Entre los fregados en los que se metieron los protagonistas de nuestra última entrega durante la vorágine de su pelotazo estaba una extraña promoción para una marca de gafas en la que grababan esto. Una canción cuya elección resultaba tan sorprendente y cool -“es la cosa más punk que he oído nunca”, decía el cantante Owen Holmes- como fallida en su interpretación: el ‘Egyptian Shumba’ de las Tammys es un clásico -oscuro, desde luego- pero intocable e insuperable en su extraña y mágica mezcla de bubblegum y salvajismo vocal.
En 1962 las hermanas Gretchen y Cathy Owens fueron expulsadas de un restaurante de su ciudad natal por cantar mientras sonaba música en la jukebox. Tras la humillación juraron que formarían un grupo y un día sus voces estarían saliendo de esa misma jukebox. Poco después, junto a su amiga Linda Jones, montaron un trío y empezaron a cantar en fiestas de los institutos de su ciudad, Pleasantville (¿podría haber un nombre mejor?), y alrededores. Durante esa fase inicial (funcionando todavía bajo otro nombre) el cantante Lou Christie las descubrió y les consiguió un contrato con United Artists, sello para el que grabaron tres singles en plena fiebre de los “girl groups”. En ellos, Christie supervisaba y componía (junto a su colaboradora Twyla Herbert) lo que eran mayormente canciones de pop romántico de corte bastante estándar, al estilo de sus propios hits. Pero el segundo disco constituye una anomalía maravillosa, una canción cuya energía y sonido demencial sin duda se originaban no tanto en un súbito espíritu proto-punk sino más bien en un intento de lograr un hit “novelty”. Sin probablemente sospecharlo, el 1 de noviembre de 1963 grabaron en un estudio de Nueva York algo que se convertiría en un clásico underground 50 años después.
Pero antes del “flashforward”, los hechos: ‘Egyptian Shumba’ es una pieza de pop trepidante, en la tradición de canciones de los 50 y 60 con “título de baile” (al estilo de ‘The Twist’, ‘The Mashed Potato’, ‘The Locomotion’…). La “shumba” no existe, es de hecho una palabra inventada (algo lógico cuando intentas crear un baile nuevo), y la letra es tan intrascendente como requerían este tipo de temas: “Anoche soñé que estaba en el Nilo / bailando contigo al estilo egipcio / Allá en Egiptolandia (sic) / Las momias nos cogieron de la mano”. Y a partir de esa breve estrofa, la explosión de gritos del estribillo que tanto sigue impactando 55 años después:
Pero ‘Egyptian Shumba’ tiene muchísimo más. En primer lugar, las voces aúllan pero también acarician: las partes en “close harmony” son impecables, perfectas, y no extraña nada saber que Lou Christie las llamó para hacer coros en muchas de sus canciones de la época. Pero el secreto de la canción es –más allá del atractivo reclamo vocal– el arreglo enloquecido que lo sustenta todo. En primer lugar, un extraño clarinete que da el pego casi como órgano de garage-rock. Y en segundo lugar, apoyando esa batería deliciosamente troglodítica, una guitarra con toneladas de reverb haciendo un constante “bending” en una sola cuerda, sostenido durante los dos minutos y pico de la canción, y que crea una sensación de delirio inigualable. La persona detrás de todas estas ideas no era cualquiera: el arreglista Garry Sherman había participado ya en grabaciones de primer orden como ‘Up on the Roof’ de los Drifters o el gran elepé de Gene Pitney ‘Blue Gene’, y a él hay que atribuirle el mérito de estos arreglos, que resultaron el vehículo perfecto para desatar el espíritu bárbaro-adolescente de las Tammys, en una sesión que debió ser memorable.
Durante las siguientes décadas (con las Tammys ya desaparecidas tras su breve carrera) los singles del grupo interesaron sólo a los estudiosos de ese fascinante campo de la música pop que es los grupos de chicas de los 60. Sin embargo, pinchadiscos con olfato empezaron a ver el incalculable valor que la contagiosa euforia de ‘Egyptian Shumba’ tenía en la pista de baile. Una de ellas fue Sheila Burch, coleccionista, DJ, y una de las autoridades mundiales en este género, quien incluyó la canción en lo que es probablemente la mejor recopilación de “girl groups” hasta la fecha, por contenido (cuatro impecables discos con lo mejor de ambos lados del Atlántico) como por continente (una caja de sombrero con el libreto replicando un diario adolescente y cada cd imitando una caja de maquillaje con espejo y todo). La colección, recopilada y anotada por Sheila, se editó en 2005 y obtuvo hasta una nominación para los Grammy, y acabó de cimentar -junto a algunos blogs avispados- el renacimiento de la canción, que acabó siendo reseñada hasta en Pitchfork con 40 años de retraso.
Desde entonces, el culto a ‘Egyptian Shumba’ no cesa. Es probablemente una de las pocas canciones que tienen su propia página web, una bizarra y documentadísima locura con reseñas, fotos, notas de discos transcritas, y datos biográficos. Asimismo, hace pocos años el sello de reediciones Jazzman reeditó el sencillo junto con una toma alternativa en la cara B, permitiendo así a DJs de todo el mundo poder usar su magia infalible en sus sets (el single, por cierto, no se ha agotado). Y aunque no se puede deducir con objetividad la influencia de un disco tan desconocido sobre el pop de las siguientes décadas, no deja de ser fascinante trazar una línea genealógica entre esta fascinante canción y -por ejemplo- el ‘Walk Like An Egyptian’ de las Bangles o la carrera casi completa de grupos como The B52’s y, en general, cualquier grupo a partir del punk en el en el que un grupo de mujeres haya desatado parecidos gritos feroces, de las Go-Go’s a Bikini Kill pasando por las Raincoats, Sleater-Kinney o las 5678’s.
‘Egyptian Shumba’ suena en el último Popcasting de Jaime Cristóbal, ya disponible en este enlace.