La prolificidad de Neil Young es tal que a veces no apreciamos el hecho de que sea capaz de publicar al menos un disco de canciones nuevas al año (el año pasado fue ‘Peace Trail‘, el anterior ‘The Monsanto Years‘, el anterior a aquel ‘Storytone‘…). Y vale, es evidente que a estas alturas es complicado que volvamos a encontrarnos ante un ‘Ragged Glory’ o un ‘Harvest Moon’ –por citar sus últimas obras capitales indiscutibles–, pero aunque sea ráfagas, aún es capaz de recordarnos por qué es una de las grandes figuras del rock de todos los tiempos. Por ejemplo este ‘The Visitor’, con especial carga política inspirada por la victoria electoral de Donald Trump, tiene flaquezas, claro que sí, pero también hay cosas buenas que rascar y más de las que se podrían presagiar. En el lado más endeble del conjunto, sin duda, se cuenta el tamiz Disney que aplica a sus ideas más o menos izquierdistas en lo social y lo ecológico, con las levemente irritantes ‘Children of Destiny’ (tema que adelantó el disco) o ‘Stand Tall’. Pero esto, teniendo en cuenta que en Norteamérica es ya un hándicap partir de esos supuestos ideológicos, parece un peaje asumible cuando lo que cuenta es que esos preceptos calen en algunos de sus compatriotas y vecinos.
Por lo demás, esa candidez no deja de ser, en parte, su manera de mostrarse como un hombre que ha vivido, recorrido el mundo y que tiene cosas sabias que decir. Así, por cursis que resulten algunos fragmentos de sus textos, la sabiduría que imparte en ‘Almost Always’ o ‘Change of Heart’ son como para derretir al más desabrido y cínico de los corazones. Sobre todo, cuando es capaz, desde su lugar de figura respetada y admirada por –casi– todos, de pronunciarse en términos muy duros contra las políticas de Trump, especialmente las migratorias: un coro de manifestantes sampleados gritando “Ni muro, ni prohibición, ni fascistas en Estados Unidos” conforman el estribillo de la corajuda ‘Already Great’, que retuerce en su contra el lema de la campaña del Partido Republicano. “América” no necesita ser grande otra vez, porque ya es grande.
Asistido por la frescura y el ambiente relajado que aportan su nueva joven banda de soporte, Promise of the Real, el canadiense se muestra relajado y con ganas de divertir y divertirse. Por ejemplo, en la afilada ‘Fly by Night Deal’ casi rapea parodiando a un predicador/político denunciando el desprecio de los jóvenes por el medio ambiente, mientras que en ‘Carnival’ ríe forzada pero animadamente mientras se devanea en ecos musicales propios de la frontera con México –antes de ponerse melancólico en el estribillo, paradójicamente–. Ese tema, precisamente, cierra la mejor parte de ‘The Visitor’, en la que por momentos vislumbramos nítidos destellos del mejor Young, antes de entrar en una recta final mucho más predecible e impersonal, con los breves blues ‘Diggin’ a Hole’ (intrascendente) y ‘When Bad Got Good’ (más pícaro y caliente) precediendo ‘Forever’, que podía haber sido una bonita balada ecológica de cierre… si el maestro de Ontario no hubiera optado por convertirlo en una fábula eterna –¿de ahí el título?–. Hay más clase y autenticidad en 3 o 4 canciones de este disco –menor– de la que muchos artistas serán capaces de expresar en toda su carrera, y solo por eso –y también porque coincide con la apertura de sus archivos históricos en Internet– ‘The Visitor’ vale la pena.
Calificación: 6,8/10
Lo mejor: ‘Already Great’, ‘Change of Heart’, ‘Almost Always’, ‘Carnival’
Te gustará si te gustan: Bob Dylan, Pearl Jam, el rock con carga político-social.
Escúchalo: Spotify