Roger Waters / Is This the Life We Really Want?

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Roger Waters / Is This the Life We Really Want?

A sus 74 años Roger Waters sigue muy cabreado. Y no le culpamos. Alguien como él que, ya sea en solitario o a través de Pink Floyd, de siempre ha contemplado la música como un arma de denuncia sociopolítica, no está pasando precisamente por un buen momento ahora que Trump es el mandamás del mundo y el Reino Unido ya está perfilando la estrategia para salirse de la Unión Europea a través de ese circo mediático que responde al nombre de Brexit. Si bien su último álbum de estudio de 1992 (siempre y cuando se obvie la ópera ‘Ça Ira’ de 2005), ‘Amused To Death’, denunciaba la pasividad de los medios de comunicación y la clase política ante la guerra, ahora el británico pone sobre la mesa una pregunta que muchos nos hacemos en la intimidad: ¿cómo hemos llegado a este escenario de delirio colectivo?

Escuchar ‘Is This the Life We Really Want?’ inevitablemente hace sacar al pesimista que uno lleva dentro porque muchas son las cuestiones que se plantean y pocas las soluciones que se ponen sobre la mesa para intentar encauzar estos problemas de alcance global. Pero hablando estrictamente de lo musical que aquí se puede encontrar, sin duda, este es un álbum más accesible que el que editó en 1992 y que no disimula muchos de los recursos que en su día Pink Floyd ya explotó. Ahí están ‘Bird in a Gale’ o ‘The Last Refugee’, por ejemplo, con ese tic por incluir cortes de voz, algo que ya hizo en su banda durante los setenta.

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Aunque un punto a tener muy en cuenta en esta ocasión es la influencia que Nigel Godrich ha tenido como productor. Su imprenta es tal que una de las canciones más ambiciosas del lote, la ya mencionada ‘The Last Refugee’ (que habla sobre la historia de un padre que se ve obligado a dejar a su hijo por la guerra), bien podría haber formado parte del ‘Sea Change’ de Beck, uno de los discos que produjo. Sin embargo, si algo sobresale a lo largo del álbum es el toque Radiohead que el productor ha añadido a piezas como ‘When We Were Young’ (un interludio muy ‘OK Computer’ que podría colar como el nuevo ‘Fitter Happier’) o el tema titular, que además de incluir una de las frases más lapidarias del disco (“Every time a nincompoop becomes the president”) podría perfectamente regrabarse con la voz de Thom Yorke encima. Asimismo, los arreglos de cuerda que sobrevuelan en parte de estas canciones también se las debemos a Godrich, aportando las justas dosis de grandilocuencia en ‘Déjà Vu’ y la muy Springsteen ‘Broken Bones’; o como refuerzo a uno de los momentos más progresivos del largo, ‘Picture That’, que de primeras parece un descarte de ‘The Wall’.

En la segunda mitad los temas sociopolíticos pasan a un segundo plano y el resultado se ve algo resentido. Sin ir más lejos, quien tuviera la idea de dividir las últimas tres canciones, que en realidad funcionan como una, se equivocó. Pero más allá de eso es digno de aplaudir que el británico, aparte de vivir de rentas en sus giras, siga con la motivación de poner a examen el mundo que nos rodea y firme un disco que, pese a estar lejos de la perfección, cuenta con números interesantes que pueden hacer que los más jóvenes rescaten su discografía previa o se adentren en el universo de Pink Floyd.

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Calificación: 7/10

Lo mejor: ‘The Last Refugee’, ‘Picture That’, ‘Broken Bones’

Te gustará si: sigues adorando por encima de todas las cosas a Pink Floyd y no te da miedo enfrentarte a discos intensos de temática sociopolítica 

Escúchalo: Spotify

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