilde. Noel Gallagher, que de adolescente tuvo que disfrutar a los Smiths en silencio frente a los hooligans de sus amigos, ha elogiado particularmente la frase «I would go out tonight but I haven’t got a stitch to wear», calificándola como genialidad. «(Los Smiths) me hicieron darme cuenta de lo que tenía que hacer con mi vida».
Más canciones no incluidas en ningún disco de estudio de los Smiths caben en el top 3 de su discografía. ‘How Soon Is Now’, en principio una cara B de ‘William, It Was Really Nothing’ (!!!) porque a Geoff Travis de Rough Trade, frente al entusiasmo de Morrissey, le parecía «ruido», es uno de sus grandes clásicos. Son un hito esas reptantes guitarras con efecto tremolo de Johnny Marr, salidas como de un callejón de mala muerte, inspiradas en ‘I Want More’ de Can, ‘Mona’ de Bo Diddley y el ritmo de ‘Disco Stomp’ de Hamilton Bohannon, y fruto de la intención del carismático guitarrista de grabar un tema de un solo acorde (Fa# en este caso). Y por supuesto esa letra que suele aparecer entre las favoritas de la historia de la población británica.
Se podría hacer una tesis doctoral sobre el tratamiento del amor de Morrissey, pero en esta canción se muestra «criminalmente vulgar». ¿Por qué? Lo dice el estribillo: «Cállate, ¿cómo me puedes decir que me tomo las cosas mal? Soy humano y necesito que me quieran. Como todo el mundo». Aunque es el rarísimo puente en esta rarísima canción el que termina de poner el dedo en la llaga, describiendo a la perfección la frustración del desamor adolescente: «hay un club por si quieres ir / puede que encuentres a alguien que de verdad te quiera / así que vas y te plantas ahí / y al final te marchas solo / te vas a casa y te echas a llorar y te quieres morir». Una canción que seguro hizo pupa a Stephin Merritt además de a una generación entera. «Cuando dices que «va a pasar pronto», ¿a qué te refieres exactamente? / Ya he esperado demasiado tiempo / y la esperanza se me acaba». La extensión hasta los 7 minutos de la grabación, considerada «el ‘Stairway to Heaven’ de los 80 por Seymour Stein y profundamente admirada por Peter Buck de R.E.M. y Carl Barat de The Libertines, solo puede ser interpretada como una metáfora de la desesperación que encierra.
Sobre el desprecio de Geoff Travis hacia ‘How Soon Is Now’, no sufráis: no puede recibir más palos en ‘Autobiografía’ con citas hacia su persona realmente tronchantes y mordaces. Morrissey califica la música de Rough Trade como tan «antitodo» que es «antiescuchable», describe a su personal como «posmodernos desmadrados» que «jamás habían tenido que temer una agresión sexual», concluye que hay «asesinatos» por los que vale la pena «ir a la cárcel» y en verdad, toda la parte relacionada con la industria musical es de lo más hilarante que se ha leído en biografías musicales («en un legendario acto de deficiencia mental, no teníamos ni idea de lo que estábamos firmando»).
The Smiths no incluyeron ‘This Charming Man’ en la edición original de su debut, pero sí decidieron abrirlo con una canción sobre la pérdida de la inocencia, pues en palabras de Morrissey, «hasta que existe un compromiso físico con una persona, hay algo infantil en nuestra alma». Inmersa en rumores sobre el retrato de la pedofilia, negados por la banda, la letra de ‘Reel Around the Fountain’ cuenta el primer encuentro sexual de alguien, con tono medio trágico y casi decepcionado, muy conseguido en la aletargada interpretación de Morrissey, que susurra algunas palabras, otras las pronuncia deprisa como con vergüenza o culpa y también se lamenta. Una canción ciertamente inquietante, sobre todo si atendemos a lo que se podría calificar como una sexualidad atípica por parte del autor de la letra («soy humasexual, no soy homosexual desgraciadamente», declararía décadas más tarde) y también otra maravillosa composición de Johnny Marr en cuanto a arpegios, definiendo el estilo de los Smiths tan pronto como en el primer álbum.
Curiosamente, el grupo nunca quedaría del todo satisfecho con su producción. ¿Sería el piano, demasiado preciosista, de Paul Carrack? La ‘Autobiografía’ de Morrissey así lo indica: «la sed ansiosa de ‘Reel Around the Fountain’ se bajó de tono y John (Porter, productor) trajo a su amigo Paul Carrack para que añadiese un piano retozón. El resultado es más travieso que elegiaco». En general, pese a que es un enorme álbum, la producción de su debut dejó al grupo muy frustrado: «John no comprende ni por asomo el espíritu de pandilla rival de la grabación original (de ‘Hand In Glove’, en ese caso)». Continúa: «El álbum debería haber sido un correazo tremendo por el extremo de la hebilla de un cinturón y se queda en un cachete en la mejilla».
‘Panic’ o la paradoja hecha canción. La composición aka ‘Hang the DJ’, que ha inspirado tantas sesiones y nicks de internet, se construyó después de que a un DJ británico se le ocurriera la fabulosa idea de pinchar ‘I’m Your Man’ de Wham! después de informar de la tragedia medioambiental de Chernobyl. Indignados por este «las noticias me dan igual» que dice tan poca cosa buena del ser humano, se ha extendido hasta nuestros días y se seguirá extendiendo durante generaciones venideras, Morrissey y Marr entregaron esta llamada a las calles sobre la insensibilidad. Creyeron que podía ser su primer número 1 y no lo fue pero sí ha sido una canción recurrente para ser pinchada en las discotecas indies, en lo que suponía contra todo pronóstico un símbolo del culto al DJ… que sí pinchaba canciones «sensibles» y «diferentes» de los Smiths. Como curiosidad, la canción, una de las mejores de pop de los últimos 30 años para Mani de Primal Scream y Stone Roses, fue grabada sin Andy Rourke, inmerso en problemas de adicción a la heroína; y no me resisto a pasar por alto la versión en castellano «Pánico en las calles de Parla» que hace unos 15 años tocaban Fangoria en sus directos. Qué tiempos.
Las portadas de los singles de los Smiths han sido objeto de análisis por su fetichismo y homoerotismo. La del primer sencillo de ‘The Queen Is Dead’, lanzado meses antes de la edición del disco, muestra a Truman Capote dando un salto de pequeño. ‘The Boy With the Thorn in His Side’, que fue versionada por Belle & Sebastian, Jeff Buckley, Xiu Xiu o J Mascis de Dinosaur Jr, es una canción sobre un «deseo asesino de amar» que topa con el obstáculo de la incomprensión, en este caso no de un ser querido sino de la industria musical. Morrissey ha sido siempre un obseso de los top 40 y las listas de éxito, seguramente se sepa de memoria todos los «chart run» de su carrera y con ese «si no nos entienden ahora, ¿cuándo lo harán?» se está preguntando por qué el alcance de los Smiths no era mayor de lo que era. Con todo, la canción es lo suficientemente ambigua como para ser universal, y la sensación de tristeza que produce el minuto de gorgoritos final es de las más conseguidas de su discografía.
Melódicamente una de mis canciones favoritas de los Smiths (la repetición de los «in my life» y de los «live or die» en falsete vale por la carrera de muchos otros), ‘Heaven Knows I’m Miserable Now’ es un canto a los desarraigados que no es difícil vincular con los problemas sociales de Reino Unido en los 80 («Buscaba un trabajo y encontré un trabajo y sabe Dios que sigo siendo miserable»). Ahogado en alcohol y por un instante en envidia hacia las parejas que exhiben su felicidad por la calle (parecen las de ‘Tous les garçons et les filles’ de Françoise Hardy), este tema no está exento de humor sórdido («lo que me pidió esta chica al final del día / habría logrado ruborizar a Calígula») y de un primigenio plot twist (el cambio en el penúltimo «estribillo» a «¿por qué sonrío a la gente a la que quiero dar una patada en los huevos?»).
La corta discografía de los Smiths no solo se vio enriquecida con singles sueltos que no aparecían en sus álbumes, sino con las canciones que acompañaban a estos. La larga lista de interesantísimas caras B del grupo está encabezada por el tema que venía con ‘William, It Was Really Nothing’. ‘Please, Please, Please Let Me Get What I Want’ dura poco más de 1 minuto y 50 segundos, pero precisamente por eso es casi imposible respirar mientras suena debido a la angustia que produce: Alex Kapranos dice que con ella, se le ponen los pelos de la nuca de punta. Morrissey suplica a alguien que le dé lo que quiere porque «Dios sabe que sería la primera vez que podría obtenerlo», mientras Marr reserva su artillería de pesares, mandolina mediante, para el final. No hace falta más que escuchar el desolado tono de Steven Patrick para averiguar que no, no hay final feliz para su petición, haciendo que la canción funcione, en su encantador patetismo, como metáfora de que si ciertas cosas se consiguen desde luego no es porque se pidan por favor.
El primer single de ‘Strangeways, Here We Come’, el disco final de los Smiths, fue tirado por la BBC. ¿Por qué Radio One se negó a pinchar esta delicia? No pasó los umbrales de lo políticamente correcto, ni siquiera en los 80, ese machista «mi novia está en coma, es grave, hay veces que la habría estrangulado, pero ya sabes que odiaría que le pasara algo, ¡por favor, dejadme verla!». En cualquier caso, musicalmente el grupo supo construir un himno agridulce y muy adictivo, perfecto para escuchar en bucle al durar tan solo 2 minutos. Un par de minutos con récord de cabida para la contradicción, pues después de una intro cuyo bajo parece anunciar en verdad un llenapistas, domina un arpegio cristalino y tranquilo de Marr, emergen unas estupendas cuerdas estratégicamente situadas y brilla como nunca un Morrissey que, pese al humor negro, en algunos momentos suena realmente triste y afectado.
Calma: la cara A de ‘William, It Was Really Nothing’ estaba a la altura de sus caras B. De apenas 2 minutos de duración, la canción es una de las más uptempo, divertidas e irreverentes («¿cómo puedes quedarte con la gorda que te va a pedir que te cases con ella?») de la carrera de los Smiths, estupenda por ejemplo en el riff que ejerce de pre-estribillo, uno de mis favoritos de Johnny. Morrissey hizo esta canción como respuesta a las excesivas canciones de pop que ensalzan el matrimonio, y en su referencia al «anillo», bien podría ser una segunda parte de ‘This Charming Man’. Esta viene a ser, en contraste, un «no te cases, quédate soltero», se rumorea que dedicada a Billy Mackenzie, cantante de The Associates, quienes por cierto década y media después se la devolvieron con una canción llamada ‘Stephen, You’re Really Something‘. A día de hoy, Morrissey sigue soltero, a diferencia del autor de ‘La boda’, Manolo Martínez de Astrud, gran seguidor de este artista.
El single segundo y final de ‘The Queen Is Dead’ no tiene tantísimo que envidiar a «There Is A Light». Estamos ante una de las canciones de la carrera de Morrissey que mejor trata su controvertida figura como personaje mediático. Esa «bocaza» al «ataque de nuevo» es protagonista de un enorme estribillo después de un pre-estribillo glorioso en el que Mozz se compara irónicamente con Juana de Arco, hablando de su «walkman empezando a derritirse» en la hoguera. Musicalmente, hay dos cosas que destacan al margen de la adictiva sucesión de acordes de Johnny Marr: el pseudo solo de batería que convertía el tema en carne de directo desde el segundo cero, y los graciosísimos coros apitufados del estribillo.
El single de debut de los Smiths daba la nota en su inusual uso de la armónica, que hay quien comparó con el single de debut de los Beatles, ‘Love Me Do’ («Los Smiths son los nuevos Beatles» sería una frase empleada para tratar de convencer a Morrissey de firmar con una multi, años después). Con una marcadísima batería que nos va dando la estructura de la canción, ‘Hand in Glove’ se deshace de las miradas del qué dirán («si la gente mira, que la gente mire, ni lo sé ni me importa») para disfrutar de un amor «que no es como el de los demás porque este es nuestro». Morrissey promete que luchará por ese amor hasta su «último aliento» y, por si hubiera poca intención homoerótica en su letra, la portada es una foto del actor George O’Mara desnudo, de espaldas, hecha por Jim French, que aparecía en el libro de la historia del desnudo masculino que Margaret Walters editó en 1978. A juzgar por cómo terminaron las cosas con su admirada Sandie Shaw, lo cual incluye a la cantante apareciendo por la cornisa de una ventana, obviaremos la versión de esta canción que los Smiths grabaron con ella y la aupó a las listas.
Los Smiths siguieron sacando singles al margen de los discos hasta casi el final, y ‘Sheila Take a Bow’ llegaba al mercado en la primavera de 1987 convirtiéndose en uno de sus escasos tops 10 (el primero fue ‘Heaven Knows I’m Miserable Now’ y también lo lograría en 1992 una reedición de ‘This Charming Man’). La canción es tan lozana que más que de las últimas de su carrera parece de las primeras y su ironía y «la la la la la ra la las» parecen haber inspirado una canción o dos de la etapa más divertida y lucrativa de Blur. En ‘Sheila Take a Bow’, referenciada en una de las canciones de ‘ken’ de Destroyer, Morrissey reverencia la búsqueda del amor, intercambiando géneros (de «yo soy un chico y tú una chica» a «yo soy una chica y tú un chico») y deja una frase por el camino que bien puede resumir su carrera: «¿Cómo puede alguien tan joven sonar tan triste?». Cuando los Smiths se separaron, Morrissey aún no tenía 30 años.
La pista 3 de ‘The Queen Is Dead’ se convertiría en una de las favoritas de los fans de los Smiths. En ella, Morrissey lloriquea a su madre (puede ser una metáfora o simplemente una expresión) desde su soledad para tratar de superar su desamor. El despecho campa a sus anchas («sé que se ha acabado y nunca siquiera empezó, aunque en mi corazón era tan real») mientras en su cabeza resuenan las palabras del rechazo («todavía te oigo decir «si eres tan divertido (…) listo (…) entretenido (…) guapo, ¿por qué pasas la noche completamente solo?»). Una canción para hundirse en el barro (literalmente, «soil») en la que destacan esa guitarra y esa batería que tratan de sacar a nuestro protagonista del pozo, en lo que podríamos considerar el gancho de esta canción sin estribillo propiamente dicho.
El humor en ‘The Queen Is Dead’, también perceptible en el divertimento ‘Vicar in a Tutu’, vuelve a estar vinculado a la muerte en ‘Cemetry Gates’, con una de las sucesiones de acordes más luminosas de Johnny Marr a la guitarra acústica. Morrissey visita un cementerio de Manchester con un amigo para citar a escritores muertos como Yeats, Keats y Wilde, mientras responde unas cuentas críticas sobre plagio y reflexiona sobre la necesidad de ser original y contar con citas propias. Una referencia a Shakespeare en inglés antiguo se alterna con una frase inventada («Ere long done do does did») en esta alegre canción que por cierto es coetánea de ‘No es serio este cementerio’ de Mecano: ‘Entre el cielo y el suelo’ y ‘The Queen Is Dead’ se publicaron exactamente el mismo día de junio de 1986.
Además de humor, hay optimismo en algunas canciones de los Smiths: nunca fueron solo trágicos como lo serían después Radiohead y una tonelada de sucedáneos de ambos. Una de sus canciones más optimistas y luminosas es ‘Ask’, un single suelto lanzado muy poco después de ‘The Queen Is Dead’, en el que vienen a decir que la «timidez» y la «falsa modestia» no sirven para absolutamente nada. Eso sí, Morrissey no podía evitar poner su sello a esta llamada a la acción y al carpe diem y termina repitiendo «si no es el amor, serán las bombas lo que nos una». Es decir, en su intentar animarnos, no evita recordar que la muerte nos sacudirá a todos.
La cara B de ‘The Boy With the Thorn In His Side’ es una de las canciones más reproducidas de los Smiths en Spotify. Suele ser citada «como favorita para sonar en mi funeral», como indica Devendra Banhart con unas preciosas palabras para Uncut: «me sumerge, me envuelve. Es la sensación más embrionaria. Es casi como estar encadenado a la libertad. El sueño de que hay otro mundo, e irte hacia él. Pero también hay un enorme amor hacia la persona a la que le está cantando. Es algo precioso». El piano y la letra hablan de la muerte como zona confortable en la que refugiarse de una depresión. “Canta para mí hasta que me duerma (…) no trates de despertarme por la mañana, porque ya me habré ido / no te sientas mal por mí (…) estaré contento por haberme marchado”, dice explícitamente, aunque guardando la esperanza: “hay otro mundo, tiene que haberlo. Adiós”.
El single final de ‘Strangeways Here We Come’, que tampoco se pudo pinchar en la radio británica por su referencia a «planificar un asesinato masivo», es una canción incluso más efectiva de lo que fue el segundo sencillo del disco, la simpática ‘I Started Something I Couldn’t Finish’. Muestra algún principio de agotamiento en la fórmula Smiths, pero es contagiosa desde esa manera de presentarse con el estribillo, donde Morrissey no puede sonar más desafiante, y al contar con otro gancho claro en los histéricos «Oh, who said I’d lied because I never? I never! / Who said I’d lied because I never?». El tema sería destrozado años después por una espantosa versión de quien Noel Gallagher denominó con acierto Mark «Trompetilla» Ronson.
A través de una serie de «fade in» y «fade outs» que fue aportada por el ingeniero de sonido Stephen Street, con quien ya habían coqueteado desde «Heaven», a la postre productor y músico de Morrissey en solitario, y hombre clave en las carreras de Blur, Cranberries y Suede, ‘Some Girls Are Bigger than Others’ es una de las canciones más misteriosas de la carrera de los Smiths. Cerraba ‘The Queen Is Dead’ sin desvelar por qué el tamaño de las chicas y de sus madres generaba tanta inquietud en Morrissey, que lo planteaba como uno de los grandes descubrimientos «desde la Edad de Hielo a la Edad del Subsidio por Desempleo», constituyendo una de sus composiciones más repetitivas y extrañamente recordadas. En España este año ha sido referenciada por El Último Vecino en su versión de La Zowi, ‘Mi chulo’.
Otra cara B que superaba a su respectiva cara A era ‘Half a Person’, que acompañó la edición de ‘Shoplifters of the World Unite’ a principios de 1987. Johnny Marr relataba al periodista y biógrafo de los Smiths Simon Goddard, autor de ‘Mozipedia’, que la composición de esta canción fue uno de «los mejores momentos», uno de los más cercanos e íntimos que compartió con Morrissey, escribiendo con él tan cerca que casi podían tocarse. Marr le enseñó los acordes y pudo ver a Morrissey pensar «esto es exactamente lo que quería que hicieras». ‘Half a Person’, como su propio nombre indica, retrata a una persona incompleta, «de dieciséis años, torpe y tímida», que puede contarte patéticamente la «historia de [su] vida en 15 segundos». Gracias a su corte acústico y a su rima «Call me morbid, call me pale / I’ve spent too long on your trail» se convirtió en otra de las joyas perdidas más veneradas de la carrera de los Smiths, sobre todo tras su recuperación en el imprescindible recopilatorio de singles y caras B ‘Louder than Bombs’, que rescataba por ejemplo ‘You Just Haven’t Earned It Yet Baby’, favorita de Brandon Flowers.
Debido a su multitud de singles sueltos y caras B, la carrera de los Smiths no se entiende sin el mencionado recopilatorio ‘Louder than Bombs’, pero tampoco sin ‘Hatful of Hollow’, un disco con tomas alternativas y sesiones en la BBC, a destacar las realizadas para uno de sus supuestos defensores, el adorado John Peel. Y digo «supuestos» porque en su libro Morrissey dice que quien en realidad se fijó en los Smiths fue uno de sus «ojeadores», revelando que con John Peel solo se encontró un par de veces en una gasolinera y que el locutor no sabía ni qué decirle. En cualquier caso, una de las canciones más locas que podemos encontrar ahí es la polémica ‘Handsome Devil’. Estamos, por ritmo y guitarras, ante una de sus canciones más punkis, mientras la letra vuelve a lidiar con la pedofilia en uno de los estribillos más imposibles de la historia, «creepy» hasta decir basta («déjame poner las manos sobre tus glándulas mamarias»). El título viene dado desde el interior de la mente del profesor acosador, lo cual no puede sino contribuir a su repugnante genialidad.
Abría ‘The Queen Is Dead’ la canción titular, una especie de secuela de ‘God Save the Queen’ de Sex Pistols en la que Morrissey quiso exponer su conocidísima aversión a la monarquía, solo comparable en intensidad al amor por los animales que ya había mostrado en su segundo disco ‘Meat Is Murder’. La canción comienza con un extracto de una composición de 1916, ‘Take Me Back To Dear Old Blighty’, escrita para 3 soldados que volvían a Gran Bretaña, pero según aparece cantada por Cicely Courtneidge en una película de 1962, solo para después entregarse a un festín de referencias. Aparecen por la larga letra el príncipe Charles y sus aspiraciones de sucesión, el uso del alcohol y la religión para adormecer al pueblo, o el día en que un desempleado llamado Michael Fagan logró colarse en Buckingham Palace y sentarse en la cama de la reina hablando con ella durante 10 minutos, todo ello sobre unos efectos de guitarra y percusión que conforman una de las canciones más rock y experimentales de los Smiths.
El tercer sencillo de ‘Strangeways Here We Come’ era una de las canciones más tortuosas de la carrera de Morrissey y fue la que llevó a André 3000 de Outkast a obsesionarse con los Smiths cuando se los puso una amiga. La frase que sin duda llamó su atención fue «anoche soñé que alguien me amaba / pero no hay esperanza ni herida / era otra falsa alarma». Estamos ante otra gran tragedia con el sello de los Smiths, ahijada de ‘I Know It’s Over’ y precedente del espíritu derrotista de ‘Let Me Kiss You’ de Morrissey en solitario, que se presenta con 2 minutos de intro en la que se oye a un grupo de mineros protestando en una huelga del 85. ¿Un paralelismo entre los males del corazón y los de la sociedad?
The Smiths comenzaban 1984 lanzando ‘What Difference Does It Make?’ como single principal de presentación de su disco de debut, que saldría un par de semanas después en febrero. El tema, con uno de los falsetes más célebres de Morrissey, en pleno delirio hacia su final, comienza fuerte: «Todos los hombres tienen secretos y este es el mío: que se sepa». Es otra hipotética salida del armario, que, estribillo aparte, cuenta con partes de una sonoridad contagiosa como son las de «I stole and I lied, and why? / Because you asked me to!» o los «Oh, I’m too tired / I’m so sick and tired». Kele Okereke hablaba de la canción en el especial de la revista Uncut, elogiando en general «la celebración de lo mundano» en los Smiths y reconociendo que su modo de reflejar «el deseo, la fealdad y la desesperación» ha ejercido una influencia en Bloc Party. La canción fue repudiada por la banda nada más salir al mercado, dejaron de tocarla en vivo en cuanto pudieron (según Setlist en 1985 ya solo la tocaron una vez) y jamás ha sido reivindicada por Morrissey en solitario, que hablaba así sobre ella en ‘Autobiografía’: «yo había amado esa canción hasta que la profanaron en ‘The Smiths’; el paseo despreocupado del pretendiente sonaba ahora encorsetado e inflexible, la batería sonaba demasiado asustada como para moverse, la voz sonaba como si cantara alguien que estaba criando malvas -o, como mínimo, descansaba en paz-«.
Muy querida entre el público es la cara B de la canción anterior ‘What Difference Does It Make?’, con la que no tiene nada que ver. ‘Back to the Old House’ supone una de las más claras muestras de la influencia que ejercerían los arpegios de Johnny Marr en varias generaciones posteriores, mientras la letra es una negativa de Morrissey a volver a un hogar anterior, que podría ser tanto familiar como marital. En cualquier caso, su fotografía del pasado resultó también muy influyente, desde ‘Missing’ de Everything But the Girl a ‘Ode to My Family’ de Cranberries, quienes a su vez calcaron el ambiente de esta composición en la preciosa ’21’, ambas de ‘No Need to Argue’ (1994), no en vano la producción más millonaria de Stephen Street, que había escrito la música de ‘Suedehead’ y ‘Every Day Is Like Sunday’, los dos primeros singles solo de Morrissey en 1988. En ‘Back to the Old House’, Morrissey se mostraba más pesimista: no volverá a la vieja casa, aunque quiera, porque hay demasiados «malos recuerdos».
La cara A de ‘Half a Person’, ‘Shoplifters of the World Unite’, no estaba mal, sonando como una versión pop y concisa de ‘How Soon Is Now’. En ella Morrissey cambiaba el lema comunista «Trabajadores del mundo, uníos» por un campante «Ladronzuelos del mundo, uníos», en lo que suponía una reivindicación del robo que desde su sello le sugirieron negar para añadir dobles sentidos imaginarios en las entrevistas promocionales. «Pero es que la canción va sobre el robo», solía decir. Su fascinación por el crimen se perfeccionaría en ‘First of the Gang’, uno de sus grandes singles de comeback en solitario editados en 2004.
¿Qué canción fue la más tocada en vivo de la historia de los Smiths? Después de su primer single ‘Hand In Glove’ y con bastante diferencia sobre el resto, ‘Still Ill’, otra de las grandes canciones de su debut, y a la que podríamos sumar ‘You’ve Got Everything Now’. Como esta ‘Still Ill’ está sentando las bases de lo que serán las guitarras de Marr, mientras resulta realmente contagiosa la parte en la que Morrissey se pregunta si es el cuerpo el que controla la mente o todo lo contrario. Aunque la grandeza de la canción es su estructura circular: empieza y acaba igual, con Johnny rasgando la guitarra y Mike Joyce creando un ritmo de lo más saltarín.
¿Pero es que en la redacción de JENESAISPOP nadie tiene una copia de ‘Meat Is Murder’? ¡Que alguien les regale un CD que en Discogs los tienen a 3 euros! El segundo álbum de los Smiths ni de lejos es un mal disco -no les dio tiempo a grabar ninguno-, incluye buenos temas pop como ‘Nowhere Fast’ o ‘I Want the One I Can’t Have’, el sencillo ‘That Joke Isn’t Funny Anymore’, la inicial ‘The Headmaster Ritual’ o la canción titular a favor de los animales que Mozz aún suele tocar en vivo. Pero es verdad que las canciones largas están algo extendidas de más y menos logradas que la coetánea ‘How Soon Is Now’ y las cortas no logran ser tan inmediatas como «William». Me quedo con ‘Barbarism Begins At Home’, aunque solo sea por esa sección de disco-funk hacia el final, donde el grupo parece extrañamente poseído por Chic, quizá debido a que Marr y Rourke habían estado en un grupo de funk llamado Freak Party antes que en los Smiths.
‘Meat Is Murder’ fue el único número 1 de los Smiths y Morrissey recuerda con agrado su producción tras la decepción que le supuso el acabado del primer disco. Si en su libro a veces habla de Johnny Marr incluso con cierto complejo de inferioridad («no puedo evitar preguntarme qué está haciendo aquí conmigo»), hay que destacar también los elogios hacia sus otros dos compañeros en la grabación de este largo: «Mike, por fin, podía tocar la batería a su manera: con la contundencia del rock-steady pero al galope, como un caballo de carreras. La brillantez de Andy florece lejos del oído profesoril de John Porter. Johnny, la clave de todo, hace por fin su primer disco».
Una de las caras B de ‘Sheila Take a Bow’ era esta canción de punk que acercaba a los Smiths al sonido de The Clash. Los «etcétera, etcétera, etcétera» del final de la canción representan uno de los momentos más divertidos de la carrera de Morrissey, como colofón para una letra que critica el sistema judicial desde la defensa de un «dulce y tierno hooligan» que ha «estrangulado» y robado a una anciana «que iba a morir pronto de todas formas». Él promete de verdad que nunca, nunca lo volverá a hacer. «Por supuesto que no… hasta la próxima vez», advierte el cantante con gravedad en esta canción sobre la reincidencia en el crimen.
Se suele considerar ‘The Queen Is Dead’ la gran obra maestra de los Smiths, pero tanto Morrissey como Johnny Marr se han encargado de recordar repetidas veces la calidad de su sucesor ‘Strangeways Here We Come’, que no es simplemente «el disco que salió después». Aunque para cuando el disco llegó al mercado el grupo estaba acabado, Morrissey recuerda que su grabación junto a Marr fue apacible y tranquila: «Era, los dos lo sabíamos, la obra maestra de los Smiths. La búsqueda de la sabiduría había llegado a su fin, del vientre a la tumba, y aquí estamos: ansiosos de vivir pero anhelando dormir. Uno y otro nos habíamos consumido hasta límites inconcebibles y no teníamos a nadie que nos aconsejase que nos largásemos a cualquier sitio y descansásemos». Además de ‘I Started Something I Couldn’t Finish’, ‘Death of a Disco Dancer’ o ‘Unhappy Birthday’ y las escogidas para esta lista, hay que reivindicar ‘I Won’t Share You’. Es la última canción del último álbum del grupo y cuenta con una de las interpretaciones más crooner de Morrissey, que pese al carácter acústico y lo-fi de la composición parece en esos «no, no, no, no» recién salido de sus admirados años 50.