Tras el éxito de la estupenda ‘Truman’, que gustó a todo el mundo -crítica, público (casi setecientos mil espectadores) y colegas de profesión (cinco Goyas de los gordos)- Cesc Gay ha dado “el salto a la televisión” (¿diremos esto en serio algún día?). ‘Félix’ es el trabajo más singular del director que se dio a conocer con ‘Krámpack’. Una serie de seis capítulos que mezcla el drama romántico, la comedia y el thriller hitchcockiano.
Lo mejor de ‘Félix’
1. Su premisa argumental. Hitchcock en Andorra. Desde la canónica ‘Con la muerte en los talones’ hasta la reciente ‘Berserker’, los thrillers protagonizados por detectives aficionados son una garantía para generar interés en el espectador. El proceso de identificación con el protagonista es casi automático. Un hombre o mujer comunes inmersos en una intriga poco común. Quién se resiste a esta trama. En este caso, el protagonista es un profesor de literatura argentino que trabaja en un colegio de Andorra. Tras comenzar una relación con una mujer china, decide investigar por qué ha dejado de tener noticias suyas. El misterio está tan bien planteado, los personajes tan bien dibujados y el entorno tan sugestivo, que es imposible no entrar en la serie como Arantxa Sánchez Vicario en un banco andorrano.
2. Félix y su amigo Óscar. La dirección de actores siempre ha sido una de las grandes fortalezas del cine de Cesc Gay. Lo que consiguió en ‘Una pistola en cada mano’ con un actor no especialmente dotado como Eduardo Noriega (y encima al lado de Candela Peña) está a la altura del milagro que hizo Almodóvar con Liberto Rabal en ‘Carne Trémula’. En ‘Félix’, no ha hecho falta hacer milagros. Aunque Leonardo Sbaraglia no es que sea Ricardo Darín, lleva con mucha solvencia el peso de toda la historia. Sin embargo, como Don Quijote, quien realmente se lleva todas las miradas es su fiel escudero. Su vecino Óscar, interpretado magníficamente por Pere Arquillué, es el complemento perfecto para el romántico y atribulado Félix. Su contrapunto cómico, el agente del caos capaz de empujarlo a traspasar las líneas rojas de la prudencia.
3. La mezcla de géneros y referentes. Del thriller hitchcockiano al humor negro de los hermanos Coen; de la comedia a lo ‘Doctor en Alaska’ al drama romántico e incluso familiar. Gay y su inseparable guionista Tomás Aragay (sí, los apellidos son reales), van deslizándose de un género a otro como un esquiador por la nieve de Andorra. Los cambios de tono están tan bien dosificados como la información que va recibiendo el espectador.
Lo peor de ‘Félix’
1. ¿Una serie ambientada en Andorra y nadie habla catalán? El catalán es la lengua oficial del Principado. Todos los carteles, letreros y señalizaciones que aparecen en la serie están, obviamente, escritos en catalán. Sin embargo, no se oye un simple “déu”. Esta decisión no solo resta credibilidad a la historia, sino que, voluntariamente o no, adquiere tintes discriminatorios cuando, en las secuencias ambientadas en Francia sí se habla francés. ¿Tanto hubiera costado reflejar el bilingüismo andorrano, algo tan cotidiano como que un lugareño se dirija a un argentino en catalán y cambie al castellano cuando se percata de que no le entiende?
2. Los bajones de ritmo y la escasez de verdadero suspense. ‘Félix’ es un thriller que se sigue con interés, pero que no te hace clavar las uñas en el sofá hasta las muñecas. La intriga, el misterio por el paradero de la amante del protagonista, es lo que impulsa el motor de la narración. Sin embargo, lo que verdaderamente “impulsa” al espectador a seguir viendo la serie son otras cosas: su sentido del humor, las particularidades de sus personajes y lo sugerente de sus escenarios (de la belleza de los Pirineos a las posibilidades dramáticas de Andorra como paraíso fiscal). 7.