Esta noche se ha celebrado en Barcelona la final de la quinta edición del Bala Perduda, el concurso de bandas emergentes que organiza la sala Apolo. De los 18 grupos que participaron en las semifinales, solo seis fueron merecedores de pasar a la final; que, según los expertos, ha tenido un nivel altísimo, fuera de lo común. Propuestas maduras de géneros muy dispares, que se pusieron de largo en una velada amenizada por Joan Colomo, presentador simpático donde los haya. En el menú constaban el pop-rock vitaminado y mezclado con indietrónica de Agost, el stoner rock de raíces sureñas de Old Tucson, el R&B electrónico de North State, la psicodelia de Vetviolet, el techno-pop queer de Monsieur Cactus y la electrónica experimental de O,o.
Una vez que todos hubieron actuado, el numeroso público asistente votó a sus favoritos, para que luego un jurado de cinco miembros aportara el otro 50% del voto final. Jurado compuesto por Anna Romeu de El Segell del Primavera Sound, la propia Sala Apolo, Joan S. Luna de Mondosonoro, un representante de los estudios Aclam Records y Alba Rihe del grupo Las Bistecs. Y los ganadores, tanto de la votación popular como de la de los miembros del jurado (con tres votos frente a los dos de North State), fueron O,o. El dúo francés afincado en Barcelona, compuesto por Mathieu Daubigné y Victoria Suter, retuerce de manera brillante una electrónica bastante personal que, sin recordar a nadie de primeras, contiene elementos de muy diversas procedencias. En su directo, la pareja recorre caminos siempre sinuosos que conducen a terrenos de trip-house, abordando la construcción del ritmo desde guitarras profundas, cristalinas y solitarias, desde voces exóticas, tempos étnicos más cadentes e incluso desde atmósferas industriales. Aunque su fórmula es mayoritariamente bailable, el suyo es un claro ejemplo de que en la música, como pasa muchas veces en la vida, es más importante el camino que el destino: el cómo se llega más que el llegar.
El premio que han ganado O,o consiste en tocar en el Primavera Sound, grabar un LP en los estudios Aclam Records, con master de Hitmakers Mastering, y distribución digital por parte de La Cúpula Music, además de una actuación en el programa Feeel de betevé. Pero no eran las únicas recompensas posibles para los participantes. También había en juego la producción de 4 temas en los estudios Sol de Sants, que fue para Vetviolet, el proyecto paralelo de Brian Silva (de The Zephyr Bones) donde da rienda suelta, sin cinturón de seguridad, a la exploración más apremiante de la psicodelia. Acidez y veneno, en una fórmula magistral que parece sumar a Pond, Ariel Pink, King Gizzard & The Lizard Wizard y Hookworms.
Otros dos premios que se otorgaban entre los finalistas eran sendas actuaciones en el extranjero: en l’Aéronef de Lille, que también se fue para las vitrinas de Vetviolet, y en la sala Musicbox de Lisboa, donde el dúo Monsieur Cactus desarrollará su fogoso espectáculo de technopop queer costumbrista, que por momentos hizo hervir el nuevo parqué de Apolo. Por otra parte, las 18 bandas seleccionadas para las semifinales podrán lanzar una campaña de crowdfunding en Ulele con condiciones preferenciales: con asesoramiento personalizado, comisiones reducidas, visibilidad destacada y difusión en redes sociales.
Mención aparte merece también el dúo barcelonés North State. Segundos clasificados en la votación sumada de público y jurado y viejos conocidos de este siteagos, los hermanos Laia y Pau Vehí demostraron por qué han captado la atención de algunos de los medios más relevantes del país en los últimos meses. Sus apenas cuatro temas editados combinan todo lo mejor del nuevo R&B: melodías elegantes y onduladas, trabajo y complejidad en bases y texturas, contundencia en el beat, formulaciones y actitudes vocales que no temen al hip-hop ni al pop electrónico, y una evidente vocación por el baile. Fueron, tras Monsieur Cactus, Vetviolet y O,o, la formación que más reforzada sale de esta edición del Bala Perduda. El tiempo nos mostrará qué hace cada banda con la oportunidad que se ha ganado gracias al concurso. Pero una cosa está clara: la cantera nacional goza de muy buena salud.